Dormir bien es esencial para nuestra salud. Cuando no dormimos
bien, nuestro sistema nervioso se desequilibra y nuestro sistema inmunitario se
debilita. Nos sentimos irritables y tenemos dificultades para concentrarnos.
Empezamos a arrastrar el cansancio, dejamos de discernir bien, rendimos menos y
nos invaden la tristeza, la apatía o la pereza con mayor facilidad.
Hay tantas cosas que perturban
nuestro sueño que el descanso puede volverse superficial. Podría ser una
oportunidad que nos sobrepasa, ante la cual no nos sentimos preparados, tal vez
porque no la esperábamos, quizá porque podría implicar un cambio en nuestra
vida, o podría sacarnos de nuestra zona de comodidad. En definitiva nos altera.
La reacción inmediata es luchar contra lo que nos altera. Pensamos que si
eliminamos eso de nuestra vida o al menos de nuestros pensamientos volveremos a
estar en paz y a dormir.
A lo que se resiste, persiste. Y, la experiencia de lucha o
de resistirse, conlleva la dificultad en conciliar el sueño, sobre todo porque
nuestra mente se dispara con muchos pensamientos. La imaginación es nuestra mejor amiga
cuando nos lleva hacia delante y se convierte en nuestra peor enemiga cuando
amplia preocupaciones y presiones en nuestra mente. Y es que a
menudo la dificultad para dormir radica en que pensamos más de lo necesario.
Cuando nuestro pensamiento es inútil, nos agotamos.
Cuando la preocupación no nos
deja conciliar el sueño, utilizar pastillas puede ayudarnos a dormir pero no a
descansar profundamente. Con dormir bien no basta, necesitamos descansar a
fondo para poder vivir una vida plena. El sueño inducido por las pastillas no
nos relaja de verdad, y puede generar adicción.
Lo que ocurre es que tenemos hábitos que nos dificultan dormir. Por ejemplo,
a Carmina le encanta tenerlo todo controlado. Es ordenada y todo tiene que
estar en su sitio. Le cuesta dormir. Y es que por la noche no puede controlar
lo que ocurrirá. Su propio hábito de querer tenerlo todo controlado le impide dormir:
Dormir es soltar. Cada vez que nos vamos a dormir es como una
pequeña muerte en la que no se sabe lo que ocurrirá y puede invadirnos la
inseguridad de la incertidumbre. No hay otro remedio que practicar el soltar.
Si nos aferramos y queremos controlar lo incontrolable, nos será dificil
descansar.
"No
importa cuánto tiempo hayamos tenido una tendencia negativa de pensamiento,
podemos cambiarla. Al darnos cuenta, empezamos a liberarnos ". Louise L.
Hay
Para ser capaces de soltar al dormir, es necesario cultivar la
confianza.
La confianza es una disposición básica para fluir por la vida y afrontar sus
incertidumbres y complejidades con un cierto grado de éxito emocional. Para
fortalecer el creer en uno mismo y confiar, es bueno conectar con nuestro
interior entrando en silencio, reflexión y atención plena. En ese espacio, uno se da cuenta de que
tiene recursos para afrontar y para fluir con lo que está ocurriendo.
Calmar la mente racional, conectar con la valentía para afrontar y la confianza
en los recursos propios entrando en el silencio interior, le brindará la paz
necesaria para dormir bien.
También ayuda ponerse a escribir, ya que es curativo y
transformador.
Escribir nos permite sacar de nuestra mente todo lo que pensamos y encontrar la
paz. Escribir por la noche permite vaciarse y soltar todo lo que sentimos.
Escribir por la mañana nos sirve para aclarar nuestras dudas y despertar
nuestra creatividad ante la situación que estamos viviendo.
