El varón de hoy en la cama es menos agresivo y más complejo. El cambio de papeles en la pareja desorienta a los hombres.
Los hombres han sido tachados de simples o primarios en lo
referente al sexo, pero todo apunta a que el varón está experimentando cambios
profundos en su manera de vivir este aspecto de sus relaciones
Cuenta
el psicólogo José Bustamante que,
cuando en alguna reunión explicó que estaba escribiendo un libro sobre
sexualidad masculina, le dijeron cosas del tipo: “¿Un libro sobre sexualidad masculina? Yo
te lo escribo en medio folio y me sobra espacio. Los hombre son muy simples”.
Ahora, meses después, ese libro no sólo lo ha terminado (¿En qué piensan los hombres?, Paidós), sino que ha conseguido
llenar más de 300 páginas sobre el argumento. Al parecer, hay tema. “Cada día en mi
trabajo me encuentro con más mujeres que me preguntan: ‘¿Qué les está pasando a
los hombres? De verdad que yo no los entiendo’”. ¿Qué ocurre? Ha
llegado el momento de desmontar algunos lugares comunes.
Los hombres siempre están
dispuestos a tener sexo
¿Seguro?
En el imaginario popular, está asumido que ellos tienen pensamientos sexuales
constantemente y que, al final, ellas son las que toman la decisión de ir a la cama,
porque, si dependiera de ellos, no harían otra cosa. En el verano del 2009
Arnold Schwarznegger confesó que su esposa le había castigado con varios días
sin sexo por apoyar a George W. Bush (años después se divorciaron, pero esta es
otra historia). Pues bien, José Bustamante cree que no es verdad que los varones estén siempre
obsesionados con el monotema. Y tampoco es cierto que ellas estén
desinteresadas. De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Sex
Research en el 2011, el número de pensamientos de los hombres jóvenes acerca
del sexo ascendía a 19 veces por día, mientras que las mujeres registraban una
media de 10 pensamientos… que aspiran a convertir en realidad. Y tal vez este
sea el punto clave.
“Ahora ella es la
que pide sexo. Y el hecho de que lo diga produce cierto descoloque. De alguna
manera se están intercambiando los cromos. Las mujeres ya no tienen problema en
buscar en el sexo un mero intercambio de placer. Hay hombres que me dicen en la
consulta que se sienten utilizados, que les gustaría quedarse abrazados en la
cama después de hacer el amor. Algunos se sienten forzados a tener sexo. Se
sienten un juguete. El sexo, para ellos, se ha vuelto… muy olímpico. Los hombres estamos un poco perdidos.
Papeles siempre ha habido. Pero en la actualidad no se sabe quien interpreta
qué. Hay quien vive mal la emancipación de la mujer. Creemos que se nos juzga
nuestra masculinidad”.
Fernando Villadangos, psicólogo clínico, terapeuta
de pareja, presidente de la sociedad de sexología Al-Garaia, y autor del libro Sexualidad masculina: ¿hombres o titanes (Al-Garaia),
confirma que “uno
de los problemas más frecuentes a los que nos enfrentamos en nuestra profesión
es la falta de deseo masculina. En numerosos casos, ellos sienten demasiado la
presión. A muchos hombres les choca que una mujer pueda tener más ganas de sexo
que él. Todavía se agarran a su papel
tradicional y están un poco desconcertados”. Arthur Miller, adelantado a su tiempo,
ya lo escribió: “Los hombres temen el sexo más que las
mujeres”. Y, efectivamente, según los expertos consultados, el
miedo a fallar está en la base de la mayoría de los problemas de deseo de los
hombres: miedo a perder la erección, a eyacular antes de tiempo, a que el
tamaño no sea suficiente, a que ella no disfrute. Y, evidentemente, también hay
que sumar el estrés, que provoca una disminución de la testosterona.
