...luego
pueden parecer improbables, y más tarde, cuando nos comprometemos firmemente,
se vuelven inevitables.”
Autor:
Christopher Reeve.
Nadie duda de
que todos tengamos incorporada ‘de fábrica’ la capacidad innata de soñar, pero
también resulta indudable, que sólo unos pocos desarrollan a su vez la capacidad de
convertir aquello que anhelan en algo definido y real.
Bien es cierto
que no somos iguales, y que hay personas con talentos y habilidades
desarrolladas al extremo, lo que en principio parece un buen aval para lograr
cuanto se propongan en la vida. El misterio se plantea cuando constatamos que
muchos de los que han conseguido alcanzar metas importantes, lo han logrado,
objetivamente, sin poseer ni unas aptitudes ni unas destrezas singulares.
Entonces, ¿qué
diferencia a las personas que transforman sus deseos en una realidad tangible y
aquellas que no?
Algunos, al
tratar de responder a la pregunta, aludirán a la tenencia de suerte como factor
esencial. Otros lo explicarán por la aparición accidental en el horizonte de
buenas oportunidades. Otros dirán que lo fundamental es la disposición de las
herramientas apropiadas en los momentos oportunos y algunos, los más místicos,
solo creerán que una persona que carezca de preparación, de suerte, de
oportunidades y de herramientas, sólo será posible que cumpla sus sueños si son
favorecidos por un milagro. Y sin embargo, a veces ocurre así…
Me atrevo a
decir que el pequeño porcentaje de personas que logra hacer realidad sus
ambiciones, se las toman muy en serio. Es decir, no admiten bromas ni medias
tintas al respecto. Son su absoluta prioridad. Se comprometen con
todo su ser y hacen que ese deseo arda en su interior hasta inflamarles de
entusiasmo. A la vez, creen que lo que persiguen es posible y esa creencia
ilimitada les mantiene en marcha, por mucho que las circunstancias sean
adversas. En resumen: poseen determinación y perseverancia.
Siguiendo con
las cualidades que atesoran los ‘cumplidores de sueños’, digamos que conocen bien lo
que desean y podrían ser muy específicos con los detalles. No
quieren una vida mejor, saben perfectamente de qué color es esa vida, cuánto
pesa, cuánto mide, dónde se encuentra, con quién la compartirán y quién les
puede ayudar a llegar hasta ella…
Y confían en si mismos, porque saben
que son capaces (suspenden la incredulidad) y que si acaso no lo
fueran, encontrarían las capacidades y el conocimiento que les faltasen por el
camino.
Por último, no les importa
sacrificarse en pos de lo que desean y no buscan jamás la manera más fácil y
rápida de hacer las cosas.
En el viaje
hacia lo que soñamos, ser positivos, pacientes, apasionados y persistentes, se
convierte en el mejor equipaje. La alegría del cumplimiento y la recompensa,
acabarán pesando más que cualquier dolor y penuria soportados. Y cuando
cumples el primero de tus sueños, lo bueno es que ya no se te resistirá ninguno
de los que vayan detrás.
Reflexión final: Sólo una cosa vuelve
un sueño imposible: el miedo a fracasar. (Paulo Coelho)
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