En la actualidad el aspecto
físico y la imagen de las personas cada vez se cobra más adeptos y por supuesto
más víctimas. Algo que puede parecer frívolo y superficial es causa de mucho
sufrimiento en más personas de las que imaginamos. Y es que no siempre nuestro
cuerpo es tal como quisiéramos, es más, me atrevería a decir que nadie tiene un
cuerpo sin algo que no quisiera diferente. No pasa nada por eso, siempre que no
repercuta en nuestra vida diaria. ¿Pero qué ocurre cuando el físico interfiere en nuestro
bienestar y nuestra vida cotidiana? ¿Qué pasa cuando nuestro aspecto
determina qué cosas hacemos y cómo las sufrimos en vez de disfrutarlas? Aquí
tienes cinco píldoras que espero contribuyan a la desaparición de ese
des-contento que tienes con tu imagen.
DES-COMPÁRATE. Continuamente
vemos anuncios de cuerpos maravillosos, o al menos de lo que nos han dicho que
es bonito. También pasamos al lado de otras personas que se asemejan a ese
canon de belleza y puede que nos sintamos menos afortunados o bellos al
compararnos. Y por compararnos… llegamos incluso a hacerlo con un ideal de
nosotros mismos que nuestra querida mente ha decidido fabricar y que por
supuesto no se corresponde con la realidad. Eso nos hace sentir frustración y
puede llegar a convertir una buena tarde de playa en un mal rato. ¿Por qué te
comparas con los demás? ¿Alguna vez te has preguntado si realmente tiene
sentido hacerlo? No voy a decirte que dejes de compararte, que tal vez es lo
que esperas. Voy a decirte que te compares si lo deseas, pero ¡¡con todo el
mundo!! Si quieres comparar tu físico con otro…adelante, pero no selecciones a
aquellas personas que por adelantado sabes que te sacarán ventaja según tu
“ranking de belleza”. Compárate, pero con todas las personas que te rodean, de
cualquier edad, estatura o peso. Te sorprenderá descubrir cómo cambia tu visión
de las cosas.
DES-PREOCÚPATE. Hay un
proverbio chino que dice “si algo no tiene remedio ¿para qué preocuparse?, y si
puede remediarse deja de preocuparte y ¡ocúpate!” Hay dos tipos
de zonas que no te gustan en tu cuerpo: las que pueden cambiarse y las que no
(al menos en el momento presente, quién sabe qué ocurrirá dentro de un
tiempo). Pasar tiempo prestando atención
a las zonas de tu cuerpo que no te agradan y mortificarte por eso ¿tiene algún
sentido? ¿te hace sentir mejor? Si algo no te agrada y puede cambiarse… ¿a qué
esperas? Puede que te digas “Si quisiera
cambiar esto realmente ya me hubiese puesto manos a la obra”.
Una gran excusa para no actuar. Tal vez para ti sea más cómodo no hacer
ejercicio o una dieta saludable que tener un físico que no te gusta. Si cuentas
con los recursos necesarios ¡a por ello! Y si no…déjalo de momento en la lista
de cosas que no puedes cambiar y a por
otra. ¿O
acaso alguna vez en tu vida algo ha cambiado por el simple hecho de preocuparte
por ello sin hacer nada al respecto?
DES-FOCALIZA: ¿Cuánto
tiempo pasas señalando o quejándote por las partes de tu cuerpo que no te
gustan? ¿Cuánto tiempo disfrutando de las que sí te agradan? Tal vez estés
desatendiendo las partes de tu cuerpo de las que podrías sentirte orgullosa. No
te engañes, por mucho que centres tu atención y te lamentes por lo que no te
gusta de ti…no va a cambiar por sí solo. Sin embargo dejas a un lado partes que
te parecen agradables, que te hacen sentir bien. Mueve tu foco de atención como si de un
gran foco de luz se tratase, apártalo de esas zonas que te “amargan la vida” e
ilumina las que te gustan. Ya es hora de quererte un poquito más ¿no crees?
DES-OPÍNATE. ¿Cuántas
opiniones puedes formular al cabo del día? Las opiniones de los demás pueden
ser muchas y de muchos tipos. Según te convenga te quedarás con unas o con
otras. Si un día quieres sentirte mal, no te preocupes, vas a escuchar
atentamente y darle gran valor a todas esas opiniones sobre ti que no te
gustan. Escucha las opiniones que quieran dar sobre ti, pero dales tan solo su
valor, el de una opinión, algo puramente subjetivo y que te afecta tanto como
tú lo permitas. Una
opinión no es una realidad, es solo la manera en que alguien ve algo.
Y no te olvides de tus propias opiniones acerca de ti. ¿Te las vas a creer
porque sí o vas al menos a replantearte si algo es terrible o simplemente
opinas que no es como te gustaría?
DES-APRENDE. Si tuviésemos que contar todo lo que hemos
aprendido a lo largo de nuestra vida necesitaríamos como poco otra vida más.
¿Qué es bonito y qué es feo? ¿Quién ha inventado esos conceptos de tal forma
que te los has creído sin más? Encuentra tu
propia belleza. Y no olvides lo más importante: tu cuerpo no es solo
para mostrar tu atractivo, es el vehículo que te permite estar en este mundo de
forma física. Cuídalo, mímalo, quiérelo, pero no te limites a mostrarlo sino
para lo más importante, para gozar de salud tanto física como mental. Imagina
que vas a visitar la playa por última vez en tu vida. Puedes pasarte el día luciendo traje de baño o centrarte
en notar el mar en tu piel, el sol, tu cuerpo nadando, la arena bajo tus pies
¿qué elegirías?
Te propongo un ejercicio. Coge
tres hojas de papel. En una anota las cosas de ti que te agradan, en otra las
que no te gustan y pueden cambiarse y en otra las que siguen sin gustarte pero
no pueden cambiarse (al menos de
momento). Mima las partes de ti que te gustan, disfruta de ellas y aprende a
querer las que no te agradan. ¿Cómo? Mírate cada día un rato en el espejo y no dejes a un lado
nada, no las evites, dedícales un tiempo aunque no te guste lo que ves. Si
haces esto asiduamente comenzarás a aceptar esas partes de ti casi sin darte
cuenta. Y las que pueden cambiarse….a por ellas. Tal vez puedes empezar por
preguntarte ¿cuál es el primer paso que puedo dar para empezar a cambiar esta
zona?
Y no lo olvides: tú no eres tu
físico, eres mucho más, aprender a darle el valor que tiene te ayudará a sentir
más seguridad y comprender lo verdaderamente importante de las personas.
www.merchemaldonado.es
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