Vayan por delante mis disculpas
por traer hasta el muro del blog un filme que, con seguridad, no pasará a la
historia del cine como una de las mejores producciones, pero que, sin embargo,
contiene una frase que tal vez valga en sí misma por sus casi dos horas de
metraje; perfecta metáfora de lo que hoy quiero explicar.
Frase redonda, inolvidable... y
bastante cierta. No se si puedo afirmar, sin que me tildéis de exagerado, que
hay momentos que por si solos valen por toda una vida, pero si sé que los hay
que, al menos, pueden compensarte por varios años.
¿Con qué tiene que estar relacionado ese momento concreto, para
que se convierta en parte de tu biografía imborrable? Imagino que
para cada uno será diferente. Sí tienes momentos así en tu vida; ¿Qué hubo en
ellos? ¿Un beso perfecto, una caricia electrizante, una mirada tierna, un
momento de diversión incomparable, un arrebato de pasión o, tal vez, una simple
conversación, un tranquilo paseo, un largo viaje, una canción, un regalo, un
triunfo, un libro, un encuentro...? Lo que durase en cada caso no resulta
sustancial, porque estamos hablando de momentos sublimes y los momentos así
son fugaces por definición.
De cualquier forma, tengamos
claro que esos instantes que te quitan el aliento, no se pueden provocar. Te asaltarán
por sorpresa y quizá solo después (a veces, mucho tiempo después), te darás cuenta
de que viviste algo que no olvidarás en el resto de tu vida.
Y por último, los momentos 'sin
aliento' son también el mejor reconstituyente para aquellos otros vacíos de
emociones y
no deberíamos tener rubor de regresar a ellos cuando nos haga falta, porque nos
pertenecen ya por siempre. Cerrar los ojos, volver a lo que vivimos
y por un instante mágico, sentirse no sé si el Rey del Mundo o el Príncipe de
los Mendigos, pero si parte de la "selecta nobleza" de aquellos
humanos que vivieron en sus vidas la magia de un momento por el que les ha
valido la pena vivir.
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