Tengo 55 años. He investigado
la génesis del sistema nervioso en la Universidad Rockefeller y ahora en la
UUSF. Nací en México de padres españoles. El
mayor problema de la política es el exceso de ego. Colaboro
con el Parc de Recerca Biomédica de Barcelona y con la UPF
LA RAZÓN, COMPARTIRLA
Al doctor Álvarez-Buylla. Buen observador
en la distancia del país de sus padres, le sorprende hoy España: tanto por su
progreso material como por el desánimo con que lo viven sus ciudadanos. Observa
que han
mejorado las carreteras, los trenes y los aviones, pero no tanto los valores.
Porque seguimos poniendo más entusiasmo en sostener a toda costa que tenemos
toda la razón que en buscar el mejor modo de compartirla, aunque sea un
poquito. Álvarez-Buylla fue el primero en lograr un trasplante de neuronas de
cerebro de un embrión de ratón al de un ratón adulto. Ojalá pudiera repartir
sentido común entre todas las neuronas más o menos maduras de este país.
Mi abuelo, Wenceslao Rozes, fue
el traductor de El capital al español...
¿Usted habla alemán?
¡Ya me gustaría! A mí ya me
cuesta escribir bien en inglés... Mi otro abuelo, el paterno, fue un pionero de
la aviación civil española. Tuvo la mala suerte de que e118 de julio del 36 era
el delegado interino de la República en Marruecos.
Una fecha desgraciada: ¿qué le pasó?
Resistió atrincherado en su
sede, pero la guardia mora lo rodeó y fue fusilado. Y mi padre, con 16 años,
logró huir in extremis. Quiso ir a luchar al frente, pero le convencieron de
que fuera a Rusia a formarse como piloto de caza. Quedó segundo de su
promoción. Por cierto, el primero era un catalán. No sé su nombre. Y me
gustaría localizarlo.
¿Qué edad tendría su padre?
Si viviera, 92, y su amigo, el
piloto catalán, tal vez dos años más. Ojalá esté vivo.
Si nos lee, nos lo dirá.
Mi padre estudió Medicina
mientras combatía y se doctoró, por fin, tras la guerra.
Fue un fisiólogo notable.
Al final recaló en México, con
la diáspora española. Allí investigó el sistema nervioso. Por ejemplo, cómo el
organismo de un perro al que se inyecta insulina a toque de campana, tras
muchas inyecciones y toques, reacciona sólo con oírla.
Como el célebre perro de Pávlov.
Yo heredé el interés de mi
padre por la neurología y el sistema nervioso.
Y veo que por la ciencia.
Mi padre era más idealista que
yo. Siempre me decía que servir a la ciencia es lo más noble que puede hacer un
humano. Yo he comprobado que también en ciencia hay politiqueo, personalismos,
maniobras, egos...
Como en la vida misma.
Desde Ramón y Cajal se creía
que el sistema nervioso existía ya desde la gestación. A mí me obsesionaba cómo
desde un huevo, vamos, desde casi la nada, se podía llegar a formar un sistema
tan complejo.
¿Y Cajal tenía razón?
Fernando Nottebohm, con quien
investigué, hizo un descubrimiento que cuestionaba esa convención. Descubrió
que los canarios en el proceso de aprendizaje del canto añaden neuronas nuevas
a su sistema. Era un hallazgo revolucionario, porque demostraba que en un
cerebro había neuronas que no estaban allí al nacer.
¿Qué investiga usted ahora?
Sabemos que el sistema nervioso
es una red que se va tejiendo con células que se generan en distintas regiones
del sistema nervioso. Esas regiones son como fábricas que se especializarán en
confeccionar diversos semiconductores para todo un sistema eléctrico. A ese
proceso de fabricación y ubicación lo llamamos migración neuronal.
¿Y por qué es tan importante?
Porque es la clave para
recomponer los, digamos, circuitos averiados del cerebro. Cuando descubramos
cómo se generan y ensamblan esas células, también aprenderemos a reparar las
partes averiadas de la red.
Por ejemplo.
Sabemos que hay neuronas
excitatorias y otras inhibitorias, que su desequilibrio causa la epilepsia.
Cada uno de esas dos tipos de neurona proviene de fabricas distintas. Si supiéramos
como se integran y equilibran, podríamos de algún modo corregirlo.
Es un rompecabezas complejo.
Muchísimo. Piense que las
neuronas no son meros chips y cables. Están aún más interconectadas v de forma
más sofisticada, porque están bañadas en líquido, que sufre modificaciones
cuando las diversas neuronas segregan diferentes sustancias en él.
Un rompecabezas dinámico, además.
Ya Ramón y Cajal se preguntaba
si esa gran diversidad de neuronas de axón corto, las intraneuronas, en los
humanos, explicaría nuestra especifidad como especie. Lo maravilloso es que de algún modo en
ellas están la conciencia, los sentimientos, las emociones... Todo aquello que
nos permite ser quienes somos. Y llegar a ser lo que seremos.
¿Tan importantes son?
Son una clave insoslayable del
funcionamiento neuronal. Tenemos que descubrir cómo funcionan y qué función
desempeña exactamente cada variedad. Y piense que quedan otros secretos por
desvelar, como para qué sirve el líquido del bulbo raquídeo.
Veo que nos queda mucho por saber.
Hemos aprendido mucho, pero
falta todavía mucho más por investigar y descubrir.
¿Algún consejo de higiene neuronal?
Ya sé que no soy original, pero
el ejercicio físico mejora la higiene mental. Y no me refiero sólo a la forma
física, sino, además, a la salud mental a la capacidad cognitiva.
¿Cómo la mejora?
El factor neurotrófico derivado
del cerebro (BDNF) que segregamos con la actividad física es un factor de
equilibrio sináptico. Por eso, cuando ponemos a correr a los ratones, aumenta
su segregación de BDNF. Y por eso nos sentimos mal al hacer ejercicio pero muy bien
cuando acabamos de hacerlo.
¿Y mejora el rendimiento
intelectual?
La memoria y el razonamiento. Fíjese en lo
felices que son los jardineros, porque combinan ejercicio físico y mental.
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