El varón siempre quiere
acostarse por placer
El
cómico estadounidense Billy Cristal
una vez en broma dijo: “Las mujeres necesitan una razón para tener sexo. Los
hombres sólo necesitan un lugar”. Hay que ir al fondo de la
cuestión: ¿por qué el hombre desea tener
sexo? “Es
verdad, antes el hombre practicaba sexo por placer. Pero está demostrado que
hay varios motivos detrás del deseo masculino. En ocasiones los hombres buscamos sexo para sentirnos queridos,
para asegurarnos que la relación sigue funcionando, para comprobar que a pesar
de las discusiones y los problemas, la relación no peligra. Muchos varones utilizan el sexo para
equilibrar carencias, cuando se sienten frustrados porque las cosas no van
bien”, dice Bustamante.
Así
que detrás de las apariencias y los tópicos habituales, ¿los hombres de hoy serían más
sentimentales que sexuales? Cuenta Bustamante que un día Pau, un
paciente suyo, se presentó a su consulta así: “No entiendo lo que les pasa a las chicas
hoy en día. En cuanto les explico que me apetece tener pareja, que añoro
compartir un domingo de siesta y cine, que me gustaría casarme o tener hijos en
un futuro, actúan igual que si les dijera que tengo una enfermedad contagiosa.
¿Qué hay de malo en querer estar con alguien?”. Hace años tal vez
alguien habría tachado a Pau de hombre poco… macho.
Algo está cambiando.
Hoy
en día cada vez más varones se sueltan para transmitir sus emociones. “A los hombres no nos han enseñado o no hemos aprendido
cómo expresar los sentimientos con la facilidad con la que la mayoría de
mujeres lo hacen y el sexo, para nosotros, es a menudo la única manera de
decirlo. A pesar de la frialdad que a veces podemos mostrar, también
somos capaces de amar, enamorarnos y si las mujeres nos pincháis, os aseguro
que sangramos”, afirma Bustamante.
Ellos
se excitan tal sólo apretando un botón A diferencia de las mujeres, que viven
la sexualidad de una forma mucho más compleja, los hombres siempre estarían a
punto para cumplir en la cama sin demasiadas dificultades: que no necesitan
preliminares, que basta un conjunto sexy o un escote para activar en seguida
sus fantasías… Pero
los hombres también son complejos. Las estadísticas dicen que más
del 95% de la población sufrirá una dificultad sexual en algún momento de su
vida y un 60% acabará desarrollando un problema sexual. Según el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, “el hombre
adulto normal suele tener una insuficiencia eréctil cada 5 o 6 intentos de
coito”. Así que el verdadero hombre no debería ser capaz de
conseguir una erección con cualquier mujer, en cualquier momento y en cualquier
situación. La medicina confirma que es así. El éxito del coito no es su
responsabilidad, ni tampoco el fracaso su culpa.
Los hombres son infieles por
naturaleza
Esta
tesis se basa en el patrón antropológico del hombre cazador, que persigue
constantemente a mujeres fértiles para que sus genes se propaguen. Una vez más,
los sexólogos coinciden: esto suena más bien a excusa (biológica). Hay hombres y
mujeres infieles. Es una decisión personal, que no depende del sexo.
“Lo que sí es
seguro es que no estamos preparados (hombres y mujeres) para ser monógamos. Somos infieles por igual, sí; pero no
igual. Aunque la tendencia empieza a cambiar, en la actualidad son muy
pocas las mujeres que son infieles únicamente por sexo. Por lo general, buscan
algo más, algo así como una infidelidad emocional”, indica Bustamante. Dijo una vez Sharon
Stone que
“las mujeres son capaces de fingir un
orgasmo, pero los hombres pueden fingir una relación entera”. Pero tampoco es que los hombres que
busquen aventuras sean esclavos de los caminos de la lujuria. “A veces la
infidelidad obedece a un mecanismo de compensación, para buscar un equilibrio
para seguir en una relación en la que no se es feliz. Los hombres somos muy cobardes en las relaciones y a menudo buscamos un
pretexto fuera, antes que enfrentarnos a una conversación. Hay
infidelidades que tapan estas dificultades y que, paradójicamente, mantienen
unidas a las parejas”, señala Bustamante.
