—¿Cuál es el problema
en el mundo?
—Ninguno. El problema está en nuestro interior: Es
nuestro ego. Debemos cambiar nuestra actitud hacia el mundo.
—¿El ego?
—Sí, el ego es lo que nos impide sentir
compasión hacia los demás, porque cometemos el error de creer que somos diferentes.
—Eso es
inmadurez.
—Los adultos creen que ya han crecido,
que la inocencia o la ingenuidad es algo de lo que deben avergonzarse, pero lo
único que ha crecido es el ego. El corazón está atrofiado. Cualidades
esenciales como la compasión y el amor están hoy en su lecho de muerte.
—¿Y qué es el
amor?
Ver
y sentir la vida en todas las cosas. La vida y el amor son una unidad. Sin
embargo, nosotros sólo tenemos relaciones con los otros y con el mundo, no hay
sentimiento de unidad y, por tanto, no hay amor. El amor ocurre sólo cuando dejamos de
racionalizar.
—Difícil me lo
pone.
—Hemos crecido acostumbrados al
egoísmo, a la competencia, al odio, los celos y la guerra. Nuestro contacto con
el amor es sólo superficial. El amor real se experimenta cuando no hay condiciones, y
las condiciones existen únicamente donde hay división.
—Pues es un
círculo vicioso...
—Rómpelo, permite que tu corazón
florezca a través de la compasión, sintoniza con la pena y el sufrimiento de los demás.
Haz una cosa: Métete el dedo en el ojo.
—¡Ay!
—Ahora, ¿Vas a castigar al dedo?
—No pensaba.
—Lógico, porque tú eres tu dedo y tú
ojo. De la misma manera deberíamos poder vernos a nosotros mismos en todos los
seres.
—Vale.
—La
compasión no mira las debilidades de los demás. No hace distinción entre buenos
y malos. No traza líneas
divisorias entre dos países, dos creencias o dos religiones. La compasión no
tiene ego, y olvida y perdona.
—¿Y si no puedes
olvidar?
—Vive el momento presente. Aprende a
llevar a cabo tus acciones sin ningún apego e ignora el fruto del futuro.
Siempre que estés haciendo algo, trata de ser consciente. Si estás vigilante, notarás la carga
innecesaria de los pensamientos negativos que transportas. Ese estado de alerta
te hará libre.
—A veces las
circunstancias...
—No culpes a las circunstancias ni a
los demás. Tus fracasos, tus sentimientos heridos y tus miedos son debidos a
alguna debilidad, y esa debilidad es ignorancia. Deja de aferrarte al pasado y serás libre y
tendrás paz.
—¿Como un niño
sin pasado?
—Exacto. Así como un niño vive
plenamente en el presente, cuando tú ames, deja que todo tu ser esté presente
en ese amor, sin reservas ni divisiones. No hagas nada de forma parcial, hazlo
todo con plenitud.
—El miedo bloquea
la espontaneidad.
—Es el miedo a ser juzgado. El problema
yace en el sentimiento de separación, en el sentir que los demás son otros. Mientras exista
ese miedo, tu corazón estará cerrado.
—Difícil, abrir
un corazón herido.
—Cuando pases un mal momento, piensa: «No espero
ningún amor de los demás, no lo necesito porque yo soy una fuente inagotable de
amor, que continuará dando amor y nada más que amor a todos los que lleguen a
mí». El
amor puede existir únicamente donde no se fuerza.
—Creo que pide
demasiado.
—Todos hemos sido heridos muchas veces,
nuestro ego ha sido lastimado. Pero la mejor cura es observar la mente.
Deshacerse de todas las penas del pasado y relajarse.
—¿Cómo?
—Empieza por aprender a estar relajada
durante los momentos de tensión. Aprende a hacerte a un lado y observar los pensamientos
negativos, los sentimientos heridos y la agonía mental por la que estés
pasando. No
cooperes con la tensión y la agonía.
—¿Cree que la
suma de esos intentos cambiaría el mundo?
—Sí, tan sólo con que en el seno de
cada familia un miembro esté decidido a practicar la compasión.
—¿Y quién será
compasivo con él?
—No
necesitará la compasión de nadie, porque dar amor nos llena de amor. Fíjese en las
diferencias entre Occidente e India. Occidente está lleno de gente deprimida y
psicológicamente enferma. En India hay una extrema pobreza, pero el amor entre
la gente sigue vigente y no hay desequilibrados.
—¿Cree que es
posible alcanzar la felicidad?
—Estar
contento y feliz depende únicamente de la mente, no de las circunstancias. En realidad, la
felicidad depende del dominio de uno mismo. Incluso el más sublime de los
paraísos se transforma en un infierno si la mente está agitada, y viceversa.
—¿Y eso es
contagioso?
—Si podemos llevar a cabo acciones
correctas con la actitud correcta, purificaremos nuestra mente y nos importará
de forma genuina lo que les pase a los demás.
—Entonces, ¿Hay
solución al sufrimiento del mundo?
—Por supuesto que la hay. El problema
actual es que a la gente no le importan sus semejantes y a la que le sobra es
incapaz de dar. ¿Sabes lo que pasa?
—¿Qué?
—Que la gente habla de Dios, pero no
practica a Dios, no siente a Dios en su interior. Dios, que es el amor, debe
trabajar a través de nuestros ojos, de nuestras piernas, de nuestro corazón; a
través de nuestros pensamientos y de nuestras acciones, y así acabaremos con
todos los problemas y sufrimientos.
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