Pensar y
repensar lo complejo de la relación entre dos o más individuos únicos,
distintos y autodependientes que deciden construir un vínculo trascendente es
el desafío de este camino.
Quienes se
animen a recorrerlo deberán estar preparados para soportar las acusaciones de aquellos que
todavía no lo han recorrido y de los que nunca lo recorrerán,
quienes los tildarán, en el mejor de los casos, de soñadores y sentimentales.
Aprender a vivir en relación con otros es una tarea difícil, se
podría decir artesanal, que requiere de técnicas delicadas y específicas que
se deben adquirir y practicar antes de utilizarlas adecuadamente, del mismo
modo que un cirujano no puede operar después de haber aprobado cirugía, un
constructor requiere de entrenamiento antes de levantar un gran edificio y un
cheff debe practicar durante años para encontrar la mejor forma de cocinar su
plato preferido.
Y esto es,
entre otras cosas, porque cada uno de nosotros es un gran enigma y por
ende nuestras relaciones son un misterio gracioso o dramático, pero siempre
impredecible.
Leo
Buscaglia
cuenta de un joven que, decidido a aprender a relacionarse mejor con los
jóvenes de su curso universitario, se dirige a una librería y busca
bibliografía que lo ayude. En un estante perdido en el fondo de la librería
encuentra un libro cuyo título lo atrapa, se llama Desde abrazar hasta amar.
El joven compra el grueso volumen y sólo al llegar a la casa se da cuenta de
que ha comprado el tomo 2 de una enciclopedia.
Alguna vez
escribí que leer un libro era como encontrase con una persona. Decía yo que
había libros sorprendentes y libros aburridos, libros para leer una sola vez y
libros a los que uno siempre quisiera volver, libros al fin, mas nutricios que
otros. Hoy, veinte años después, digo lo mismo desde otro lugar.
Encontrarse con
otro es como leer un libro.
Bueno, regular, malo, cada encuentro con otro me nutre, me
ayuda, me enseña. No es la maldad, la inadecuación ni la incompetencia
del prójimo lo que hace que una relación fracase.
El fracaso, si
es que queremos llamarlo así, es la expresión que usamos para decir que el
vínculo ha dejado de ser nutritivo para
alguno de los dos. (No somos para todos todo el tiempo ni todos son para
nosotros todo el tiempo).
Cada uno de los encuentros en mi vida ha sido como cada libro
que leí: una lección de vida que me condujo a
ser este que soy.
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