A los varones les cuesta más
ponerse celosos
Escena:
ella le dice (a lo mejor mientras él mira un partido de fútbol): “No te molesta
que quede con mi ex? ¿No dices nada? Vamos que te da igual... ¿Será que ya no
me quieres?”. Como si el hombre, tan seguro de sí mismo, no pudiera
ni siquiera concebir la posibilidad de que su pareja pudiera caer en la
tentación. Tal vez porque hace años esto era más difícil que ocurriera (en
cambio, en el pasado que el hombre viviera alguna aventura era casi tolerado).
Los celos, evidentemente, no son cosa sólo de mujeres, dice Bustamante. Pero se
viven de forma diferente. Ellas tienen más miedo a perder la pareja (esto
genera tristeza, baja autoestima, etcétera), mientras que ellos sienten miedo a
que se estén burlando de ellos o engañándoles (esto causa enfado, rabia,
agresividad). Estos últimos también son celos.
El tamaño no importa
El
concepto se repite hasta la saciedad, pero la realidad es que para los hombres
sigue importando. ¡Y mucho! Según Fernando Villadangos, “todavía todos se preocupan por rendimiento
y tamaño, de acuerdo con un modelo falocrático que es obsoleto”. Por
cierto, según la Asociación Española de Andrología, el tamaño medio del pene es
de 13,5 centímetros. En Corea, la media está en 9,6 centímetros. Italia,
Francia y Rusia oscilan entre los 15 y los 16. El 95% de los españoles goza de
un pene perfectamente funcional. “Si la profundidad media de la vagina es de 9 a 12
centímetros, ¿qué utilidad sexual tendría un pene mayor?”, escribe
Bustamante en su libro. Una vez que se tenga la talla mínima (siete
centímetros), el placer sexual que se obtiene durante la penetración no tiene
relación alguna con el tamaño. Pero para muchos hombres la falta de centímetros
sigue siendo un problema. Es lo que, con cierta frivolidad, se ha llamado
síndrome del vestuario. Y, si no, tomen nota de estos datos: 25.000
estadounidenses ya han decidido pasar por quirófano. Y, en España, según la
Asociación Española de Andrología, en los últimos tres años se ha triplicado el
número de hombres que recurre a la cirugía para aumentar el tamaño de su falo
–en muy pocos centímetros, por cierto–, cuando el 90% de los que llegan al
quirófano… ¡tiene un miembro normal!
Ellos siempre tienen orgasmos
A
diferencia de las mujeres, que suelen tardar más para acabar (y empezar) la
relación sexual de manera satisfactoria (lo que les lleva, a veces, a fingir
orgasmos), la biología indica que el hombre se excita más rápido y llega a la
cota máxima del placer con más facilidad. Sin embargo, en contra de la opinión
común, el
orgasmo masculino está lleno de matices y no todo es tan fácil como parece.
Se estima que entre un 3% y un 4% de los hombres tiene problemas para eyacular
o para tener orgasmos. Las dos cosas suelen ir juntas (se eyacula después del
orgasmo), pero no siempre es así. A veces se llega a eyacular por dentro. Puede
ser una disfunción orgánica (a raíz de diabetes, fármacos o como consecuencia
de alguna operación…) o fruto de un acto voluntario. Habría que mencionar
aquellas técnicas orientales, como el sexo tántrico, que pretende, mediante
ejercicios musculares en la zona pélvica, conseguir un orgasmo sin llegar a
eyacular por fuera (sería tema para otro reportaje). Otras veces, en cambio, no
hay orgasmo alguno y se habla, por lo tanto, de anorgasmia masculina.
Consecuencia: las estadísticas indican que un 10% de los varones finge el
orgasmo con su pareja. Motivos no le faltan: porque les cuesta alcanzarlo,
sienten que van a perder la erección, no disfrutan, o les duele. Otra cosa es
que sepan fingir tan bien como Meg Ryan en la película “Cuando Harry encontró a
Sally” (1989).
