La amiga Esther quiere compartir con nosotros este sentido cuento que le ha servido muchas veces de inspiración y la bella imagen, símbolo de recogimiento y reconexión.
Gracias Esther por compartirlo con nosotros!.
Gracias Esther por compartirlo con nosotros!.
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Papá, encontré el Río Perdido.
Mi papá me miro y rápidamente se dio cuenta de
que no le mentía. Entonces me acarició la cabeza y me dijo:
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Yo tenía más o menos tu edad cuando lo vi por primera vez. Nunca pude volver.
Y yo le dije:
- No, no… Pero yo marqué el camino, dejé
huellas y corté ramas, así que podremos volver juntos.
Al día siguiente, cuando quise
volver, no pude encontrar las marcas que había hecho, y el río se volvió
perdido también para mí. Entonces me quedó el recuerdo y la sensación de que
tenía que buscarlo una vez más.
Dos años después, una tarde de
otoño, fuimos a la dirección de guardaparques del condado porque mi papá
necesitaba trabajo.
Bajamos a un sótano, y mientras
papá esperaba en una fila para ser entrevistado, vi que en una pared había un
mapa enorme que reproducía cada lugar del condado: cada montaña, cada río, cada
accidente geográfico estaba ahí. Así que me acerqué con mis hermanos, que eran
menores, para tratar de encontrar el Río Perdido y mostrárselo a ellos.
Buscamos y buscamos pero sin éxito.
Entonces se acercó un
guardaparque grandote, con bigotes, que me dijo:
-
¿Qué estas buscando hijo?
-
Buscamos el Río Perdido -dije yo, esperando su ayuda.
Pero el hombre respondió:
-
No existe ese lugar.
-
¿Cómo que no existe? Yo nadé ahí.
Entonces él me dijo:
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Nadaste en el Río Rojo.
Y yo le dije:
-
Nadé en los dos, y sé la diferencia.
Pero él insistió:
-
Ese lugar no existe.
En eso regresó mi papá, le tiré
del pantalón y le dije:
-
Dile, papá, dile que existe el Río Perdido.
Y entonces el señor de uniforme
dijo:
-
Mira niño, este país depende de que los mapas sean fieles a la realidad.
Cualquier cosa que existiera y no estuviera aquí en el mapa del servicio
oficial de guardaparques de los Estados Unidos sería una amenaza contra la
seguridad del país. Así que si en este mapa dice que el Río Perdido no existe,
el Río Perdido no existe.
Yo seguí tirando de la manga de
mi papá y le dije:
-
Papá, dile…
Mi papá necesitaba el trabajo,
así que bajó la cabeza y dijo:
-
No hijo, él es el experto, si él dice que no existe…
Y ese día aprendí algo:
Cuidado con los expertos. Si nadaste en un lugar, si mojaste tu
cuerpo en un río, si te bañaste de sol en una orilla, no dejes que los expertos
te convenzan de que no existe. Confía más en tus sensaciones que en los expertos,
porque los expertos son gente que pocas veces se mojan.
Jorge
Bucay
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