Autor: Elvis Presley
La crisis, la maldita crisis. Esa que, literalmente en muchos
casos, acaba con las fuerzas del más resistente y con la vida de los más
destrozados. La que nos impide sembrar esperanza, porque el terreno tras su
paso ya se torna baldío, y estéril para cualquier afán de siembra, por
voluntarioso que este sea. Crisis a la que imputamos, todo sea dicho de paso y
en su descargo, cualquiera de los males que nos aquejan (los que son de su
estricta responsabilidad y los que no).
Cuando hacemos frente a tiempos difíciles, como estos sin duda
lo son, tenemos que recordar que las circunstancias no hacen a una persona,
sino que la revelan. O por
decirlo de otra manera, con un clima favorable todos somos excelentes
conductores, pero cuando graniza y apenas se vislumbra el siguiente palmo de la
carretera, solo los más avezados y decididos consiguen dominar el entorno y
prosperar en él. No es la carga lo que rompe, sino la forma de llevarla.
Leo en la prensa que detrás de cada suicidio en países en crisis,
como Grecia, hay hasta un máximo de 20 personas más, igualmente tan
desesperadas como para haber intentado, sin fortuna, terminar también con sus
vidas.
Y detrás del suicidio y de los conatos de suicidio, los expertos señalan que hay otros miles de casos ocultos
de enfermedad mental, y que se ha incrementado, sobremanera, la
incidencia de los casos de abuso de alcohol, depresión y trastorno de ansiedad, que nunca aparecen en los titulares,
pero que conllevan un gran costos humano y son, potencialmente, de larga
duración.
El riesgo, siguen apuntando los expertos en salud pública, es si
cuando los problemas económicos de Grecia hayan terminado (se supone que en
algún momento acabará la crisis), el legado de la enfermedad mental, podría ser
heredado por una generación de jóvenes dañados tras demasiados años de vida sin
esperanza.
Cabe señalar que en Grecia, las tasas de suicidio se incrementaron
rápidamente en los últimos años, aunque desde un punto de partida bastante
bajo. Los suicidios aumentaron en un 17 por ciento entre 2007 y 2009, y en un
40 por ciento en el primer semestre de 2011, en comparación con el mismo
periodo de 2010, según un informe publicado en la revista médica The Lancet el año pasado.
Peter Lloyd
Sherlock, profesor de política social de la Universidad
británica de East Anglia, sugiere
revisar la historia para aprender sus lecciones. Señala que en la Argentina que experimentó una crisis financiera grave entre 1999 y
2002, hubo un aumento del 40 por ciento en las consultas en los centros de
salud mental, según datos del gobierno, y también hubo un fuerte incremento en
la prescripción de antidepresivos.
Hace unos meses la Organización
Mundial de la Salud (OMS) advirtió de los efectos psicológicos de la crisis, materializados
en el aumento de las enfermedades mentales. Estudios posteriores dan la razón a las previsiones de la
organización, ya que el número de consultas para recibir ayuda sanitaria por
dicho tipo de dolencias psicológicas derivadas de la crisis económica, ha
crecido.
La tasa de paro es uno de los causantes más directos. Un aumento del 1% en la tasa de desempleo nacional incrementa la tasa estandarizada de mortalidad sustancialmente, es decir, un 1,5 por 100.000 personas, según el estudio El impacto de las crisis económicas en el riesgo de depresión y suicidio: Una revisión de la literatura. de Kristian Wahlbeck y Awolin Mareike.
La tasa de paro es uno de los causantes más directos. Un aumento del 1% en la tasa de desempleo nacional incrementa la tasa estandarizada de mortalidad sustancialmente, es decir, un 1,5 por 100.000 personas, según el estudio El impacto de las crisis económicas en el riesgo de depresión y suicidio: Una revisión de la literatura. de Kristian Wahlbeck y Awolin Mareike.
Pero los parados no son los únicos perjudicados; los trabajadores
que conservan su puesto también sufren, concretamente, estrés y
ansiedad. "El miedo a perder el empleo puede ser peor que
perderlo", según
señala David Stuckler, científico de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Es decir, la tendencia al ‘destrozo’ parece una evidencia, y de
las crisis, ya vemos, se puede salir con vida, pero no sin daños colaterales.
Pensemos. Nos encontramos con una situación cuya solución global no depende de nosotros, hecho que nos angustia, pero si que podemos aplicar una solución
parcial. En una crisis económica, como en
cualquier momento de cambio, las situaciones en principio desfavorables, pueden
convertirse en nuevas oportunidades, lo importante es contar con los recursos
internos necesarios para verlo así y no
dejarse acoquinar por la desencanto lógico del: “Teniendo en cuenta cómo están
las cosas, no puedo hacer más”. La
verdad es que siempre se puede hacer algo más.
Margalida Gili,
investigadora del Institut
Universitarid'Investigació en Ciències de la Salut (IUNICS), da estas claves para la salud mental ante situaciones
adversas:
- La actitud personal determina la conducta.
- Busque nuevas estrategias adaptativas en sustitución de las anteriores, ya obsoletas.
- No se angustie con lo que ya ha pasado.
- No se agobie con lo que pasará en el futuro.
- Esfuércese en manejar las propias emociones sin dramatismo.
- Evite la previsión de hechos, es más útil centrarse en la situación actual.
- La mayoría de las cosas que nos preocupan no llegan a pasar nunca.
- Las crisis no son eternas, son ciclos.
- En tiempos de tribulación, es mejor no hacer mudanzas.
La mayoría de las crisis, sobre todo las personales, tienen
solución. Lo que importa es la capacidad de encontrarla y ponerla en práctica.
Quiero pensar que cuando nos
enfrentamos a lo peor, crecemos. Y que
cuando las circunstancias están en su momento más crítico, podemos encontrar en
ellas la mejor versión posible de nosotros mismos. Y prefiero pensar así, porque en
tiempos de gran estrés o de completa adversidad, siempre es mejor mantener
canalizada la energía en algo positivo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada