Mantener una conversación con
otra persona resulta agradable cuando nuestros puntos de vista van en el mismo
sentido. Pero cuando no es así surge la discusión. De nosotros depende que esa
discusión tenga buenos frutos o se convierta en pelea. Tendemos a confundir los
términos aunque son cosas bien distintas. En una discusión se plantean los
diferentes puntos de vista, se argumentan las propias razones, tratan de
desmontarse las del contertulio, etc… para finalmente llegar a una conclusión,
que tal vez no de razón a ninguna de las partes con claridad y el tema siga sin
tener una clara disolución, pero se puede volver a retomar cualquier otra
actividad sin que esa discusión contamine el ambiente.
Pero la línea entre discusión y pelea a veces es muy fina,
dependiendo del tema a tratar, de cómo nos afecte, de nuestra predisposición e
incluso de anteriores discusiones sobre el mismo tema con otras personas.
Si deseas pelear… adelante.
Sólo tú decides, y si es lo que quieres solo tienes que enfundarte unos buenos
guantes de boxeo verborreico. Pero si quieres dar solución a un tema, aquí
tienes cinco píldoras que pueden ayudarte a mantener una discusión de modo más
satisfactorio y con resultados útiles.
1.-
Escucha activa.
Cuando
alguien nos habla ¿realmente le estamos escuchando? En muchas
ocasiones ponemos en marcha nuestro piloto automático para pensar en otras
cosas. Si quieres hacerlo…adelante. Pero sé consciente de que lo haces. Cuando
se trata de una discusión lo que suele ocurrir es que estamos pensando en qué vamos a decir a la
otra persona en vez de escuchar sus argumentos. La escucha es el
principal pilar para una buena comunicación. No olvides que lo que tú dices ya
lo sabes, si
no escuchas, raramente vas a aprender algo nuevo. Escucha lo que la
otra persona tiene que decirte, con atención, sin prejuicios y así sabrás
realmente el mensaje que quiere transmitirte. Después tú decides cómo quieres
responder, pero recuerda que para eso, en ocasiones debemos parar un momento,
respirar, y asegurarnos que lo que vamos a decir es lo que queremos, para no
tener que arrepentirnos después.
2.-
Ceñirse al tema que se está tratando. Cuando tratamos un tema en una
discusión a veces lo mezclamos con otros temas que tenemos pendientes con esa
persona o con antiguas discusiones. Suele ocurrir cuando nos quedamos sin
argumentos que antes que reconocer que no tenemos nada más que añadir, buscamos en
el “cajón de los rencores” para desviar
el tema hacia otro en el que sí es más posible salir victoriosos.
Pero no nos estamos comunicando, estamos echando un pulso a ver quién saca más
motivos para proclamarse ganador. Y entre esos temas que sacamos pueden existir
cosas que realmente dañen a la otra persona, que puede darse por vencida o
contraatacar con algo más dañino aún. No estamos discutiendo sobre el año
pasado ni sobre otro tema. Estamos tratando un tema concreto y ceñirse a ese
tema es un buen punto de partida para no irnos por derroteros que lleven a la
pelea, donde incluso el ganador pierde y el tema que comenzó a tratarse sigue
sin resolver.
3.-
Buscar el lugar y el momento. Algunas cosas son muy sencillas y sin
embargo las pasamos por alto. Sentarnos con la otra persona en un lugar
tranquilo, en un asiento cómodo, mientras bebemos algo agradable y cálido puede
determinar el camino de la conversación. Por el contrario, un sitio
ruidoso, con falta de tiempo, cuando venimos “calentitos” de otras
circunstancias (imagina que acabas de ver una multa en tu coche), en un asiento
incómodo… puede propiciar la pelea, y cuantos más agravantes tengan las
circunstancias físicas y psicológicas en las que nos encontremos, más
condenados estamos a batallar asaltos y asaltos.
4.-
Date cuenta de cuándo decir “hasta aquí”. Si realmente queremos discutir
un asunto sin llegar a una pelea tenemos que tener en cuenta la famosa frase “dos no
discuten si uno no quiere”, en nuestro caso “dos no se sacan los pelos si uno de ellos
ha sabido retirarse”. Si atendemos a lo que decimos y lo que nos
dice la otra persona podemos detectar si esa discusión se va a convertir en una
pelea indeseada. Cuando nos vemos en un callejón sin salida, o detectamos que
los humos empiezan a subirse, podemos decir “hasta aquí”, y darnos un respiro
hasta otro momento en el que la conversación lleve a mejor puerto. Retirarse de
una discusión a tiempo es una victoria para ambas partes.
Simplemente explicamos a la otra persona que no es el momento, que eso va a
llevarnos a una pelea, y quiera o no la otra parte…se termina la discusión.
5.-
¿Qué deseas conseguir con esa discusión?. Tener claro nuestro objetivo es primordial.
Podemos querer resolver un asunto, ponernos de acuerdo en algo o simplemente
recalcar que tenemos razón. Piensa si el motivo de la discusión merece la pena
como para enfrascarse bien en ella y no te desvíes del camino o podrás terminar
en lo que no queremos…la pelea.
Te propongo un ejercicio.
Alguien dijo alguna vez “encuentra a alguien que te saque de quicio y habrás
encontrado a un maestro”. Puedes buscar a una persona y un tema en
el que sepas que no estáis de acuerdo o que habéis terminado peleando. Aplica
las cinco píldoras anteriores, escuchando a la otra persona, ciñéndote al tema,
buscando un momento oportuno, sabiendo que lo que deseas es algo gratificante
para ambas partes…. Tómalo como un experimento. Quién sabe, igual te sorprende
descubrir que algo que lleva años distanciándote de una persona tiene una
solución tremendamente sencilla.
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