Reconozco que, cada día más, estoy atento a lo que ocurre a mi
alrededor. Sin obsesionarme, trato de buscarle el sentido de lo que
hay frente a mí y agradezco a la vida que me lo haya puesto delante. En cada
nueva situación, ante una persona concreta, en un momento concreto o en un
lugar concreto, algo especial llega a mí. No sé si son instantes especiales de
verdad o si es mi manera de percibirlos lo que los hacen especiales!
Siempre he dicho que lo mejor de la vida llega de imprevisto,
sin avisar.
Y eso es verdad en los acontecimientos inesperados e importantes que llegan a
nuestra vida, cualquier día. Pero, un paso más allá, también es posible
aprender a ver cualquier momento o situación como algo único, importante e
irrepetible. En cada situación, por aparentemente rutinaria y cotidiana que
parezca, surge un detalle que la hace especial. A veces es una persona y el
brillo de su mirada, otras veces es una palabra o varias las que resuenan en
nuestro corazon. Porque, lo que sí que es verdad, es que para estar atento a lo que
pasa en la vida, hay que atreverse a abrir el corazón!
Hoy hablaba
-en una reunión supuestamente profesional, luego aparentemente intrascendente-
con álguien especial que, en diferentes momentos del diálogo me definió como
alguien “curioso” , dada mi tendencia a escudriñar en los temas, en busca de
información. Y, a pesar de no conocerme, me sorprendió su intuición al verme
como alguien inquieto y curioso ante lo que sucede a mi alrededor. Es verdad,
quizás es la clave de mi vida, la curiosidad como una actitud que me invita a ver,
sentir y vivir la vida tal como llega, con ilusión! Esa no es una
virtud para un niño que contempla con los ojos absortos lo que llega nuevo a su
vida! Pero tal vez sí lo es para una persona que, por la edad, podría tener la
errónea sensación de que no hay nada nuevo bajo el sol y que ya lo ha vivido
casi todo…
Seguramente
tras esta curiosidad se esconde la ilusión. Ilusión por vivir la vida, por
compartirla con los demás y por aceptar de buen grado las cosas nuevas que
llegan. Esa ilusión que los niños tienen de serie, pero que muchos adultos
pierden por el camino hacia la presunta madurez! Aún así, esa ilusión es algo
que sobrevive a nuestros pensamientos y creencias y yace agazapada en nuestro
interior. Por eso, cuando el corazón es quien ilumina nuestros pensamientos,
emociones y actos, la ilusión brota sin medida y da sentido pleno a lo que
vivimos. Solo hay que tener valor de dejarla fluir, sin miedo!
“Miguel, tu mimas mucho a tu niño interior” me
dijo alguien hace relativamente poco tiempo. Tenía razón, lo saco a pasear cada
vez que puedo y me siento orgulloso de pasear con él! Seguramente tardé
demasiado en dejarlo salir, demasiados años de sombras y miedos, pero que el
día en que tuve el valor suficiente para dejarlo salir, salió sonriente y
feliz, como cualquier niño hace cuando va a jugar. Y la vida es un juego intenso, siempre
sorprendente y cambiante, pero al que hay que aprender a jugar! Sus
reglas es no tener miedo y, en caso de haberlo, mirarlo de cara, porque detrás
está lo mejor de ti! Si abandonas el miedo, si vives el ahora, si dejas fluir
lo que hay en tu interior y si estás bien atento a cualquier oportunidad para
sentir, ya estás empezando a jugar -o a vivir, de verdad-, como lo hace
cualquier niño!
Tal vez soy
curioso porque no tengo miedo a encontrar algo
malo en lo que pueda descubrir. Tal vez ya he
aprendido que, incluso lo aparentemente adverso, está en mi vida por alguna
razón y tiene su propio sentido, para mí. Probablemente he
descubierto que tras la sombra, siempre hay luz! Es cuestión de abrir bien los
ojos del corazón y estar dispuesto a dejarse iluminar! Aunque quizás para ello
haya que dejar el pasado atrás y dejar de pensar en el futuro que tal vez nunca
llegará. Porque es
en el ahora que está la verdad, la ilusión y la siempre posible felicidad!
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