Gabriel Rolón, psicoanalista, músico y escritor
Tengo 50 años. Nací y vivo en Buenos Aires. Divorciado, vivo en pareja y tengo dos hijos. Cuando los nazis quemaron toda su obra, Freud dijo: "La humanidad ha avanzado mucho; en la edad media me hubieran quemado a mí". Pese a la crisis, hemos avanzado. Soy agnóstico.
De anhelos y deseos
Con él he aprendido a distinguir entre deseo y anhelo. Su deseo es tomar un mate con su padre: "imposible de realizar porque ya murió". Y su anhelo es no dejarse avasallar por un cierto mimo egocéntrico "por el hecho de tener cien pacientes en lista de espera". Se hizo famoso en Argentina por contar con un lenguaje llano, primero en la radio y después en la tele, los males que nos aquejan y sus posibles soluciones. Tiene publicados dos libros sobre historias clínicas, un ensayo crítico sobre el amor que acaba de salir en Argentina y una novela negra Los padecientes (Destino) en la que un terapeuta acaba convirtiéndose en detective y resuelve sus casos a base de teoría psicoanalítica.
Yo escuchaba el relato de las penurias que pasó mi padre de niño, interno en un colegio porque su madre no podía mantenerlo.
¿De ahí su vocación?
Sí. Es muy difícil para un niño imaginar a su padre desvalido, tendemos a verlo fuerte.
Su padre era albañil, ¿qué le hizo a usted famoso?
Trabajaba en un programa de radio muy exitoso que me llevó a la televisión. En la vida no siempre aparece la oportunidad, pero cuando aparece uno tiene que estar preparado para hacer lo que sueña hacer. Y yo me había preparado.
Las cosas que se presentan no siempre responden claramente a tus sueños.
Cierto, yo estoy en contra de esa idea que circula de que lo que uno desea lo atrae. Lo que uno desea lo busca, y lo que encuentra se parece más o menos a lo deseado.
Ahora que somos tan conscientes de la importancia de la infancia, la mayoría de padres estamos paralizados.
La ignorancia da mucha impunidad. Es bueno saber que en los primeros 5 o 6 años de vida se establecen las bases de lo que va a ser la personalidad que luego se va acomodando hasta los 15 o 16; a partir de ahí uno se hace cargo de su vida y empieza a pelear por modificar lo que no le gusta.
¿Cuál sería la infancia ideal?
No existe, es como el paraíso.
El ser humano se deforma en sus primeros años de vida. ¿Por qué no los animales ni las plantas?
El sujeto humano no es natural, es cultural. Un hombre no toma por la calle a la mujer que le gusta, tiene que seducirla.
La naturaleza también seduce.
A nosotros nos domina el deseo, debemos vivir con la culpa, frustraciones, miedos, y eso nos convierte en seres complicados.
¿De qué habla la gente en el diván?
Dos temas: las pérdidas (pérdida de la juventud, la caída de un sueño, un divorcio, la pérdida del amor hacia uno mismo...) y el amor, o si lo quiere más duro: de la sexualidad y la muerte.
¿Tan importante es la sexualidad?
Sexualidad no es genitalidad, es la energía libidinal que nos mueve a hacer cosas, de manera que, probablemente, para alguien que invierte sus energías en el mundo de las ideas, la genitalidad va a ser secundaria.
Entiendo.
Esa energía vital está en contraposición a una energía destructiva que hace que nos boicoteemos, que elijamos las cosas que nos hacen daño. Esa energía nos impulsa al dolor, a mantener relaciones que nos dañan. La diferencia entre la sanidad o la enfermedad en lo psíquico tiene que ver con el equilibrio entre esas dos fuerzas.
¿Qué le ha sorprendido?
La felicidad de una persona depende de lo capaz que sea de escuchar su deseo, pero se nos hace muy difícil poder escucharlo y hacernos cargo de él porque la culpa, los miedos y los mandatos (esas frases que oímos de pequeños: "no sirves para nada", dichas de muchas maneras) enturbian ese camino.
Caray, qué difícil todo.
El poder se halla en la sinceridad con que reconozcamos lo que deseamos para ser felices y con el valor para recorrer ese camino que siempre es arduo, pero lo que se consigue fácilmente es una felicidad de cotillón.
No estoy de acuerdo, la vida te hace muchos regalos: encuentros, un buen amor...
Eso implica elegir, es el proceso de un largo ejercicio de vida para poder separar lo que te hace bien de lo que te hace mal, lo que quieres de lo que no quieres.
En el diván, ¿hay diferencia entre hombres y mujeres?
La mujer reclama, hace escuchar su deseo; el hombre es más postergador, clínicamente decimos que al hombre hay que histerizarlo, sacarle el lado femenino.
¿Cuáles son las herramientas mas útiles para afrontar la vida?
La honestidad para reconocer cuál es mi deseo, porque elijo hacer una cosa y no otra. Y no dejarse tentar por razonamientos fáciles del tipo "Dios lo quiso así", "no soy un tipo con suerte"... Alguien dijo que el diablo tiene más cara de estúpido que de malo.
Los tópicos son como garrapatas.
Hay muchos razonamientos falaces que nos envenenan: "el amor es maravilloso". ¡Mentira! Si quieres un amor maravilloso vas a tener que trabajar y ser muy sano, si no, el amor es peligrosísimo. "Ya verás como todo se arregla", ¿sin hacer nada?... ¡Mentira!
El deseo varía a lo largo de la vida.
Hay que distinguir entre anhelo y deseo. Puede que anhele ser un gran escritor, pero si no escribo una línea entonces mis deseos van por otro lado. El deseo nos pone en marcha, es más fuerte que el anhelo, y requiere ser descubierto. Qué deseo es la pregunta esencial que todos debemos hacernos.
Lo que queremos todos es ser felices.
Lo que una persona dice hay que sopesarlo con sus actos. Si dice que quiere ser feliz y está junto a alguien que lo maltrata, hay que poner en duda su deseo. "Quiero que mis hijos sean felices", vamos a verlo: ¿Cómo los trato?, ¿cómo acepto su voluntad que es contraria a la mía? Ahí es donde se entrelaza la complejidad de las relaciones.
¿Cuál es su conclusión del amor?
El amor es la elección de dos sujetos que no se necesitan pero se desean y se animan a construir una relación aceptando lo que no le gusta del otro. Es trabajo, y vale la pena.
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