“A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti te los pone.”
Pero luego, ella lo modifica espontáneamente, y
surge la que quizás es una de las mayores verdades de esta existencia:
“No lo hallarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti te lo pone.”
Sí. Pienso y siento. Sí.
Sólo podemos ver fuera lo que llevamos dentro. Sólo
podemos reconocer lo que somos, sea cual sea su grado de elevación o miseria,
su grado de belleza u horror. Sólo podemos reconocerlo si lo llevamos dentro.
Si te conmueve la generosidad de alguien, es que
eres capaz de reconocerla, es que eres capaz de expresarla. Si, por el
contrario, la bondad o la belleza de otro no causa mella en ti, no te
impresiona, no causa un impacto en tu alma, es que probablemente no eres capaz
de reconocer en el otro algo que tú no has vivido, no sientes, no te pertenece.
De ahí la importancia de vivir y de hacer de la
vida un territorio de aprendizaje, de experiencia, para nutrir nuestra alma y
ponernos al servicio de los demás. Porque entonces es cuando hallamos tesoros.
Y no me refiero a tesoros materiales, sino a todo lo contrario: bellas
personas, ricas experiencias, buenas reflexiones, sanas emociones. Solo hallamos
lo bello cuando lo hemos sembrado dentro de nuestra alma, y cuando estamos
dispuestos a ofrecer sus frutos al mundo.
Besos y abrazos,
Álex Rovira
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