Ilustración Anna Parini |
En este siglo acabaremos
con las enfermedades, pero nos matarán las prisas, Gregorio Marañón.
Una de las grandes
desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo. Gilbert Keith Chesterton-
Cuánta gente anda corriendo de un lado
para otro sin saber a dónde va ni a qué ha ido, y sin llegar a valorar si
necesitaba ir de prisa o si podría haber hecho lo mismo a otro ritmo. La prisa
no es un valor añadido. Nadie es mejor profesional ni mejor persona porque vaya
rápido a todos sitios o porque exprese lo estresadísimo que está.
¿Ha calculado cuánto tiempo gana
cuando va a toda velocidad? La mayoría de las veces, ir deprisa no implica
caminar más rápido o pensar de forma más ágil. Significa estar y sentirse internamente
acelerado.
Imagínese encontrándose con alguien
conocido que le saluda mientras habla por el móvil a la vez que mira el reloj,
le estrecha la mano y le sonríe para mostrar lo feliz que se encuentra. Cuando
cuelga, le abraza efusivamente, le dice que anda liadísimo, que va todo el día
corriendo, que todo está fatal y que no puede esperar más para coger
vacaciones. A usted apenas le deja hablar, no le pregunta cómo le va, se
despide diciendo que a ver cuándo quedan y sale disparado. Escenas como esta se
viven todos los días en la calle de una gran ciudad.
Muchas personas viven aceleradas e
instaladas en la prontomanía, en la necesidad de contestar a todo de forma
inmediata como si no hubiera un mañana. Da la sensación de que la prisa da
prestigio porque indica que está ocupado, muy ocupado, y eso se interpreta como
que es un gran profesional. Falso. La velocidad también puede ser sinónimo de mala
gestión del tiempo, de desconcentración, de olvidos y desequilibrio personal y
profesional. Mucha gente no dejaría sus asuntos importantes en manos de alguien
que no tiene cinco minutos para sonreír, para preguntar cómo estamos, para
hablar de forma conversacional un momento y transmitir paz y sosiego.
La persona que convive con la prisa lo
hace también con el estrés y la ansiedad, no disfruta del
momento porque está anticipando el futuro. Deja la vida pasar porque no observa
lo que ocurre en el presente y no escucha lo que le dice la gente porque su
cabeza piensa a 200 revoluciones. También tiene más probabilidad de tener un
accidente porque se salta límites con tal de ahorrar tiempo.
La prisa llega a convertirse en un estilo de vida.
De hecho, mucha gente no sabe qué hacer con su tiempo libre cuando lo tiene.
Estar desocupado les produce malestar, sensación de pérdida de tiempo, incluso
falta de autoestima porque… “¿cómo puede ser que no esté haciendo ahora algo,
qué dice eso de mí?”. Para este tipo de personas, el aburrimiento es algo
desagradable, vacío y sin sentido. Por eso siguen corriendo aunque ni siquiera
sepan hacia dónde.
¡Basta! Pare, reduzca, contemple, mire a
su alrededor y levante el pie del acelerador. Tiene derecho a elegir el ritmo
que quiere imprimir a su vida, a tener tiempo para su ocio, para pasear sin
rumbo solo por el placer de hacerlo. El tiempo no es algo que deba consumir en
grandes cantidades y a borbotones. El tiempo es algo para saborear, incluso cuando tiene
que entregar un informe de forma urgente. ¿La calidad de ese trabajo será mayor
si lo redacta estresado? ¿Encuentra mejores soluciones? ¿Es más creativo? ¿La
vida le va mejor y disfruta más de ella? La respuesta a todas estas preguntas
es un rotundo no.
Hacer cientos de cosas y no
disfrutarlas es como no hacer nada. Las personas con calma, las que optimizan
su tiempo para trabajar y disfrutar de la vida en todos los sentidos, dan buen
rollo y, a más de uno, envidia. ¿Cómo lo consiguen?
