LABARIBARUSKA |
Unos lo
consideran un trastorno necesario; otros, la antesala de la creatividad.
En una sociedad
saturada de estímulos, la comunidad académica se ha lanzado al estudio del tedio actual.
Estás o eres aburrido? Piensa bien antes de dar un
diagnóstico. La respuesta a esta pregunta puede ser definitiva para tu vida
social. Aunque lo habitual es que nadie se defina a sí mismo como un ser gris y
aburrido, este es un juicio que emiten los otros. Los estudiosos del
aburrimiento, que no son pocos como veremos, hacen notar que tiempo atrás el
mundo se dividía entre lo feo y lo bonito; ahora, entre lo interesante y lo
aburrido. La academia, esa industria seria y trascendente, ha puesto
otra vez de moda el estudio del aburrimiento. Antes, en el siglo XVIII, lo
habían hecho los filósofos y pensadores de la Ilustración; en los últimos dos
años, varios psicólogos y neurólogos han vuelto sobre el asunto y han publicado
libros que prometen ser la radiografía de esa condición humana, que unos
expertos consideran “ligeramente molesta”; otros, “una emoción
humana inevitable”, y algunos, “un recurso adaptativo de la especie humana”.
Lo cierto es que para el resto de los mortales aburrirse se ha convertido en
una plaga a erradicar. Ser etiquetado de “aburrido” es casi motivo de exclusión
social, así que por evitarlo somos capaces de cualquier cosa. El psicólogo
Rafael Santandreu, autor del libro El
arte de no amargarse la vida (Oniro, 2011), me dijo en una entrevista: “Resulta increíble la cantidad de personas que temen al aburrimiento.
Es una gran estupidez colectiva. Aburrirse es casi indoloro, y solo produce
malestar porque nos decimos a nosotros mismos cosas del estilo: ‘¡Oh, no, estoy
aburriéndome! ¡No me debería aburrir!”.
01
Una definición profesional
El doctor John
Eastwood, psicólogo de la Universidad de York, en Toronto (Canadá), es un gurú
confeso del asunto, sobre todo tras haber sido coautor del libro ‘The unengaged mind’, que desarrolla la
teoría más reciente del aburrimiento. Su definición es bastante gráfica y
cercana. A saber: “El aburrimiento es la experiencia
desagradable de querer involucrarse (sin conseguirlo) en una actividad que
resulte satisfactoria”. Para Eastwood, aburrirse siempre implica
un fallo de la atención. “Y la atención”,
dice en el libro, “es lo que usted está empleando ahora para
tapar toda la plétora de estímulos que le impiden concentrarse en la lectura”.
02
¿Es inevitable aburrirse?
Sin embargo,
otros académicos creen que aburrirse es “una emoción
humana inevitable”. Entre ellos, la doctora Esther Priyadharshini, de la Universidad de East Anglia
(Inglaterra), sostiene que “debemos
aceptarlo como algo legítimo y buscar modos de sacarle partido. Necesitamos
tiempo muerto y alejarnos del bombardeo constante de estímulos que nos viene de
todas partes. Poder disfrutar de tiempo vacante para reflexionar”.
03
¿Es peligroso?
Los académicos
no se ponen de acuerdo en si el aburrimiento es bueno, malo o todo lo
contrario. Para Eastwood, “no es un buen
sentimiento, no otorga una visión agradable de uno mismo, por lo que sentimos
una especie de urgencia por superarlo, casi siempre de un modo contraproducente
que lleva a la gente a asumir comportamientos autodestructivos, como la
ludopatía, el alcoholismo o los trastornos alimentarios”. No
olvidemos el destino trágico de grandes personajes de la literatura como Emma
Bovary (Madame Bovary) o el Señor Meursault (El extranjero) que estaban,
básicamente, aburridos.
04
¿Es bueno aburrirse?
Para Peter Toohey, profesor de la
Universidad de Calgary (Canadá) y autor de otro libro sobre el hartazgo, Boredom: A lively history, el
aburrimiento es un mecanismo evolutivo al que no debemos renunciar. “En un sentido darwiniano”, explica en su
libro, “se trata de una emoción adaptativa
diseñada para prosperar, es la antesala de la creatividad”.
