Nuestro cerebro se lleva muy mal con la incertidumbre.
Preferimos conocer cuanto antes una mala noticia que vivir con la posible duda
de si será buena o no. Supongo que todos lo hemos vivido en nuestras
carnes y una vez más, la medicina y la psicología se han puesto manos a la obra
para confirmarnos que esto es así.
La primera investigación de la
que vamos a hablar se realizó en la Universidad de Maastrich. No cabe duda que
a veces los científicos son de lo más originales para ingeniar experimentos (y
no cabe duda que hay voluntarios para todo). En este caso, sometieron a unos
participantes a una serie de 20 descargas eléctricas. Un grupo sabía que
recibiría un shock intenso en cada descarga, mientras que el otro sabía que recibiría
17 descargas moderadas y 3 intensas, pero desconocía cuándo tendrían cada una
de ellas. Pues bien, ¿quiénes tenían más miedo al comienzo de la investigación?
Los resultados demostraron que los participantes que sabían que existía una
pequeña posibilidad de recibir una descarga intensa se mostraron más
atemorizados, sudaron más y su corazón latió más rápido, que aquellos
participantes que conocían al 100% que iban a recibir una descarga intensa. Así
pues, nuestra
mente prefiere la certeza aunque sea de malas noticias, a la incertidumbre de
una posible noticia positiva…
Vámonos a otra investigación.
Esta vez sin la amenaza de las descargas eléctricas pero con una enfermedad
incómoda de fondo. La colostomía es un proceso quirúrgico desagradable de reorganización
del colon que hace que las sustancias de desecho del organismo se expulsen a
través de una cánula insertada en el abdomen. Un estudio realizado en la
Universidad de Michigan investigó a pacientes con colostomías permanentes y
colostomías posiblemente reversibles. Seis meses después de la operación, los
pacientes cuya situación era permanente se mostraron más felices que aquellos
que pensaban que algún día podrían volver a la normalidad. ¿Por qué? Porque los
primeros tenían una certeza y pudieron aceptar su situación, mientras que los
segundos vivieron en la incertidumbre sin aceptar su situación y con la promesa
de volver algún día a la normalidad. De nuevo, una interesante conclusión. Somos capaces
de adaptarnos a una situación incómoda una vez que hemos eliminado cualquier
incertidumbre a su alrededor.
Una última investigación.
Psicólogos de la Universidad de British Columbia examinaron a personas que se
habían sometido a pruebas genéticas para determinar el riesgo que tenían de
desarrollar un desorden neurodegenerativo llamado Síndrome de Huntington.
Aquellos que sabían que tenían altas probabilidades de desarrollarlo se
mostraron más felices un año después del análisis que aquellas personas que no
supieron el grado de riesgo que presentaban. ¿Por qué? Una vez más, porque el
primer grupo tenía la certeza, mientras que el segundo se había mantenido en la
incertidumbre.
Conclusión:
Cuando se trata de noticias poco agradables, nuestros cerebros
prefieren saber, porque solo de esta manera pueden aceptar la situación,
hacerle frente y superarla. Todo ello nos lleva a una reflexión importante
con respecto a lo mal que se está haciendo en algunas empresas, por ejemplo,
cuando corren rumores de despidos y no se comunica adecuadamente. Como se
deriva de las investigaciones anteriores, preferimos saber las malas noticias
(y añadiría, y ser tratados como adultos), que no el silencio que nos hace
vivir la tortura de la incertidumbre. Y todo lo anterior lo podemos aplicarlo
también a la hora de comunicar nosotros una mala noticia a otras personas. Pretendemos
hacerles un favor postergando la situación o poniendo tiritas en la
conversación. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que si tenemos
que dar una mala noticia, es mejor ser directos y reducir cualquier posible
incertidumbre, que no andarnos por las ramas y poner paños calientes.
De este modo, la otra persona lo asumirá y podrá aceptarlo lo antes posible.
Receta:
Nuestra mente prefiere la certeza aunque sea de noticias malas,
a la incertidumbre de una posible noticia positiva.
Fórmulas:
Si te enfrentas a la
incertidumbre ante una posible mala noticia, ponte en la peor de las
situaciones y desarrolla un plan de acción B. La incertidumbre no desaparecerá pero al
menos, habrás podido reducir su impacto.
Si te enfrentas a una situación
aparentemente desagradable es importante recordar que podemos ser capaces de reconstruir nuestra
felicidad pasado un tiempo una vez que hayamos reducido la incertidumbre
inicial.
Cuando tengas que dar una
información negativa, acuérdate que es mejor saberlo que no vivir con la incertidumbre.
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