A partir de muchos y muy
amables comentarios que he recibido en Twitter y en Facebook sobre “La
Brújula Interior” y algunos de los conceptos que el libro trata, he
decidido compartir en este post y en el siguiente ideas del capítulo 17, en el
que hablo sobre el Guión de Vida, los mandatos y los permisos. Arrancamos con
algunos de estos mandatos, y en la próxima entrada de Soluciones, los
completaremos y contrastaremos con los permisos que nos merecemos. ¡Gracias a
todos!
“Tu futuro depende de muchas
cosas, pero principalmente
de ti.
De tu capacidad de generar cambios
en ti y en tus circunstancias.
De tu capacidad y voluntad para
pasar de ser
efecto a ser causa.
Y, sobre todo, de tu
determinación para asumir la dirección de tu vida realizando los cambios y
renuncias que sean necesarios para ello."
Porque la consecución de la
verdadera libertad llega cuando somos capaces de renunciar a lo que somos en favor de lo
que podemos llegar a ser.
Pero,
¿cómo vislumbrar lo que podemos llegar a ser?
Para responder a esta pregunta
tenemos que hablar de cine, de personajes y, sobre todo, de guiones…
Seguro que cuando vas al cine y
ves una buena película, al acabar necesitas unos segundos para volver en ti. Si
la película te ha emocionado, las lágrimas aún estarán en tus ojos. Si te ha
generado rabia, aún tendrás la mandíbula apretada. Si iba de héroes y batallas,
te sentirás capaz de salir a conquistar el mundo… Sin darte cuenta te has
metido en el personaje, te has metido a fondo en su piel, te has identificado
con él, es decir, has hecho tuyas su identidad y sus circunstancias, sus
dramas, sus alegrías, sus aventuras y desventuras…
Pues bien, el doctor Eric Berne observó hace tiempo que
todas las personas a las que acompañaba en su proceso de terapia psicológica
actuaban siguiendo lo que él denominó un “guión de vida”, que es como el argumento
prestablecido de una obra dramática que la persona se siente obligada a
representar, independientemente de si se identifica o no con su personaje. Y es
que cuando uno está representando un guión lo que está haciendo es actuar según
la definición del personaje que ha sido escrita por otro. Consecuentemente, si
quiere seguir siendo ese personaje no puede salirse del guión, porque si lo
hace sentirá que deja de tener un papel en la obra, un papel en la vida…
¿Cómo
se crea el guión de vida de una persona?
Lo establece el niño durante su
infancia, bajo la influencia sobre todo de sus figuras parentales: madre, padre
y el resto de personas que acompañan en el proceso de irnos haciendo: abuelos y
abuelas, maestros y maestras, hermanos y hermanas mayores, etc. Dicho guión se
va reforzando por las diferentes experiencias y acontecimientos que el niño va
viviendo a medida que crece.
Afortunadamente, los guiones de
vida (como los cinematográficos en el momento de ser escritos) no están
cerrados, sino que pueden ser modificados. Esto, que no es sencillo, se
consigue a raíz de un proceso de toma de conciencia, de un trabajo de
observación de uno mismo y de una constatación de cuáles son los elementos o
los hilos que mueven al personaje que finalmente se manifiesta como resultado
de todos los condicionamientos adquiridos, especialmente, de los
habituales “noes” que recibe un niño y que condicionan su posición ante la
vida. Esto, de forma desarrollada, sería lo que algunos psicólogos llaman “los
mandatos”.
Según Eric Berne, los mandatos
son los mensajes que llegan al niño (principalmente de forma no verbal) a base
de ser repetidos día tras día por sus padres o por las personas que tienen una
fuerte influencia emocional en él, o excepcionalmente a causa de una
circunstancia vivida como dramática.
Berne y otros expertos sobre
guiones de vida han definido una serie de mandatos básico. Exponemos siete de
los catorce a continuación (el resto, en el siguiente post).
Estos mandatos limitadores
incluyen afirmaciones como:
1. “No existas, no vivas o no seas”. Es sin duda
el más destructivo de todos, ya que tiende a anular todas las posibilidades de
la persona. Puede comunicarse mediante conductas como: dejar solo al niño o
bebé durante largo tiempo; burlarse de él cuando se lastima o está en peligro;
mirarlo despectivamente, no tocándolo ni acariciándolo… en definitiva, no
reconociéndolo, ignorándolo o banalizando su existencia.
2. “No seas lo que eres o no seas tú mismo/a”. Una persona
de diferente sexo, de diferente aspecto, con mejor tipo, más alta… Son niños a
los que se fuerza a ocupar una posición deseada por los padres distinta a la de
su propia naturaleza.
3. “No lo logres”. Se manifiesta como consecuencia de un
gran temor de los padres al logro, al éxito, a la realización.
4. “No sabes” (o su variante extendida “no sabes
hacerlo”). Es el caso de los padres que desprecian sistemáticamente
los logros de sus hijos comparándolos con los de otros niños, con los de
adultos o con los de los propios padres.
5. “No te acerques”. Normalmente aparece ante la
dificultad de los padres de mantener el contacto físico y de dar caricias a sus
hijos. Este mandato desemboca en comportamientos de aislamiento, de no
pertenencia, en dificultades para establecer relaciones de amistad, íntimas…
6. “No pertenezcas”. Muy tristemente observado en personas
que deciden no relacionarse con nadie. Normalmente es un mecanismo de defensa
por el pánico e y dolor que supone el rechazo o no aceptación del otro.
7. “No crezcas”. Cuando los padres impiden al niño que
asuma tareas y funciones propias de un desarrollo físico y psicológico natural.
Padres que sobreprotegen a sus hijos o se lo hacen todo, creando una
dependencia incluso cuando el niño se convierte en adulto. Aquí tenemos el complejo de
Peter Pan, por el cual la persona ya cronológicamente adulta se
mantiene con una actitud pueril ante la vida, negándose psicológicamente a
crecer: conductas hedonistas y excesivamente infantiles, falta de sentido de
responsabilidad, incapacidad para una vida autónoma e incapacidad de tomar
decisiones que impliquen un compromiso.
No es de extrañar que ante
semejantes mensajes castrantes nuestro guión de vida se vea condicionado,
inmovilizado, bloqueado, puesto en duda. Muchas personas creen que estas
imposiciones le pertenecen, que forman parte de ellas de manera intrínseca.
No se dan permiso a ser, a
vivir.
Ahí está la clave de la
transformación, en permitir, en escucharnos y permitirnos, también.
¿Te inhibes, te crees alguno de estos mandatos? Una profunda
reflexión sobre cuáles de estos condicionantes arrastramos no conducirá a
entender cuáles son los permisos que precisamos.
Pensemos, para buscar
coincidencias en el final de esta Solución, en el siguiente post.
Àlex Rovira.
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