No ocupa portadas de periódicos, ni se llenan minutos de radio
para hablar del apego o de las dependencias emocionales que todos los humanos
sufrimos en mayor o menor medida. Walter
Riso ha dedicado su último trabajo editorial a este concepto que, según él,
significa el principal motivo de sufrimiento de la humanidad, hasta el punto
que cree que se deberían hacer campañas de prevención durante el ciclo
educativo: desde primaria hasta los doctorados. El psicólogo tiene claro que si consideras
que algo o alguien en tu vida es indispensable para tu felicidad, tienes un
grave problema porque “estás a la sombra de tu amo”. En el libro Desapegarse sin anestesia, Riso señala
las necesidades secundarias de las cuales podríamos prescindir para nuestra
supervivencia emocional y proporciona claves para enfrentarnos a nuestros
apegos. Para el psicólogo, “crear una
relación dependiente significa entregar el alma a cambio de obtener un falso
placer y seguridad”.
-¿Cuánto
tiempo cree que invertimos en cosas que son absolutamente inútiles?
-El 80% del
tiempo, y eso es mucho. Hemos sido educados así y nos cuesta reflexionar bien
las cosas antes de hacerlas. Es energía desperdiciada que estamos dedicando a
un objeto, a una relación, a un vínculo o a algo que, tarde o temprano, no nos
va a servir. Se trata de obtener la máxima proporción entre esfuerzo y
beneficio.
-Póngame
un ejemplo de cómo podemos malgastar esa energía.
-Hay
relaciones de pareja en las que uno de los miembros es muy dependiente del otro
aunque a cambio le ofrezca muy poco amor. Esta persona invierte el 80% de su tiempo soportando una
relación de mal trato para obtener muy poquito beneficio.
-En
su libro asegura que los budistas llaman ignorancia, incluso engaño, a la
capacidad de pensar que las cosas no cambian y duran para siempre. ¿Somos
nosotros una sociedad ignorante?
-En términos
budistas, somos muy ignorantes. Las cosas cambian, se transforman, y eso lo
saben bien en las sociedades orientales. Nosotros tenemos muy claro este
concepto mentalmente, pero simplemente lo tenemos incorporado automáticamente.
En los países orientales te educan con la ley de la impermanencia, de que las cosas se van y no
son para siempre, de estar listos para la pérdida.
-¿Y
en nuestra sociedad cómo nos ha educado?
- Justo al
revés, de manera que no hay nadie que esté preparado para la pérdida. Fíjate
que el 80% o el 90% de los libros de crecimiento personal lo que te dicen es
que busques tus metas y que no te rindas. Eso es porque aquí la base es la
esperanza, mientras que allí es la desesperanza, el aprender a perder. ¿La felicidad
está en obtener las cosas, o en necesitar lo menos posible? Tenemos
que llegar hasta la felicidad de una maneta más armoniosa, más relajada. Así
que nuestra sociedad es ignorante en el sentido de que no aceptamos la pérdida ni la desesperanza.
-Defíname
el concepto de apego, según su punto de vista.
-Es un vínculo
obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias
falsas: que
es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que
dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no
estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento.
-¿Qué
es lo que una persona pierde cuando se apega a algo o a alguien?
-El apego
corrompe, eso te lo dirá cualquier psicólogo que haya estudiado este campo.
Para mí, es el principal motivo de sufrimiento en la historia de la humanidad. Si
el apego corrompe, pierdes tu dignidad, tu respeto, tus valores más
esenciales. También pierdes libertad, y no puedes decidir cómo te
vas a mover. Pierdes
tranquilidad porque una de las características del apego es el miedo
a perder aquello que deseas. Finalmente, pierdes también la alegría. Tu mente está tan
metida en invertir recursos que pierde la posibilidad de disfrutar la vida con
muchas otras cosas, te absorbe.
-¿El
apego es sinónimo de adicción?
-Sí. Yo hago
la diferencia entre las adicciones que son aceptadas o están reglamentadas por
la psicología y la psiquiatría, y las que no. Por ejemplo: la adicción a la
compra está clasificada, pero la adicción a la moda, que está íntimamente
relacionada, no está clasificada. Cuando te llega un paciente que está apegado
a la moda, necesita un tratamiento que no aparece en ningún libro porque no
está clasificado. La gente tiende a llamar apego a las adicciones que no están
clasificadas. Hoy me he vestido con un polo con el cocodrilo, pero si me sacan
el cocodrilo no me importa en absoluto. Compras algo porque te gusta y viene
con marcas, pero eso no quiere decir que pertenezcas a esa familia.
-Si
hablamos de adicciones, la gente suele ponerse en alerta. La palabra apego, en
cambio, tiene en nuestro país una connotación positiva…
-Es cierto, y
es una diferencia lingüística importante. En nuestra cultura, el apego sones la
gente que te quiere, que te contempla, que te cuida o te da protección. Pero
cuando hablamos de apego en términos como lo planteo en el libro, hablo de
adicción. Hablo de apego a situaciones o personas, pero no a sustancias
psicoactivas.
-¿Cómo
tenemos que manejar las necesidades vitales que todos tenemos para que no
acabemos dependiendo de ellas?
-Hay muchas
formas. Lo primero es entender que cualquier necesidad es potencialmente
susceptible de convertirse en un apego. Incluso necesidades primarias como
comer o tomar agua. Te das cuenta de que estás cayendo en eso cuando no puedes
controlarlo y empiezas a ver que te hace mucha falta; cuando la necesidad se convierte en algo
imprescindible y no eres capaz de decir: si lo tengo bien, y si no, también.
-Te
necesito.
-Exactamente. La expresión te
necesito habría que sustituirla por la de te prefiero. Cuando tienes
una necesidad, tú no eliges, lo que elige es el impulso. Estás de mal humor,
estás irritable porque no está el objeto o la persona.
-Te
quiero pero no te necesito, ¿es eso? Si es así, nos cargamos la mitad de las
parejas hoy mismo…
-Es que es un
cambio de mentalidad y de paradigma. Te necesito no, te prefiero. Te necesito es
que esa persona es imprescindible y que tú te conviertes en un vacío.
-¿Socialmente,
interesa que mantengamos algunos apegos para anularnos como personas?
-Lógico, hay
apegos que están bien vistos socialmente. ¿Cuántos políticos crees que van a
leer este libro? ¡Pocos! El desapego es una pesadilla para ellos, porque
coqueteas con tres cosas: principios, poder y posesión.
-¿Nuestras
necesidades son innatas o han sido creadas por la sociedad de consumo?
-Hay
necesidades primarias y psicológicas que son innatas. Hay otras que son
secundarias, que son aprendidas y que tienen que ver con los deseos.
-¿Desear
algo significa estar apegado a ello?
-No
necesariamente. El deseo es un placer proyectado en el tiempo y nos hace
humanos. Ahora bien, cuando eres incapaz de renunciar al deseo, estás en el
apego.
-Habla
de deseos peligrosos. ¿Cuáles serían?
-Son los
deseos que afectan a tu salud mental o a tu salud física. Hay deseos que de por
sí son peligrosos, como el amor, internet o la belleza. Hay otros que no son
tan peligrosos, como la espiritualidad. Te pongo un ejemplo: la bondad. ¿A
quién se le ocurriría que ser bueno es un deseo peligroso? Aparentemente, no.
Lo que pasa es que puede llegar a ser peligroso si te excedes. Si te excedes en
ayudar a los demás, más allá de lo que eres capaz de dar, te quemas.
-Me
ha sorprendido que en su libro asegure que tenemos que hablar con nuestros
deseos. ¡Nos tomarán por locos!
-Hablar con
nuestros deseos es simplemente conectarte con el canal del deseo que, en un
determinado momento, te está arrastrando. Por eso digo que hay que
aprender a hablar con ellos, a retarlos. Conozco a gente que cuando ha tomado
la idea se ha inventado su propio método y le ha funcionado muy bien. Lo más
importante, aunque parece mentira, no son las estrategias, es ver lo inútil,
estúpido o peligroso de algo. Cuando lo ves, automáticamente te
retiras.
-Imagino
que no hay nadie que no tenga apegos. ¿Para desapegarse de ellos, hay que tener
un espíritu rebelde?
-Totalmente.
Uno tiene que ser irreverente con ellos. Rebeldía no es salir gritando contra
las cosas, es
romper el esquema básico en el que estás metido y poner un nuevo paradigma de
vida. En ninguno de los manuales que están saliendo ahora para ser
feliz te dicen que hay que rebelarse contra las normas. Ser desapegado es, en
cierto modo, ser un subversivo del orden establecido. A mí me gusta el concepto
de subversión entendida como una rebelión interior.
-¿Cómo
podemos saber si alguien es emocionalmente inmaduro?
-Son personas
con baja
tolerancia al dolor, no lo soportan. Tienen muy poca tolerancia a la frustración,
les horroriza que las cosas no sean como ellos quieren que sean. Finalmente,
diría que tienen
una ilusión de permanencia, piensan que hay cosas que pueden durar
para siempre, y
una gran vulnerabilidad hacia el placer que hace que no tengan
autocontrol.
-¿La
crisis económica actual nos servirá para que nos demos cuenta de la energía que
estamos perdiendo con cosas superfluas?
-Las crisis
ayudan a eso, sin lugar a duda. Las crisis muestran lo superfluo, lo inútil y las
necesidades que te habías creado y de las cuales puedes prescindir.
Aprender a prescindir de algo o de alguien es muy importante; cuando lo haces,
estás con un pie en la liberación. La crisis puede ser un gran terapeuta sin anestesia para
los desapegos. Una crisis implica un cambio de valores y hace que
las personas aprendan a desprenderse de muchas cosas por las malas.
-Sin
anestesia. ¿Desapegarse de algo o de alguien es asumir que el dolor será
inevitable?
-Claro. Una
persona cambiará un sufrimiento inútil por un sufrimiento útil, que es el del
duelo y la pérdida asumida.
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