Sherlock
Holmes era capaz de resolver misterios observando detalles que los demás
pasaban por alto. Nosotros también podemos convertir la atención en un poder
transformador.
"Un estudio demostró que por término medio solo podemos concentrarnos
11 minutos antes de ser interrumpidos".
La
atención es un filtro que nos permite seleccionar entre los innumerables
estímulos que recibimos y tiene un papel fundamental en la confección de nuestras
experiencias y de nuestro mundo interior. En el mismo paseo por el parque, un
botánico tendrá su atención puesta en las flores, mientras que un diseñador
gráfico se fijará con interés en los carteles de no pisar el césped. Si cada
persona es un mundo, es en gran medida porque cada persona configura su mundo a
partir de aquello a lo que decide prestar interés. Es por esta razón
por lo que debemos estar muy atentos y pasar de una atención pasiva e
influenciable a una activa e intencionada que nos ayude a alcanzar nuestros
objetivos.
Ulrich
Schnabel, en su libro Ocio, nos
explica los sorprendentes resultados de un experimento que tenía como objetivo
ver la capacidad de atención que tenemos en el trabajo: "Por término medio, los investigados
solo podían concentrarse 11 minutos seguidos en una temática antes de ser
interrumpidos por el teléfono fijo, los móviles y los e-mails entrantes o los
colegas (...). El oficinista moderno se dedica al menos a otras dos tareas
antes de volver a la actividad original. Para entonces han transcurrido por
término medio 25 minutos (... )".
VEINTIOCHO DÍAS
"Watson, déjeme pensar un momento solo con mi pipa y mi Stradivarius"
(Sherlock Holmes)
Si
cada superhéroe tiene su archienemigo, si Sherlock Holmes se enfrenta al
villano Moriarty, aquí tenemos nuestro malvado: las infinitas distracciones que cada 11
minutos nos roban la concentración. En la oficina, sí, pero también
en nuestra vida en general. Sin embargo, y a pesar de que nuestro entorno no
parará de reclamarnos para esto o aquello, podemos mejorar esos 11 minutos si
aprendemos a:
- Desconectamos. Para conectar con nuestra atención necesitamos estar desconectados de teléfonos, ordenadores e Internet. Antes de empezar una tarea importante, desconecte con el mundo y conecte con usted mismo.
- Fijamos un objetivo claro y asumible. Una vez desconectado, establezca un objetivo que pueda cumplir y calcule un tiempo para ello. Preparar la reunión del lunes o conseguir fregar los platos de la comida del domingo.
- Llamarnos la atención. Ahora estamos centrados; sin embargo, no tardará en aparecer cualquier excusa que intentará con insistencia desviar nuestra concentración. Haga usted lo mismo: llame a su atención. Sea consciente de que se está distrayendo y posponga ese vaso de agua o esa llamada.
Este
pequeño ejercicio es fundamental para ganar poco a poco concentración,
dedicación y confianza en que
podemos conseguir lo que nos propongamos siempre y cuando nos mantengamos
concentrados.
Una vez
ampliados los 11 minutos de atención productiva, es el momento de focalizar la
nuestra sobre las ambiciones y objetivos propios.
Todos
tenemos aspectos de nuestras vidas que queremos atender. Hay infinidad de
aspiraciones, pero solo una manera de no alcanzarlas, que es dejándose
arrastrar por las urgencias y las rutinas diarias. La concentración vuelve a ser nuestra gran
aliada.
Tome una
decisión.
Decida poner su atención sobre una meta personal o profesional. Tome la
decisión de atenderla, de atenderse a sí mismo y no deje escapar la energía que
está creando al tomarla.
Mantenga
la decisión.
Si, por ejemplo, ya ha optado por escribir una novela. Incluso ha empezado a
escribir un par de páginas. Perfecto, pero considere que más importantes que
las dos primeras páginas son las dos siguientes que escribirá mañana. Mantenga su
interés sobre esa decisión que ha tomado.
Deje de
decidir.
La mayoría de expertos coinciden en que un hábito se crea en 28 días, los
mismos que tiene un ciclo lunar. Hay algo mágico en ello.
POSITIVIDAD
"Bienaventurados aquellos que ven belleza en los lugares
humildes donde otros no ven nada" (Camille Pissarro)
Sin
duda, la atención tiene un papel importantísimo, pero si es activa e
intencionada, también nos ayudará a:
- Desatender los pensamientos negativos. Si decidimos centrarnos en los pensamientos positivos y esforzarnos por desatender voluntariamente aquellos que nos oscurecen el humor, nos daremos cuenta de que nos pasamos más de media vida protestando y preocupándonos por cosas que ni tan siquiera han sucedido ni van a suceder.
- Atender los momentos positivos. El día está lleno de momentos felices a los que casi no les prestamos atención. Si somos capaces de detectarlos y estar atentos a ellos, no solo conseguiremos vivirlos con más intensidad, sino que también podremos recurrir a ellos en un futuro para generar pensamientos positivos que nos ayudarán a frenar esas cadenas de negatividad de las que hablábamos antes.
- Atender a la solución. Cuando surge un problema, atendemos a los pensamientos negativos del tipo "cómo ha podido suceder esto o aquello" o "cómo es posible que yo lo haya permitido", en lugar de centrar nuestro esfuerzo en buscar una solución. No debemos focalizar nuestra atención en el conflicto, sino en la solución. Parece algo elemental, pero le propongo que a lo largo de esta semana se fije en cómo en los pequeños contratiempos que pueden surgir se gasta mucha más energía en darle vueltas y vueltas al problema que en resolverlo. Rompa usted esa cadena.
ATENDER A LOS DEMÁS
"El mejor regalo que podemos hacer a otra persona es
nuestra atención íntegra" (Richard Moss)
No
podemos terminar este artículo sin hacer referencia al doble sentido que juega
la atención en nuestras relaciones personales. Es importante:
- Saber prestar atención, o sea, preocuparnos sinceramente por la gente que nos importa. Escucharlos y dedicarles momentos de calidad.
- Pero también lo es saber reclamar atención cuando somos nosotros quienes necesitemos ser atendidos. Muchos de los malentendidos y enfados se provocan porque esperamos que los demás se den cuenta de que necesitamos atención; sin embargo, nos evitaríamos muchos disgustos si supiéramos levantar la mano y reclamar la atención de aquella persona que queremos que nos escuche o nos dedique algo de su tiempo.
El comecocos que se tragó 120 miltones de dólares
Ulrich Schnabel también relata el
estudio que realizó la consultora Rescue Time a propósito de un pequeño
homenaje interactivo: "Con motivo del trigésimo aniversario del vídeojuego
Pacman, el buscador Google presentó su logo en la página de inicio como un
pequeño y lúdico Pac-man-game, modificando con ello la rutina laboral de miles
de personas. A lo largo y ancho del planeta, internautas embelesados se
olvidaron de la pregunta hecha al buscador y se regalaron un jueguecito. Al
final, Pacman se comió en total 4,82 millones de horas de trabajo y alrededor
de 120 millones de dólares de sueldo".
Un
pequeño juego, una pequeña distracción, una inofensiva pérdida de atención que
supuso millones de pérdidas para las empresas.
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