El niño conoce instintivamente
a su amigo y a su enemigo, según decía Walter Scott en una afirmación basada,
más que nada, en la intuición. Sin embargo ahora dicha aseveración está además
respaldada científicamente, según la noticia que leí cuyo titular decía lo
siguiente: "Investigadores de la Universidad de
Yale establecen que los bebés distinguen el bien del mal incluso con seis meses
de vida"
La creencia popular atribuye a
los bebés una inocencia angelical incapaz de juzgar el comportamiento ajeno,
pero investigadores norteamericanos contradicen esta opinión, al haber
descubierto que criaturas de tan solo seis meses ya son capaces de hacer juicios
morales.
La investigación, llevada a
cabo por el equipo de Paul Bloom,
psicólogo en el Infant Cognition Center de la Universidad de Yale en
Connecticut (EE.UU.), un centro que estudia la evolución, las habilidades y el
aprendizaje de los más pequeños, utilizó la capacidad para diferenciar entre
comportamiento útil e inútil, como indicador del juicio moral.
En un primer experimento, se
les mostró a bebés de entre seis y diez meses en repetidas ocasiones, un
sencillo espectáculo de marionetas de madera. Una bola roja intentaba subir una
colina y era ayudada por un triángulo amarillo que la empujaba por detrás.
Otras veces, la bola roja se veía obligada a bajar la colina por culpa de un
molesto cuadrado azul que le causaba problemas. Después de ver los títeres, a
los bebés se les pedía elegir un personaje. Una mayoría abrumadora, el 80%,
eligió la figura útil. «Escogieron al
buen tipo», afirma Bloom.
Leyendo la noticia, se podría
afirmar que nacemos ya con un código ético incorporado. Probablemente, cuando
nuestro pequeño hijo nos observa, sabe cuándo hemos cometido una mala acción y
cuando nos estamos portando bien. Los autores del estudio creen que los padres
se preocupan mucho por enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el
mal, pero "quizás sea algo con lo que los bebés
ya vengan al mundo".
En fin alguien me dijo, no sin
razón, que no
solo el bien que hacemos es obligatorio, sino muchísimo del que dejamos de
hacer. No hay día que no traiga consigo la ocasión de hacer un bien
nunca hecho hasta entonces... y que ya jamás podrá hacerse si no lo hacemos
nosotros mismos. Y no podemos alegar ignorancia; sabemos desde muy pequeños, como hemos
visto, lo que está bien.
Reflexión final: "El drama no es elegir entre
el bien y el mal, sino entre el bien y el bien." (Georg Wilhelm Friedrich
Hegel)
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