Ilustración Anna Parini |
Se
ponen límites en los horarios. Establecerlos nos ordena y agiliza la
mente. Saber que a una hora concreta el trabajo tiene que estar acabado centra
la atención en la actividad. Si esa acotación no existe, el cerebro se dispersa
porque sabe que dispone de todo el tiempo del mundo para resolver lo que tiene
entre manos. Los
límites permiten prestar atención a lo importante; sin distracciones
que le exigirán un nuevo proceso de calentamiento para concentrarse en la
actividad que es realmente prioritaria. Cada vez que rompe su proceso de
concentración, enlentece la tarea, y luego llegan las prisas para acabarlo
todo. Suspira pensando en que no llega, se queda en la oficina más tiempo del
que desearía, se siente culpable por no regresar a casa antes y vuelve a correr
para recuperar lo que perdió por no gestionar bien su tiempo.
Dicen
una palabra mágica: NO. La conducta servicial no puede
convertirse en actitud servil. Si antepone los deseos de los demás siempre
antes que los suyos, luego no llegará a poder gestionar sus asuntos. Sus
actividades y su relajación son importantes. Esta situación lleva a una vida
insatisfecha, en la que predomina la idea de que no tiene espacio para usted
mismo y de que sus actividades no son importantes. Muchas personas piensan que
dedicarse tiempo es egoísta, porque son ratos que podría invertir en los demás.
Pero no es así. Su bienestar psicológico y físico depende de su capacidad de
disfrute.
Desconectan. Del
móvil, del WhatsApp, del trabajo, del correo electrónico, de todo lo que les
impide disfrutar de otros momentos. Uno de los usos negativos de la tecnología
es convertir todo en algo inmediato. No está obligado a contestar a toda la
información entrante en el instante. La mayoría de ellos no son urgentes. Si lo
fueran, le llamarían. Es usted quien ha decidido que tiene que responder a todo
con prisa porque ha cogido ese hábito, porque no tiene paciencia o porque cree
que el que le escribe podría molestarse. Aprenda a retrasar, sobre todo si en ese
momento está realizando otra actividad que requiere de su atención.
Utilizan
técnicas que permiten relajarse. Yoga, pilates, deporte, un baño de
agua caliente, una llamada de teléfono larga y relajada o una copa de vino al
calor de la chimenea. Para estos momentos siempre hay un espacio. Se trata de
repartir las horas de forma que obligaciones y ocio estén equilibrados.
No
buscan la perfección, buscan estar a gusto con sus vidas. Hay
personas que buscan mejorar, crecer y superarse. Y hay otras que se obsesionan
con que todo sea perfecto y esté controlado. La perfección no existe, ni en la
tecnología, ni con nuestro físico, ni en la destreza o habilidad para
desarrollar un deporte. Perderá mucho tiempo intentando que algo sea perfecto.
Basta con que esté rematadamente bien, no necesita que sea perfecto. Es más, muy poca
gente será capaz de apreciar ese nivel de excelencia al que ha dedicado
tantísimas horas y que le ha impedido alcanzar el punto anterior: relajarse y
desconectar.
Fluyen. Están
presentes, disfrutan y observan lo que acontece a su alrededor. No buscan qué
hacer a continuación, sino que se dejan llevar por el momento. Dedican tiempo a
la vida contemplativa. Para disfrutar del momento, usted debe estar en el
presente, en el “esto, aquí y ahora”.
Repetirse estas palabras de vez en cuando le permitirá recordar la importancia
de los detalles, de atender su momento en lugar de anticipar el futuro.
Y recuerde: los segundos o minutos que
gana corriendo no compensan todo lo que pierde en calidad de vida.
PARA
SABER MÁS
El
libro- ‘Momo’,
Michael Ende.
La película. ‘El guerrero pacífico’, Víctor
Salva.
La frase. “Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y
dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único
realmente importante: vivir”. Robert Louis Stevenson
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada