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dijous, 7 de maig del 2015

¿Quién tiene que cambiar?. Belén Casado Mendiluze

A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás le dijo el Maestro:
“Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.
Anthony de Mello.
Siempre me ha gustado este cuento porque de lo sencillo que es tiene mucha miga. Cuando las circunstancias son desfavorables, para llevar mejor la situación, uno debe cambiar de actitud… o darse media vuelta y marcharse.
Por mucho yoga o meditación que se haga, no es posible ni deseable vivir con una tensión continuada. Ya no depende de cuál sea mi actitud para vivir con paz; es que hay ambientes en los que no es posible vivir con paz, por mucho que ponga yo de mi parte. Lo mejor es salir de ahí… corriendo.
Es verdad que soy yo el que debo preocuparme de cambiarme a mí mismo en vez de cambiar al otro, pero siempre con la condición de que yo no me fuerce a adaptarme a una situación que no hay quien la aguante.
Ahora bien, es más fácil tomar lo que me dan los amigos, si estoy a gusto con ellos, que empeñarme en que nos veamos todos los fines de semana. Es más fácil llamar a esa amiga cada quince días que esperar con nervios a que me llame cada semana. Cambia tú y los demás se situarán donde tú te pongas.
Si es paz lo que buscas, tienes que observarte, en primer lugar, para darte cuenta de qué es lo que NO te da paz en el día a día. Qué es lo que te revuelve las tripas, te desasosiega y no te deja dormir tranquilo. A veces, tenemos más claro lo que no queremos que lo que deseamos. Está bien que sea así.
Hay personas que no saben cómo les gustaría vivir, pero sí saben que no quieren que les levanten la voz, sí saben que les molesta que no tengan en cuenta su opinión, sí saben que les desagrada la discusión diaria.
Sí importa identificar los “noes” de nuestra vida, lo que nos produce malestar y a lo que no conseguimos adaptarnos por mucha paz que pongamos en el empeño; eso no significa ser negativo, sino ver con claridad lo que tenemos delante que nos desagrada. Y lo vemos porque lo sentimos.
Cuando identificas lo que no quieres para ti, ya te estás dando pistas a ti misma por dónde no ir porque te hace daño, que tal como lo llevas haciendo hasta ahora, realmente no te funciona, no consigues el resultado esperado. ¡A qué esperas para dejar de hacerlo!
Si es paz lo que buscas, cambia tú en lo que esté en tu mano, y de lo que no dependa de ti para cambiarse, apártate. Tienes derecho a poner distancia, a tener en cuenta “tu semáforo interior” que te avisa de un peligro. Tienes derecho a ser tú.

Caminamos…

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