“Los milagros son
comparables a las piedras: están por todas partes ofreciendo su belleza y casi
nadie les concede valor. Vivimos en una realidad donde abundan los
prodigios, pero ellos son vistos solamente por quienes han desarrollado su
percepción. Sin esa sensibilidad todo se hace banal, al acontecimiento
maravilloso se le llama casualidad, se avanza por el mundo sin esa llave que es
la gratitud. Cuando sucede lo extraordinario se le ve como un fenómeno natural,
del que, como parásitos, podemos usufructuar sin dar nada en cambio. Mas el milagro exige un intercambio:
aquello que me has dado debo hacerlo fructificar para los otros. Si no se
está unido no se capta el portento. Los milagros nadie los hace ni los provoca,
se descubren. Cuando aquel que se creía ciego se quita los anteojos oscuros, ve
la luz. Esta oscuridad es la cárcel racional”.
Curiosamente
la palabra milagro antiguamente se escribía miraglo, y procede del latín
miraculum, que, a su vez proviene de mirari, que significa “contemplar con admiración, con asombro o
con estupefacción”.
Sí, Alejandro
tiene razón. Miramos
pero no sabemos ver. Si supiéramos mirar, nos ad-miraríamos ante tantas cosas…
Pero la mirada no depende solo de los ojos. La mirada profunda nace y muere en
el corazón. Es una simple cuestión de sensibilidad. A mayor
sensibilidad, mayor capacidad de conmoverse con tanta belleza que nos rodea y
que tan a menudo pasa inadvertida. Porque en buena medida solo podemos apreciar
“afuera” aquello que reconocemos, porque lo llevamos “adentro”. De ahí la
importancia de cultivar la mirada, el sentir, el sentimiento, el pensamiento,
el Ser. Y también, además de cultivar al Ser, conviene no aturdirlo demasiado,
no saturarlo, dejarle respirar, limpiarlo, oxigenarlo, para que devenga así también
más sensible a cualquier latido de verdad y belleza.
¿Dónde están los milagros? ¿Dónde los reconoces?
Os invito a
hacer inventario de milagros. Así, además de compartirlos, nos podemos inspirar
los unos a los otros para ver aquello que otros ven y que quizás, todavía, uno
no ha sido capaz de reconocer.
Besos y
abrazos,
Álex
Aprender a mirar de otra manera y ... ver con el corazón.
ResponElimina¡ Gracias, una muy nutritiva reflexión !