Cuando estamos aburridos buscamos nuevas salidas, casi siempre mejores que las
disponibles.
El psicólogo
alemán Martin Doehlemann hace
distinciones entre lo que él llama “aburrimiento
situacional” y “aburrimiento
existencial”. Se supone que este último no sería fruto de una
circunstancia, sería algo más cercano a un modo de vida. Según explica Peter
Toohey, algunas investigaciones han encontrado cierta “propensión
metabólica al aburrimiento crónico” que estaría relacionada con
desequilibrios en algunos neurotransmisores y un riesgo más alto de sufrir
depresión, ansiedad, desórdenes de la alimentación, ludopatía, hostilidad y
fracaso escolar. Pero Toohey prefiere ser cauto y no establecer una relación
causa/efecto entre unos y otros. Digamos que los que se aburren comparten
además estas características, sin asegurar que unas sean causas de otras. Este
profesor cree que el aburrimiento simple “ocurre
regularmente y no hay que darle más importancia”, mientras que
el aburrimiento existencial es “un cajón de
sastre que tiene mucho que ver con la depresión y un exceso de autoobservación”.
Para saber qué tipo de aburrido somos (crónico o circunstancial) se creó en
1986 la Escala de Propensión al
Aburrimiento (Boredom Proneness Scale, BPS), que pide que se evalúe del 1
al 7 la propensión a caer en situaciones como estas: “Siempre
me parece que el tiempo pasa muy lento”, “Muchas
de las cosas que hago son repetitivas y monótonas”, “Casi nunca me entusiasmo con mi trabajo”
o “Entre mis amigos soy el que llevo más tiempo haciendo lo
mismo”.
06
¿Quiénes se aburren más?
Finalmente, se
ha comprobado que unas personas se aburren más que otras. Según las teorías del
profesor Eastwood, aquellos que persiguen una meta y aún no la han
conseguido se obsesionan y se aburren con todo lo que no sea su objeto de deseo;
los amantes de los deportes de riesgo se aficionan a la adrenalina y a las
emociones fuertes y el resto les parece soso, “sienten
que el mundo no se mueve a la velocidad que ellos necesitan”,
dice textualmente el psicólogo canadiense; los que han sufrido un trauma
extremo también suelen quejarse frecuentemente de aburrimiento. La teoría es
que son personas que se han cerrado emocionalmente y les cuesta saber qué
quieren, “sus deseos están flotando en el aire, pero
no consiguen hacerlos aterrizar”, dice en el libro.
07
¿aburrido otra vez? Relájese
Romper las reglas es un modo rápido de dejar de aburrirse, pero
los expertos señalan que la novedad durará poco. “El
nuevo orden de cosas será pronto prosaico y aburrido. Pasó con las vanguardias
artísticas y el rock and roll; en su día los dos fueron revulsivos contra lo
establecido hasta que se convirtieron en igualmente predecibles”,
explica Toohey. Observa este experto una tendencia en los adultos, empeñados
hoy en embarcarse en “una segunda adolescencia temeraria en la que es muy
fácil quedar atrapado en un ciclo de transgresión y nuevas experiencias en la
que cada una pierde su atractivo cada vez más rápido y tiene que ser sustituida
por la próxima distracción. Pero el
aburrimiento se engendra a sí mismo, nos aburriremos cada vez más rápido”.
El problema para John Eastwood es que nos hemos convertido en “receptores pasivos de estímulos”. “Estoy aburrido,
entonces pondré la tele o iré al cine; pero el aburrimiento es como las arenas movedizas: cuanto más nos movemos,
más rápido nos hundimos”. En resumen, deje de luchar, abúrrase.
No es para tanto.
08
Un dato
Según un
informe de la New Economics Foundation, Reino Unido es la nación más aburrida
de Europa. De acuerdo con una encuesta ‘online’ realizada en 2009, el británico
medio soporta seis horas de aburrimiento a la semana.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada