Dice mi admirado amigo Enrique Mariscal que el futuro no es inevitable, es “inventable”. Y para inventar el futuro hacen falta, esencialmente, personas. Personas éticas, con visión, con ganas, con lucidez, bien preparadas: talento, talante, creatividad, integridad y propósito son las claves. Seres humanos bien humanizados, en definitiva. Personas que sepan vincular sus talentos y entusiasmos porque tienen clara la respuesta a LA pregunta clave: “¿Qué nos une?”.
Cuando tenemos un propósito que nos une, algo que da sentido a nuestros
esfuerzos y trabajos, incluso a las crisis o adversidades, tenemos más fuerza
para seguir remando. Porque siempre, juntos somos más y mejores. Y
es que la diferencia crea sinergia y está todo por hacer, de nuevo, y hoy más
que nunca. Así que toca remangarnos, tomar aire, remar y respirar a cada paso
sin perder de vista que con nuestro trabajo podemos mejorar este mundo que nos
ha sido dado.
Precisamente a organizaciones humanas, vínculos, proyectos y empresas,
visiones, talentos y talantes, dedicamos la Segunda Parte de nuestro libro
(escrito con Pascual Olmos), “La vida que mereces”, y la iniciamos con
estas palabras:
SEGUNDA PARTE
La organización humana
“Lo que es bueno para la colmena es bueno para la
abeja.” MARCO AURELIO
Si analizamos nuestra historia, vemos que los grandes cambios se producen o
bien por la convicción de un ser humano o de un amplio colectivo que, guiados
por una utopía y un gran afán de mejora social deciden ponerse manos a la obra
para transformar una realidad que es muy mejorable, o bien por compulsión, por
revolución, por una grave crisis que obliga a hacer aquello que debiera haber
sido hecho pero que, por el motivo que sea, no se ha llevado a cabo.
Crisis, crisálida, crisol, crítica, criterio y criba son voces que tienen
la misma raíz etimológica: nos hablan de cambio, de transformación, de
evolución, de selección rigurosa y meditada, de aplicación de la consciencia
para seleccionar con tino y rigor.
Buena parte de la innovación empresarial y social se inicia bajo procesos
de crisis, que llevan a replantear, muchas veces de raíz, profundamente, los
hábitos y prácticas sociales y organizativas. Ahora estamos inmersos, nos demos
cuenta o no, en plena crisálida social. La innovación social que nos traerá
esta crisis tendrá unas consecuencias que pocos son capaces de vislumbrar en su
globalidad: flexibilidad,
integración, voluntariado, interactividad, fluidez en la información,
transparencia, gestión por valor, ecología, sostenibilidad y tantos
otros serán conceptos que convivirán con nosotros en el futuro y cada día con
más fuerza. Porque lo que no cambiemos a consecuencia de esta crisis por
convicción, nos veremos obligados a hacerlo en el futuro debido a crisis que
cada vez serán mayores y más complejas, a menos que comencemos ya a aplicar lo
que las evitará. Nosotros elegimos: la voluntad, la ética, la solidaridad, la transparencia
y el compromiso, valores, en definitiva, como llaves para abrir puertas,
o la revolución y el dolor como arietes para derribarlas a golpes.
En el mundo que viene la tecnología nos facilitará crear nuevos entornos en
los que vivir, trabajar e interrelacionarnos de un modo más eficiente,
económico, transparente y limpio, sabremos que deberemos cuidar el talento y
alentarlo para generar un valor añadido ilimitado que no esté condicionado por
una tierra limitada, construiremos organizaciones empresariales, cooperativas,
sociales y gubernamentales en las que el comportamiento ético será clave de
supervivencia, la respuesta local imprescindible, la innovación y la generación
de valor objetivamente medibles devendrán parte del ADN de todo sistema humano.
Y las empresas y las organizaciones humanas serán los eslabones que crearán
esta cadena de transformación. Los equipos de personas que bajo un liderazgo
íntegro con voluntad de generar riqueza social transformen la realidad mucho
más allá de lo que los cenizos profesionales auguren.
Sí, el futuro no es inevitable, es inventable.
Inventémoslo, entonces: aquí, ahora, ya.
¿Vamos?
Besos y abrazos,
Álex
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