El baúl de los recuerdos es un
gran condicionante, para bien y para mal. Influye en cómo nos relacionamos con
las personas, en las decisiones que tomamos, en las elecciones que hacemos, en
cómo nos sentimos y lo que esperamos del futuro. El baúl de los recuerdos es
nuestro alma, la experiencia, los detalles de nuestra vida... puede llegar ser nuestro mejor amigo pero también el
peor enemigo.
No tiene una localización
concreta. El baúl puede ser una caja en la que guardas cosas, pero también está
en tu memoria, en tus recuerdos. Y estos recuerdos son los que condicionan en
gran parte tu felicidad.
Hablando con mi amigo Jordi
Juste, decidimos el otro día dividir a las personas en dos grupos... -hoy no
viene al caso... Jordi, esto lo explicamos en otro artículo, eh? ;)-. Pero
existe otra división: las personas que guardan
recuerdos con rencor, que prestan más atención a los que les fallaron, a los
fracasos en su vida... frente a las personas que guardan en su baúl los
agradecimientos, los éxitos y los detalles que suman.
¿En qué grupo de los dos tienes más probabilidad de
ser feliz? Sin duda en el de
los recuerdos positivos. Nuestro pasado condiciona el futuro, la motivación con
la que nos enfrentamos a lo nuevo, los prejuicios que tenemos hacia las
personas, lo capaz que nos vemos de tomar decisiones y seguir avanzando. Los recuerdos positivos nos dicen que tenemos
potencial, que hemos superado pruebas en el pasado, que tenemos experiencia
para triunfar, que las personas nos aportan y enriquecen, que la vida es un
lugar para ser feliz y desarrollarse, que podemos confiar y que nos deparan
cosas bonitas.
Los recuerdos negativos son negros, grises, oscuros. Hablan sobre lo que no salió,
sobre esa persona que te falló, aquel amigo que no se comportó como tú
esperabas, la entrevista de trabajo en la que estuviste nervioso y de la que
saliste diciendo que no volverías a otra más. Los recuerdos
negativos tienen mucha capacidad para empequeñecer a los positivos. Y además son como las
cucarachas, que ni echándoles lejía desaparecen... salvo que tú decidas que no
te aportan y que serías más feliz no teniéndolos.
Cada vez que la memoria positiva
del baúl asoma la cabeza, y te dice: "Hombre, tampoco es todo tan
horrible, puedes confiar en esta persona, seguro que no te falla"... aparece esa memoria oscura que
te recuerda: "Pero si te han fallado
amigos, compañeros de trabajo, no seas pardillo, todo el mundo es igual, aquí
va cada uno a lo suyo... bla, bla, bla".
Y tú, que necesitas sentirte
protegido porque es ley universal, le prestas más atención al baúl
negro, te dices a ti mismo
que igual tiene razón, y te limitas. Dejas de confiar, de relacionarte, de
buscar oportunidades... porque solo ves expectativas negativas.
Además, si llenas tu baúl de recuerdos que restan, te sentirás
apagado y desolado, porque tu mundo será
un lugar en el que pasan cosas malas, con personas feas, en el que
tú no tienes control sobre la situación, sino que son los demás los que
condicionan tu vida. Las personas que interpretan el contexto así se sienten
más tristes, con menos optimismo, con menos confianza en ellos mismos y en los
demás.
No trato aquí de transmitirte que
todo el mundo es bueno ni ideas utópicas de este tipo. Sólo trato de que
limpies tu mente, y de que la abras, que observes más allá del agravio. Que no cierres la puerta a las oportunidades y no
saques conclusiones sin preguntar.
Si quieres ser feliz, empieza por
hacer una limpieza en ese baúl:
· De esas experiencias que te
marcaron, con las que te sientes ridículo, trata de buscar lo que te aportaron, qué te
enseñaron. Y luego piensa: "Si te vieras otra vez en la
misma situación ¿cómo actuarías, qué dirías?" Y una vez saques el aprendizaje,
escribe en una hoja la experiencia, arrúgala y mete un tiro libre en la primera
papelera que tengas en tu casa. Y cada vez que vuelva a tomar presencia en tu
mente (la preocupación), di "gracias Pepito Grillo, ya
conozco este tema". Y no le des más vueltas. No eres más
responsable por machacarte.
· Si tienes carpetas
abiertas con personas que son importantes para ti, tienes dos opciones: o les llamas y hablas de forma franca, comentas qué
te molestó y lo que te distancia... o eliminas a la persona definitivamente de
tu vida. Mira a la gente que
crees que te ofendió con otros ojos. Trata de ser empático, ¿existe otra
explicación más benevolente para justificar lo que te hirió? Se encontraría
enfermo, estaría nervioso, tendría un problema... o simplemente es un capullo.
Si es un capullo... vuelve a repetir el ejercicio del tiro libre. Pon su nombre
en la hoja, arrúgala, di BORRÓN Y CUENTA NUEVA y lanza. Si cabe la posibilidad
de que no tuvieras toda la información para juzgar a esa persona, pregunta.
Llama y pide explicaciones, tienes derecho a hacerlo, quédate tranquilo. Y con
lo que te diga, luego, toma decisiones. Puede que te convenza lo que argumente
o que no. Pero dale la oportunidad.
· Con las experiencias
traumáticas, como un accidente de coche en el que no tuviste responsabilidad
ninguna, o alguna otra situación de éstas que la vida nos guarda de vez en
cuando... acepta. Si no aceptas la parte injusta de
la vida, por la que todos atravesamos alguna vez, te quedarás rumiando en el "por qué a mí, por qué yo". Y por supuesto, nadie te dará
una respuesta, porque sencillamente, no la hay. Dale vacaciones al
victimismo, es un mal compañero de viaje.
· También nos contaminan errores
nuestros que nos hacen sentir culpables, irascibles, frustrados. Para manejar estos sentimientos
piensa que eres humano, que no tenías mala intención, pide perdón, disculpas.
Nunca es tarde para hacerlo. La persona a la que has ofendido puede que te
perdone o que no lo haga, pero seguro que valorará tu gesto y tu honestidad.
Y ahora, parte de cero. Lleva contigo un diario de
bienestar encima. Basta con que sea una libretita pequeña. Y vete buscando
cosas positivas con las que rellenarla. El hecho de buscar lo bueno aumenta el
nivel de atención sobre lo que SÍ FUNIONA. Tu radar, ese que tienes en el
cerebro, te llevará a estar pendiente de lo que te hace feliz, y este simple
ejercicio ya mejora nuestro estado de ánimo.
Aprende a buscar la esencia, el detalle, lo que suma. Para conseguirlo tienes que
entrenarte en ello. No sale solo si no lo has hecho hasta ahora. Mira a las
personas con bondad, espera cosas buenas de ellas y de la vida. Si actúas así,
si tienes ese tipo de expectativas, aumentas la probabilidad de que ocurran.
No dejes que el pasado condicione el futuro de tu
vida. Llena el baúl de experiencias, de esos momentos que quieres llevarte
contigo.
Molt cert, i com condiona la nostra vida... Gràcies i bon cap de setmana!
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