El otro día en un taller de
formación sobre liderazgo hicimos un ejercicio en donde uno de los
participantes tenía que dar una mala noticia a un colaborador. La situación
obligaba a que el jefe previamente se disculpara, pero no lo hizo. Confieso que
siempre me ha extrañado ver esta reacción tan habitual, porque los mejores
líderes que he conocido saben disculparse y reconocen sus propios errores
delante de su equipo. Y siempre que he indagado en el motivo he encontrado la
misma respuesta, que podríamos extender a muchos de nosotros: Huimos de
nuestra fragilidad y evitamos aquello que nos impida mostrarnos más fuertes de
lo que realmente somos (disculpas, gestos sensibles o incluso, empatía).
Y aquí está el gran error porque en la medida en que no reconocemos una parte
de nosotros mismos somos incapaces de aceptarnos completamente.
Las personas tenemos un
carácter que podríamos asemejar al cubo de Rubik con el que jugamos hace años. Tenemos
diferentes caras, diferentes alternativas. A veces somos de un modo
y en ocasiones, habitamos otro opuesto. Si negamos una parte de nosotros y nos
empeñamos en forzar el resto, el sistema se descompensa. Reconocer una parte de
nosotros no significa alimentarla. Simplemente quiere decir ser conscientes y aceptarla.
Es lo mismo que nos ocurre cuando nos equivocamos. Si no abrazamos a esa parte
de nosotros que sufre, es difícil que estemos bien. Pero nos cuesta porque a
veces nos empeñamos en mostrar lo que no somos.
Como descubrió Brené Brown al estudiar la
vulnerabilidad: Cuando
nos inmunizamos para no sentir emociones negativas, también nos inmunizamos
para sentir las positivas. Por ello, y aunque nos cueste, el camino para
aceptarnos pasa por abrazar también nuestros miedos o la vergüenza
de que los otros vean algo de nosotros mismos que rechazamos.
A veces confundimos fragilidad con debilidad, y no son lo mismo. Mientras que
la fragilidad convive con la fortaleza, la debilidad lo hace con la dureza en
el trato. La debilidad significa no ser capaz de levantarse, esperar que sean
otros los que nos salven o, incluso, enmascarar las emociones. De hecho, las
personas que no abrazan el dolor y lo niegan, pueden ir congelando poco a poco
su corazón y mantienen relaciones personales a través de capas de cemento.
Mientras, la vulnerabilidad lleva consigo aceptar que las cosas pueden dolernos, que nos podemos caer,
incluso romper pero que, al mismo tiempo, somos capaces de levantarnos.
Las personas que se sienten débiles tienden a ser arrogantes o autoritarios
cuando tienen poder. Sin embargo, cuando alguien abraza su propia vulnerabilidad, entra en
contacto con el resto de un modo más cercano y auténtico. Y solo
reconociendo nuestra fragilidad, podremos alimentar nuestras fortalezas
personales.
Amarse a sí mismo es el comienzo de
una aventura que dura toda la vida. Oscar
Wilde, escritor irlandés (1854 –1900)
En definitiva, el auténtico
desafío pasa por aprender a querernos como somos. A veces, grandes y exitosos;
otras, pequeños y frágiles. Personas reales, que no perfectas, con defectos e
inseguridades; pero al mismo tiempo, únicos. No necesitamos esas
seguridades artificiales para ser queridos o queridas por los que realmente
importan… Lo sabemos, lo sabemos, pero se nos olvida mil y una vez. Puede que
el mundo nos exija a veces mostrar un determinado disfraz, pero nunca hemos de confundirlo con nuestra
esencia. Es posible que la dificultad en aceptarnos tal cual somos
radique en nuestra propia autoimagen, cargada de estereotipos o de escenas de
películas en las que nos hubiéramos gustado vernos reflejados. Pero la realidad
es otra. Posiblemente, los momentos donde nos sentimos frágiles tienen la magia
de hacernos recordar quiénes somos realmente. Y sinceramente, es bonito contemplarse
también desde ese prisma de pequeñez.
Fórmula:
Aceptar nuestra
fragilidad nos hace grandes y nos acerca a las otras personas de una manera
genuina y auténtica.
- Recuerda cuáles han sido unos momentos de fragilidad: enfermedad, accidente, frustración… ¿Cómo los viviste?
- ¿Qué momentos te hacen sentirte vulnerable, que no débil? ¿Qué personas?
- ¿Qué aprendizaje trasladarías de tus momentos de vulnerabilidad a otros momentos de tu vida?
Basado
en la novela: Jericó, Pilar (2013): Poderosamente frágiles, Alienta
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