
-
“¡Se ha infectado! ¡Se está llenando de
tumores!”
Pronto los
bultos enrojecieron, comenzando a transformarse en manzanas. El hombre,
enceguecido, siguió creyendo que eran excrecencias malignas y comenzó a
vendarlas. En cada sitio que crecía un fruto, amarró con fuerza trozos de lino
para impedir que la enfermedad se desarrollara. El árbol luchó con angustia
tratando de crecer, pero estaba de tal manera comprimido que no pudo lograrlo.
Como la savia no circulaba, ni las manzanas crecían, ni las hojas presentaban
sus vientres al sol, el árbol fue languideciendo hasta secarse. Lleno de
tristeza, el ciudadano abrió con mucha pena sus brazos junto al tronco
ennegrecido y exclamó:
-
“¡Pobre vegetal, hice lo que pude para salvarte de tu mal, pero el destino no
quiso ayudarte! Justo cuando habías llegado a ser una planta de ramas lisas,
sin frutos, con hojas aterciopeladas, intervino la peste y todo se malogró.
¡Descansa en paz!”
Cavó una gran
fosa y sepultó los restos del manzano. Tomó otro puñado de semillas, las
enterró y se puso a esperar que creciera un árbol liso y sin tumores. Para lo
cual cubrió el sitio con una protectora campana de vidrio.
Alejandro
Jodorowsky:
Si la realidad no corresponde a nuestras ilusiones, las
que están mal son nuestras ilusiones y no la realidad. Cuando veas que no
logras lo que esperas, analiza lo que antes has obtenido y venéralo.
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