En el centenario de su nacimiento,
ocurrido en 1880, el estado americano de Pensilvania declaró el 27 de junio
como el Día de Helen Keller, promovido por el museo dedicado a esta audaz
personalidad que, probablemente, muchos ya conocéis.
La estadounidense Helen Adams Keller, conferenciante, activista y escritora, fue una
mujer extraordinaria. Debido a unas fiebres altas cuando apenas tenía dos años,
Helen se quedó ciega, muda y sorda. A los 7 años inventó hasta 60 signos para
comunicarse con una amiga, pero su comportamiento errático dejó a su familia
preocupada por la necesidad de ingresarla en un centro. Aún así, su madre no se
rindió y tras leer sobre la posible educación de otro niño ciego y sordo en una
obra de Dickens, recorrió varias instituciones, hasta llegar al Instituto
Perkins para ciegos, en Boston, animada por el inventor del teléfono, Alexander Graham Bell, que trabajaba
con niños sordos en esa época. En Perkins, Helen empezó a formarse con la
educadora Susan Sullivan.
Esa relación duraría los siguientes 49
años de sus vidas. Deletrear con los dedos fue la fórmula inicial para seguir
con clases de conversación en varios institutos para sordos (tardó 25 años en
aprender a hablar para comunicarse con los demás) y asistir a la universidad.
Las personas se sentían admiradas y
sorprendidas de los logros de Helen, y conoció a mucha gente influyente, como
el escritor Mark Twain, quien le
procuró el patrocinio del hombre de negocios Henry H. Rogers, que financió sus estudios universitarios. Susan
Sullivan la acompañaba a las clases. Keller se graduó con cum laude, a la vez
que escribía sus logros en “La historia de mi vida”.
Helen Keller se convirtió en una
conferenciante y activista convencida, por el voto femenino, los derechos de
los trabajadores, los derechos de los discapacitados o el pacifismo. Visitó más
de 40 países para inspirar a las personas a superarse y luchar por sus metas, y
hoy es un símbolo de resiliencia y entrega a los demás.
Sus inspiraciones:
El
optimismo es la fe que conduce al éxito. Nada puede hacerse sin esperanza y
confianza.
Lo que
alguna vez hemos disfrutado, nunca lo perdemos. Todo lo que hemos amado
profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.
Uno no
debe nunca consentir arrastrarse cuando siente el impulso de volar.
La
seguridad es más que nada una superstición. La vida es una aventura atrevida o
no es nada.
Cuando
una puerta de felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos
tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros.
Ningún
pesimista ha descubierto nunca el secreto de las estrellas, o navegado hacia
una tierra sin descubrir, o abierto una nueva esperanza en el corazón humano.
La tiranía
no puede derrotar el poder de las ideas.
En el
maravilloso reino de la mente he de ser libre como los demás.
No
inclines nunca la cabeza, tenla siempre erguida. Mira al mundo directamente a
la cara.
No soy
la única, pero aún así soy alguien. No puedo hacer todo, pero aún así puedo
hacer algo; y justo porque no lo puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que
sí puedo.
Todo
llega a esto: la forma más fácil de ser feliz es hacer el bien.
Feliz semana,
Álex Rovira
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