Para ciertos enamorados (por lo general más mujeres que hombres)
mantenerse en los terrenos de la fidelidad es relativamente fácil, porque no se
construye conceptualmente, sino que se siente. Cuando aman, la
puerta se cierra automáticamente. Independiente de lo que piensen, el afecto
los lleva de la mano a un bloqueo bioquímico-afectivo incompatible con
cualquier nuevo invasor: “Si amo a alguien, nadie más puede entrar”. Como comer después
de comer. No implica análisis racional, ética avanzada, moral trascendental ni
nada por el estilo. Simplemente, el organismo no soporta la redundancia
afectiva. No entran dos a la vez. En versión de Shakira: “Tontos, ciegos, sordomudos, testarudos...”, y demás,
pero plenos y felices.
Estos sujetos no
requieren de las técnicas modernas de autocontrol, ni tratamientos psicológicos
sofisticados. Tampoco necesitan atarse como hizo Ulises al mástil del barco
para que las sirenas no lo tentaran con sus irresistibles y seductores cantos. El don de la rectitud interpersonal surge per se, como si el
amor produjera su propia disciplina. Una inmunidad al engaño nace
desde adentro y nada les mueve el piso. El deseo afectivo se concentra en un
solo punto con tal fuerza, que lo sexual queda subordinado y a su sombra.
Premiados por la naturaleza o por Dios, nada los perturbará. Para ellos no hay
sucursales ni desvíos: están en lo que están. Pero insisto, aquí la honestidad afectiva (aunque pueda ser racionalizada) no es producto
del discernimiento, sino de la más primitiva y limpia monogamia: “No me nace”.
Para otro tipo de
enamorados (más hombres que mujeres), la honestidad requiere de nuevos
ingredientes. Aquí la lealtad solo se logra a base de voluntad, esfuerzo y
autodisciplina ascética tipo faquir. En este grupo, la persona leal no es
insensible a los embates externos y a las tentaciones del diario vivir, sino
que debe oponerse a ellos valientemente y por convicción.
En estos casos con
el amor no basta. Pese a que se ame profunda y sinceramente a la pareja, el deseo ajeno sigue asechando peligrosamente y el impulso está vigente. Un
descuido, la subestimación del intruso o la sobrevaloración de las propias
fuerzas pueden ser suficiente para trastabillar. Y en las lides del amor, un tropezón, casi siempre es caída.
Para las personas
que aún amando se sienten tentadas por otras ofertas afectivas, ser fiel es en
un acto de voluntad, decisión y tenacidad sostenida. Para ellos la fidelidad no
es ausencias de deseo (lealtad afectiva), sino autocontrol y evitación a tiempo
(lealtad mental). Firmeza en los principios y/o balance costo beneficio: “No pondré en riesgo mi relación. No quiero y no se justifica”, “Lo que
tengo vale la pena” o “No violaré mis normas de conducta”.
Independiente del móvil que se argumente, la clave está en no bajar la guardia.
Cuando una persona atractiva nos coquetea y se acerca indiscretamente a
los umbrales de nuestra vida, ojo. Si realmente quiero defender lo que he
construido, debo mantenerla lejos. Cuanto más lejos mejor. Pero si subestimo su
poder y la dejo traspasar los límites una vez, ya la cosa se pone difícil. Si
no quiero caer en la droga es mejor no probarla.
Para resumir,
podríamos decir que para alejar los “malos espíritus” y el diablillo que nos
empuja a delinquir, la mejor
fórmula es constancia permanente y amor al por mayor. Lo demás llega solo. Es verdad
que nadie está exento, pero también es cierto que algunos son más inmunes que
otros.
La fidelidad es posible, si verdaderamente la practicamos como una forma de
vida. Ser fiel no es cercenar las ganas o la atracción natural, sino poner a
trabajar la corteza cerebral para mantener y defender la relación que hemos
construido con amor. Es estar
pendiente (alerta, vigilante) y cuidar, más allá de cualquier duda, aquello que
vale la pena cultivarse.
Walter Riso
interesante el contenido. Creo que todos deberían leer esto. mi blog es: https://escritorinspiradoxti.blogspot.com
ResponEliminaQue razón. Sobre todo mostrarse impasible a tantos acechadores rompeparejas muchos van de solteros teniendo parejas estables sin dar esa informacion coquetean solo para qe caigas y levanten su ego. A estos solo hay qe darles una cosa indiferencia
ResponEliminaExcelente artículo.