El punto G masculino no existe
Falso.
Dicen las teorías científicas más recientes que el punto G existe, lo que
ocurre es que hay ciertos tabúes. Se encuentra en el interior del recto, a unos
5 cm del ano y en la pared que da hacia la vejiga, en la próstata, un lugar
rico en terminaciones nerviosas. Para estimular este punto bastaría, una vez
dentro, hacer una presión hacia delante, como si se intentara tocar el pene
desde el interior del cuerpo de él. Dependiendo de las culturas, esta búsqueda
se ha asociado erróneamente a la homosexualidad, cuando los dos conceptos no
tienen nada que ver. Una cosa es que el hombre desee ser estimulado en el punto
G; otra son las opciones sexuales de cada persona. En todo caso, no hay que olvidar que el
hombre también cuenta con muchas otras zonas erógenas más allá del pene.
Desde la zona del periné (la que va del ano hasta los testículos), pasando por
las orejas, la espalda y hasta los pezones, hay mucho donde elegir. ¡Los
hombres se excitan de muchas maneras!
Los hombres son los que suelen
llevar la batuta en la cama
José Luis Arrondo Arrondo, jefe del departamento de
Andrología de la Universidad de Navarra y autor del libro Historia íntima del pene (Elsevier), explica que este tópico hace
tiempo que ha dejado de ser válido. “Hasta ahora, hombres y mujeres hemos sido víctimas del
papel que nos ha tocado representar en el teatro de la vida y de la alcoba.
Pero ahora la mujer ya no acepta el papel de madre sumisa que quiere tener
hijos”, explica. Ahora ellas tienen la palabra. Y al macho, le toca
responder. “Si el pene pudiera hablar, le diría a su
amo que está harto de asumir tantas responsabilidades. La sexualidad
del varón no debería estar fundamentada en el rendimiento ni en la cantidad.
Por ello, es necesario acabar con muchos de los mitos existentes, tales como
que el varón debe llevar siempre la iniciativa”, sostiene. Carmen Loureiro, especialista en
inteligencia emocional, responsable del proyecto de aprendizaje social y
emocional de la Fundación Eduardo Punset, acaba de publicar un libro, Maldito amor (Oniro), en el que comenta
diez relatos de amor escritos por Marta
Rivera de la Cruz. “Hay estudios que demuestran que una mujer disfruta más
sexualmente con un guapo que con un feo. ¿Por qué no? Es así. Y otras
investigaciones sostienen que cuando la mujer está ovulando tiende más a elegir
hombres robustos, mientras que el resto de los días los prefiere más dulces. Todo esto, al final, afecta a la relación y
hay hombres que están hechos un lío, están en tierra de nadie. Se
cuestionan su valor sexual. Creo que estamos en un periodo de transición. Por
ejemplo, la virilidad antes se asociaba a patrones de fortaleza física y
valentía. Ahora no se trata de exhibir
esta masculinidad, sino más bien liderazgo, simpatía”.
Ellos no han vivido ninguna
revolución sexual No es cierto.
Es más: el hombre
está en ello.
Es innegable que las mujeres llevan unos años de ventaja, a raíz de un proceso
de cambio de costumbres que empezó hace unas décadas, desde 1968 en adelante
(por lo menos en Occidente). Pero, de alguna manera, ellos están empezando. “Mientras las
mujeres han roto los estereotipos y están dispuestas a todo, el hombre todavía busca un modelo que
sustituya al del macho. El varón está empezando a vivir su propia
revolución sexual y es una fase en la que el sexo fuerte puede verse
desorientado o inseguro. Pero más que
una crisis de la masculinidad, estaríamos casi ante una liberación sexual”.
Este experto
concluye:
“Nosotros también podemos ser tiernos,
cambiar pañales. Lo del macho nos estaba esclavizando. Ahora somos conscientes
de que hay que compartir, no hay que rendir. Y esto libera mucho”.
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