En
solo dos años y con tres libros publicados por Ediciones B (Gente tóxica, Emociones tóxicas y Heridas emocionales), Bernardo
Stamateas se ha convertido en uno de los autores de autoayuda más
leídos en España. Nacido en Buenos Aires en una familia de origen griego,
psicólogo, terapeuta sexual y pastor protestante, viajó la semana pasada a
Madrid para dar una conferencia en la Fundación Axa y pasó brevemente por
Barcelona para presentar su último libro. Autoayuda, sí, aunque a él le guste
más la expresión «crecimiento personal», porque si sus libros se
caracterizan por algo es por ofrecer técnicas sencillas y prácticas, más que
relatos más o menos espirituales. De hecho, se aleja de las fábulas
inspiracionales de otros autores. «Ningún libro
cambia la vida a nadie, como ninguna partida de ajedrez se gana con una jugada.
Pero la biblioterapia sí es un recurso más, aunque nunca reemplazará el vínculo
terapéutico entre dos personas», aclara.
LA METÁFORA
Stamateas
se pronuncia con una metáfora. Y no será la única vez que lo hará. «La metáfora es el lenguaje del inconsciente y el
lenguaje del alma», sostiene. En su último libro, Heridas
emocionales, propone «sanar el pasado
para un mañana mejor». ¿Alguna similitud en este remitirse a los
traumas del pasado respecto al enfoque del psicoanálisis? «El psicoanálisis
es un camino largo cuyo objetivo no es sanar el pasado sino hacer consciente lo
inconsciente», replica. En su caso, su técnica, que define como «terapia breve estratégica», está basada en la «inteligencia emocional» y propone «una terapia breve, focalizada sobre un
problema puntual». En el caso de sus libros, en forma de ejercicios.
En
el último de ellos uno de los conceptos clave es el de «gastar el dolor», en lugar de acumularlo hasta llegar a una «implosión». «El pasado hay que sanarlo para no
repetirlo. El proceso de duelo no tiene un plazo fijo de dos años como se dice.
Hay que ir al pasado para aprender de él y convertirlo en un trampolín»,
plantea. Para empezar, uno debe permitirse «enojarse,
o llorar». «Hay que ser optimista inteligente, no
optimista tonto, No es el pensamiento positivo, ese estoy bien cuando no lo
estás. Se trata de pensar estoy mal, pero sé que mañana estaré mejor. Aceptar
el pasado pero no resignarse. No me rindo, ya está, perdí sino ok, me pasó,
ahora a ver qué haré». Hasta aquí, planteamientos de sentido
común, que despliega en su libro: «Construir
salidas de emergencia, recordar las heridas como cicatrices de victorias,
hablar debatir y compartir, frenar el pensamiento supositorio, ese y si que
solo nos lleva a potenciar la ansiedad...»
¿Y
si las heridas que se sufren no son las del pasado, sino las del presente, que
en plena crisis son muchas? «Flexibilidad.
Cuando uno más flexible es, más difícil es que se rompa. Las crisis tienen
fecha de vencimiento, hay que resistir más que las crisis».
Muy buen enfoque "flexibilidad" No es el más inteligente ni el más fuerte, sino quien mejor se adapta. No me recuerdo quien lo expreso por primera vez. Pero esto me ha sostenido en las circunstancias adversas. Enfocarnos en lo puro, lo bueno. En la virtud como dice Fil 4:8. Esto nos fortalece, nos llena de energía positiva. Hasta que la circunstancias cambien!!!
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