Tengo 70 años y
formo a formadores en permacultura para mejorar el planeta. Nací en
Perth. Soy cuáquera: creo en el poder de la comunidad. Repensémoslo
todo de nuevo con el sentido común de siempre. Colaboro con el Institut
d'Arquitectura Avanzada (IAAC) de Barcelona
Rosemary Morrow y los apóstoles
de la permacultura descubrieron que si haces algo muy bien, aunque sea algo
pequeño como cultivar coles, acabas mejorando todo el planeta. La permacultura
empezó así como un ensayo de cultura en su sentido original de ‘cultivar, crecer, crear...'. Y se ha convertido
en una enmienda de sentido común a la totalidad egoísta del sistema, diseñado
para que el 1 por ciento de los humanos posea el 99 por ciento de todo. El
poder de las cosas bien hechas lleva hoy al permacultor a luchar contra
monocultivos especuladores para que sus huertecitos tengan sentido. Por eso, creen que no
hay progreso individual sin compromiso colectivo.
El principio de la permacultura
es devolver a la tierra lo que hemos tomado de ella y así crear un entorno
sostenible en el que todo se renueve.
Bello y sencillo.
Para lograrlo, los tres
principales objetivos son: cuidar de las personas,
cuidar de la tierra y dar a los que no tienen lo que les sobra a quienes lo
tienen todo.
Ese programa es más ambicioso que el
cultivo ecológico de la alcachofa.
Porque no puedes hacer algo bien, por pequeño que
sea, sin mejorar también el resto del sistema. Para cultivar con
sentido, por ejemplo, hay que lograr también que lo cultivado tenga un precio
justo que garantice una vida digna al permacultor.
Eso obliga a reformar los mercados.
Digamos que la permacultura explora todas
las posibilidades de hacer las cosas mejor de lo que se hacen. En la
agricultura, la permacultura es percibir la totalidad del sistema y después
usar el sentido común. Mire allí..., por ejemplo.
Sólo veo una masía.
Pero hay que repensarla partiendo de las
necesidades que quieres satisfacer con ella.
Yo no le veo rdngún fallo.
Tiene un cobertizo en una
colina. Y ese emplazamiento es un error, porque obliga al agricultor a subir la
colina cargando los aperos de labranza, el abono... todo.
Igual es que el límite de la parcela
no llega más arriba o es de otro propietario.
Eso explica, pero no justifica
que la ubicación sea inadecuada. Cultivar bien requiere un enfoque integral, holístico, de
la agricultura, que obliga a mejorar todo el entorno.
¿No es mero sentido común?
Sí, pero no es tan común,
porque tendemos
a juzgar cada necesidad de forma aislada sin verla en el mapa grande de las
cosas, donde todo se integra e interactúa en patrones.
¿Qué son los "patrones"?
La naturaleza repite patrones
con eficiencia: fíjese cómo se distribuyen las plantas y cómo vuelan los
insectos y las aves. Siguen una serie de esquemas: sólo tenemos que estudiarlos
e imitarlos y mejoraremos.
¿Matemáticas fractales?
Están en los inicios de la
permacultura. Con ellas analizamos errores al organizar nuestras vidas y
paisajes y adaptarnos al entorno. Vivir es repetirse, por eso cada pequeño detalle se
multiplica y cada error también.
¿Hasta qué punto la permacultura puede
pensar en todo e integrarlo todo?
Hace poco estuve en Timor
Oriental...
Sufrió una horrible guerra civil.
Estaba allí dando una clase
para formar profesores de permacultura y, de repente, se presentó un grupo de
los antiguos colonos portugueses y me pidieron que saliera un momento del aula
¿Y usted accedió?
Pues claro. Pero luego mis
alumnos me explicaron que los colonos les habían hecho una oferta:
"Concentremos las plantaciones -dijeron- y podremos cultivar café de forma
muy rentable y ganar mucho dinero".
¿No valía la pena estudiar la oferta?
La oferta llegó cuando mis
alumnos se habían repartido la tierra ya para que cada familia tuviera su
parcela. Y la rechazaron.
¿Y si el café les da más dinero?
El monocultivo permite
especular a corto plazo, pero te fragiliza a largo: te hace dependiente de un
precio y te pone en manos de los terratenientes, que controlan las reglas del
juego en su beneficio. Al final, acabarás trabajando para ellos por una
miseria.
Eso no es agricultura, sino política.
Debes pensar en verde. Y cuando
vas a comprar café, preguntarte: ¿De dónde viene este café? ¿Qué precio tiene? ¿Quién se
rompió la espalda cultivándolo y por qué esos niños que lo cultivan no están en
la escuela?
¿Es una reflexión vital universal?
Es la permacultura.
Preguntarse: ¿Qué
sentido tiene cultivar café para explotar a otras personas? ¿Para qué quiero
hacerme inmensamente rico si empobrezco a todos?
La ambición no siempre es avaricia.
Lo que me preocupa es dejar algo que
valga la pena en este planeta: mejorarlo un poquito. Por eso, doy
clases para formar a profesores de permacultura en muchos países, como aquí en
Barcelona. Si esos profesores se limitan sólo a enseñar a plantar alcachofas
ecológicas, no es suficiente para nadie.
¿Cuál es su estrategia, entonces?
Impregnar de mentalidad
permacultora cada cultura local. Que en las escuelas se enseñe a pensar de un modo
integral, honesto y sincero para lograr armonía de los humanos y no humanos con
el entorno. Una pequeña mejora puede llevar a otras grandes.
Pues le deseo mucha suerte
Hablo de ser prácticos y
racionales, porque los sistemas de explotación de la tierra y las personas no
lo son. Son insostenibles y acaban generando catástrofes.
¿Por qué se hizo permacultora?
Soy de Perth, que derrochaba
agua: mil litros por persona al día. En los setenta nos dimos cuenta de que el
agua no es infinita y que no podríamos seguir así. Y leí a David Holmgren y
Bill Mollison. Y descubrí un nuevo modo de pensar en todo, pero con el sentido
común de siempre.
¡Hola!,es como decía la madre Teresa de Calcuta,"no hace falta hacer grandes cosas,sino pequñas con gran amor! ¡Buen día a todos!
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