Frank A. Wilczeck, premio nobel de Física. Astrofísico.
Vuelvo
a hacerme preguntas de cuando era niño, pero con mejores respuestas. Nací en Queens. Lo que la física ha demostrado es
más importante que lo que percibimos. El tiempo no
pasa: es. Y puede pasar de muchas formas. Participo
en el congreso de ontología de la Unesco en la UAB.
El más allá, más
aquí
Nos
asomamos con Frank A. Wilczek al más
allá de lo que percibimos, pero sin salir nunca de lo empíricamente
demostrable... ¡Y es alucinante! El
tiempo y el espacio no pasan: son. Y pueden transcurrir de formas infinitas
y paralelas. De ahí que el Nobel suponga que seres evolucionados a partir de
nosotros mismos llegarán a rectificar las diversas líneas del tiempo posibles y
a elegir entre ellas. ¿Vida eterna? Sí, pero no para nuestro yo como lo
concebimos, sino para sus posibilidades de trascenderse en comunidad o en red o
en conciencia universal. Algo que antes de ser deducido por Einstein o Wilczek
ya había sido sentido por grandes meditadores.
Mis
cuatro abuelos eran europeos; mi padre, polaco y mi madre, italiana, gente
modesta de Queens. Un día mi profesor les mostró los resultados de mi test de
inteligencia...
¿Y...?
Les aconsejaron
caros colegios para superdotados, pero tuvieron el acierto de dejarme en la
escuela pública.
Soy un
orgulloso producto de la igualdad de oportunidades, aunque iba
siempre dos cursos adelantado.
Esa escuela gratuita dio un
Nobel, pero la universidad en EE.UU. es cara.
Tuve
becas. A los 15 años ingresé en la Universidad de Chicago y tras graduarme fui
a Princeton y me enamoré de la física: soy incapaz de dejar un puzle sin
completar.
Y antes de acabar el doctorado,
ya había logrado el descubrimiento del Nobel.
Tuve
la suerte de encontrarme con David Gross y empezamos a investigar juntos la
fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo. Enunciamos una teoría matemática
que la explicaba de modo armónico con Einstein y la mecánica cuántica: es la
cromodinámica cuántica (QCD).
De este modo describieron
ustedes la partícula más elemental de la materia.
Y
en ella coinciden lo más pequeño y lo más grande: el cosmos. Y todo concuerda.
Y ahora en el CERN se van
comprobando sus teorías y las de Einstein.
Lo
mejor está por llegar. Es la demostración de la supersimetría, y tardará cinco
años.
¿En qué puzle trabaja usted
ahora?
Vivo
una pequeña regresión creativa. Estoy volviendo a hacerme las mismas preguntas
que de niño con -creo- mejores respuestas.
Por ejemplo.
Cuando
pensamos en el universo, nos sentimos enanos y nuestra vida parece cortísima.
Pasa con sólo mirar las
estrellas.
Pero
la gente no piensa en la relatividad o el cosmos: está ocupada en satisfacer
necesidades materiales: comida, casa, compañía...
O inventándose otras.
...
sin integrar en su vida cotidiana lo que la ciencia ha demostrado; pero si se
molestara en aprenderlo y asumirlo, mejoraría también el modo en que piensa y
vive.
Por ejemplo.
El
GPS con el que muchos se orientan por la ciudad demuestra a cada instante la
relatividad de Einstein. De igual modo, la muerte y la angustia que causa tendría
otro sentido si aceptáramos que el tiempo no transcurre...
Eso es más difícil que mirar el
mapa.
... sino que
todos los seres estamos incrustados en el espacio-tiempo. La existencia no
pasa, sino que es.
El espacio-tiempo es un todo en el que todos estamos encastados.
Pero eso no me afecta ahora
mismo.
Lo
que ve y puede demostrar con sus sentidos es sólo una mínima parte de lo que ha
probado la física. Si lo acepta, le afecta.
Veamos.
Está
usted hecho de tantos átomos como estrellas el universo y, del mismo modo que
hoy es fácil usar el GPS, pronto va a ser muy fácil que esta conversación tenga
lugar en tres dimensiones. Eso es muy sencillo.
¿Telepresencia tridimensional?
Avanzamos
superando paradigmas, y los saltos de nuestra inteligencia son cuánticos:
nuestro cerebro crea prótesis que mejoran exponencialmente como los ordenadores
y se potencia a sí mismo también de forma exponencial: esa es nuestra
singularidad.
¿Cómo lo sabe?
Porque
estamos dominando el océano como exploramos el espacio: porque están ahí. Somos el fruto
de una serie de accidentes afortunados que nos han hecho evolucionar hasta la
conquista de un universo que apenas hemos iniciado. No digo que no
haya otros seres inteligentes en otros planetas, pero nosotros somos muy
singulares.
Pero nuestra vida no se repite.
Si
la piensa sólo como sus antepasados, no la entenderá repetida; pero si entiende
lo demostrado en física teórica, también aceptará que seres evolucionados a
partir de nosotros serán capaces de hacer y deshacer la línea del tiempo de los
universos paralelos.
Como las parcas.
Y
sé que la
descripción del mundo físico existente y demostrable pero no perceptible causa
entre desasosiego y escepticismo, porque es más cómodo vivir aferrado a lo
inmediato y perceptible; sin embargo, cuando aceptas el todo y lo integras en
tu vida, te proporciona una gozosa armonía.
A usted le veo ilusionado y
feliz.
Keats
se quejaba de que la ciencia estaba arruinando el mundo al desentrañar el arco
iris; pero yo he encontrado en las ecuaciones de la física teórica una fuente
de placer y plenitud. Y cualquiera que se asome al mundo con la mente abierta
puede sentirlo.
¿No le fastidia saber que se va
a morir?
Si sólo pienso en
la vida como una realización de mí mismo y la consagro a mi único placer y la
confino en mi ego, es cierto: te mueres y con ello ese ego tuyo enorme.
Visto así, mejor morir y
librarse de él.
Por eso la muerte
tiene parte de liberación, pero cuando has sido capaz de trascenderte en la
comunidad, en una red que pasa de generación en generación de sentido y
conocimiento, es sólo un tránsito.
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