Tengo 32 años. Nací y
vivo en Bombay. Trabajo como taxista pirata. Estoy
soltero y sin novia. No creo en la política. No
creo en religiones. Creo en la responsabilidad personal y en hacer el bien. Viví de niño en varias estaciones de tren y hoy sueño con
fundar un café librería.
BOMBAY-BARCELONA
Lo hará, ¡seguro! Fundará en Bombay un café librería
que se llamará Bombay-Barcelona, en el que los niños del orfanato podrán
desplegar sus pericias. Lo advierto en su alegría, serenidad y determinación. Para
empujar su sueño ha escrito Life is life (La Vida es
la vida) (disponible en Amazon), libro que relata la
peripecia tremebunda de su niñez en estaciones de tren de India... Como
taxista, conocer a dos turistas catalanas (Marta Miquel y Montserrat Rosell) le
inspiró este proyecto. Ha viajado hasta aquí y me recalca que Catalunya es
importante para india. "¡Ayudáis mucho allí"' , asegura, y le cautiva
Barcelona: "¡Gozadla,
qué maravilla!'".
Snehatravels.in
Qué recuerdo
es el primero?
Con cinco años, ¡a trabajar!
¿Tan pequeño?
En India los niños trabajan, se cuelgan de los trenes, se la juegan...
Es lo más normal.
¿No iba a la
escuela?
No me gustaba, era travieso... Y mi madre me puso a limpiar vasos en
una tetería.
¿Estaba bien?
Sí, pero el jefe me retorcía la oreja demasiadas veces, me hacía
daño. En casa, también mi padrastro me pegaba. Y mi madre.
¿Y eso?
La vida es así. Había sido dura para mi madre, que se separó de mi padre
borracho.
¿Y le pegaban mucho?
Mi padrastro, con manos, correas, palos... y hasta me quemó una pierna
con brasas.
¿Qué sueños
tenía por entonces?
Estar tranquilo y jugar. Pero no pudo ser.
¿Por qué?
Un día me cayeron al suelo todos los vasos de cristal, se rompieron.
Me asusté y hui.
¿De qué huía?
Supe que el jefe me pegaría. Que mi padre me pegaría. Que mi madre me
pegaría...
¿Y adónde
fue?
A la estación de tren. Hay mucho movimiento, mucha
gente vive allí, mendigan...
Pero usted
tenía sólo cinco años...
Muchos niños viven así... Pasé el día allí. Vi una
patata en el suelo, pateada, la seguí con la vista, la cogí, la mordí..í y
rompí a llorar.
¿Y eso?
Me sentí muy triste porque pensé en mi madre, que
me limpiaba, me daba de comer... Y volví a casa. La miré desde un callejón,
pero me quedé durmiendo en la calle.
¿Por qué no
dijo nada?
Por miedo a las palizas. Al día siguiente regresé a
la estación, y viví allí seis meses.
¿Y cómo
sobrevivió?
Mendigaba, intercambiaba, robaba, buscaba, me
escabullía... Por las noches, los chicos mayores nos buscaban a los pequeños: me
pegaban, me forzaban sexualmente...
Y, aún así...
¿no volvía a casa?
Descubrí lo duro y malo que es el mundo, ¡pero también
era libre! La noche era peligrosa, pero de día hacía lo que quería y
nadie me gritaba ni me pegaba. Estaba bien.
¿Qué pasó a
los seis meses?
Mi madre me encontró. Mi padrastro me dejó todo el
cuerpo dolorido de la paliza.
Pobre.
No
lo cuento para dar pena: lucho para evitar que otros niños vivan estas cosas...
¿Qué hizo
luego?
Escaparme otra vez. Pero mejor: me subí a varios
trenes y me largué a estaciones de tren lejanas. Y así pasé tres años de mi
vida.
¿De los 5 a
los 8 años?
Un día, un policía me devolvió a casa, pero era para
pedir dinero a mis padres. Me cayó otra paliza, y volví a escaparme. Mi hermana
pequeña, Sabira, se vino conmigo.
¿Cómo vivían?
Cargando equipajes, limpiando zapatos, mendigando,
robando y vendiendo fruta... Teníamos un buen amigo de mi edad, Feroze: él y yo
alejamos a pedradas a unos hombres que querían secuestrar a Sabira...
Menuda
existencia...
A mis ocho años apareció un ángel: la hermana
Seraphine, una monja. Me pidió que fuésemos con ella, que tendríamos de todo. Le
dije que se llevase a mi hermana.
¿Y se la llevó?
Feroze y Sabira se fueron con ella, yo no quise. A
los pocos días, Sabira vino con vestido nuevo y limpio, muy guapa. Me
convenció, y dejé atrás la vida en la estación.
¿Se fue con
la monjita Seraphine?
Sí, y en el orfanato conocí a otros ángeles: el
padre Plácido Fonseca, el padre Motines, Tina, trabajadora social... ¡Son mis
héroes!
¿Cómo eran?
Pacientes y generosos, alegres y dulces. Un día hui:
temí que volviesen a pegarme... El padre Plácido se sentó a mi lado en la estación,
sin reñirme, dulce.. y me volví con él.
¿No ha acumulado
odio, violencia...?
Hubiese matado a los que me dañaban, pero no es mi
temperamento. Entiendo
las circunstancias que te llevan a ser violento...
¿Quién le ha
enseñado más?
Eustace Fernandes, un artista en cuya casa serví: me
ayudó a trabajar como taxista... ¡y me hizo el mayor regalo de mi vida!
¿Cuál?
Un
viaje a Barcelona. ¡Otro
mundo! No vi mendigos.
Todo está limpio y hermoso: ¡me extrañó ver gente con rostros preocupados! ¿Por
qué? ¡Todo es precioso y tranquilo!
Nadie aprecia
lo que tiene, ya ve.
La vida es bella. ¡Sonríe! Es mi consejo: sonríe sin tener ningún
motivo, sonríe...
¿Por qué
debería hacerlo?
Ahora estamos hablando en el hall de este hotel, en
este sofá tan bonito, ¡y nadie nos cobra nada, nadie se mete con nosotros!
Es verdad, gracias por hacérmelo ver.
Yo
he muerto varias veces, ahora estoy soñando. Estar aquí... es impensable, un
sueño: ¡tú eres importante porque yo te sueño!
¿Y qué papel
tengo en su sueño?
Me entrevistas para ayudarme a fundar un café
librería en Bombay: vendrán niños y ahí nadie les pegará, podrán leer y estar
tranquilos, como yo hubiera querido estar.
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