En la época de la gran recesión económica
americana, un hombre pensó que, para las fiestas de Navidad de ese año, no
habría dinero para grandes regalos. Así que se gastó lo que tenía en comprar un
rollo entero de papel metalizado con dibujos, pensando que un elegante
envoltorio podría sustituir un costoso contenido.
Cuando decidió dedicarse a envolver los regalos,
fue a buscar el papel que cuidadosamente había guardado y descubrió que solo
quedaba el tubo de cartón vacío, explotó de furia.
-¿Quién ha usado el papel metalizado?, ¿quién ha sido? ¡Ese papel es
carísimo! ¿Para qué lo habéis usado? – empezó a gritar.
-Fui yo, papi, yo lo he usado – dijo su pequeña hija de cuatro años a punto de
llorar.
-Ese papel era carísimo, señorita. Y no
era para jugar, era para envolver los regalos de Navidad… ¡Tendrías que haber
preguntado si podías usar ese papel!
-No podía preguntar, papá…, porque… era
una sorpresa.
-¿Cuál era la
sorpresa? ¿qué ya no habría papel para envolver regalos?
-No papá, es que lo
usé para envolver un regalo sorpresa
-Todo el papel para un
solo regalo… ¿Y para quién era ese regalo sorpresa? – preguntó el padre
gritando
-Era… para ti, papá – dijo la niña lloriqueando
El hombre enmudeció. Se sintió un monstruo
reprendiendo a su hija que había envuelto un regalo para él. Después de un
rato, entre culpable y avergonzado por su furiosa reacción, dijo:
-Perdón si te he
gritado hija, pero es que ese papel era demasiado caro para gastarlo todo en un
solo regalo.
-Sí, papi… pero la
caja era muy grande y quedó tan bonita…
-Esta bien, vamos a
ver esa caja, quizá podamos aprovechar un poco de papel para envolver los
regalos de todos
La niña le entregó el regalo.
Invadido por la ternura de la niña, el padre trató
inútilmente de salvar el papel que lo envolvía. Sin embargo, volvió a explotar
cuando abrió la caja y descubrió que no había nada en ella.
-¿No sabes que cuando
uno hace un regalo y envuelve una caja, usando todo un rollo de papel, debe
poner algo dentro? ¡Nunca te enseñó tu madre que no se regala una caja vacía!
La pequeña bajo la cabeza y con lágrimas en los
ojos dijo:
-Es que la caja no
está vacía, papi… Yo soplé ochenta besos dentro de la caja… Así cuando te vas
de viaje, como no puedes llevarme contigo, te llevas los besitos que yo te
regalaré para Navidad…
Se dice que el padre guardó esa caja y su
envoltorio debajo de su cama. Que allí la tuvo durante años, y que cada vez que
se sentía triste, desanimado o agobiado por las dificultades de la vida, cogía
de la caja uno de los besos que su hija le había regalado y recordaba el amor
con el que su niña los había puesto allí…
Antoine de Saint-Exupéry
escribía en su magistral obra El Principito:
“Lo fundamental es invisible a los ojos”.
!Genial!... M'has commogut i m'has fet emocionar... es preciós!. Això també demostra que moltes vegades el que sembla no és el que es. Gràcies per la "FABULA".
ResponEliminaMoltes Gràcies!
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