"La realidad se condiciona, se
reconstruye y a menudo se crea mediante nuestras imágenes anticipadoras. El cambio
se inicia en las imágenes que tenemos del futuro." David Cooperrider
Norman Cousins, psicólogo
norteamericano, tuvo un ataque de corazón y posteriormente compartió como el
poder de las imágenes que mantuvo en su mente le ayudó: “Al
ver imágenes que evocaban en mí esperanza, fe, amor, voluntad de vivir, humor,
creatividad y confianza, pude recuperarme".
Necesitamos una reserva de
imágenes y recuerdos hermosos, saludables, inspiradores, y que tengan un poder
suficiente como para que nos ayuden en los momentos difíciles. Si tenemos un
cúmulo de simientes positivas en nuestro interior, podremos acudir a ellas para
que nos ayuden en momentos difíciles. De todas maneras si nos
bloqueamos, si permanecemos en la prisión de nuestro dolor, nos costará entrar
en contacto con el manantial saludable que brota en nuestro ser.
En todos estos años de
experiencia en sesiones de coaching acompañando a personas, me doy cuenta de cómo las
imágenes movilizan nuestro mundo interior. Cuando cambia la imagen
que mantenemos por una más positiva y atractiva, cambia nuestra visión, se
modifica nuestra actitud y mejora nuestro estado vital. Si por el contrario
estamos anclados en las imágenes del pasado, especialmente en aquello que no
funcionó, que nos decepcionó o que perdimos, nos es más difícil sentirnos bien
y no descansamos porque al traer esas imágenes al presente, nos quedamos
bloqueados.
Ser capaz de gestionar las imágenes interiores, y recurrir a imágenes que nos
produzcan bienestar nos ayudará a evitar que nos invada la rabia, el miedo, la
tristeza, el dolor o el malestar. De hecho en nuestro interior están
todas las experiencias positivas que hemos vivido y al conectar con ellas
podemos dar gracias. Y la gratitud nos ayuda a descansar mejor.
Plantear preguntas positivas nos ayudará a recurrir a las
imágenes saludables.
En vez de preguntar "¿por qué me tuvo que ocurrir?",
puedo preguntar "¿qué
me ayudará?, ¿cómo me gustaría verme?, ¿cuántas cosas tengo por agradecer de lo
vivido con él o ella?, ¿qué paisaje o rostro me conecta con la paz?".
Crear un entorno propicio contribuirá a un buen descanso.
Dormir en una habitación bien
ventilada en la que no haya aparatos electrónicos. Dejar de utilizar el móvil y
el ordenador media hora antes de meterse en la cama, para darle una pausa a
nuestra mente y un espacio a nuestro ser. No cenar comidas pesadas. También es
aconsejable que media hora antes de ir a dormir atenuemos las luces, nos
pongamos el pijama, y realicemos aquello que nos relaja. Quizá una lectura, un
baño o escribir. Quizá simplemente relajarse respirando. Relajar todos los
músculos del cuerpo. Observar los pensamientos y lo que sentimos, sin apegarnos
a ellos y focalizándonos en la respiración y en relajarnos.
El maestro de mindfulness Thich
Nhat Hanh afirma que "cuando practicamos la respiración consciente
nuestra actividad intelectual disminuye y nos procuramos un auténtico descanso.
La mayor parte del tiempo pensamos demasiado y concentrarnos en nuestra respiración
nos tranquiliza, relaja y pacifica."
Nos inducirá al descanso el ser
conscientes de cómo inspiramos y expiramos, sintiendo que el aire que entra es
como una ola que nos acaricia, y al expulsar el aire éste se lleva lo que no
queremos, nos limpia, y es cómo las olas que acarician la arena.
Lo que hacemos durante el día influye en la calidad de nuestro
sueño.
Tener una conciencia tranquila es la base para descansar bien. Meditar nos
ayuda a soltar lo que hemos acumulado durante el día, a no correr tras nuestros
pensamientos, a observar sin alterarnos y a abrazarnos para dormir tranquilos.
PREPÁRESE
PARA DESCANSAR BIEN
Antes de irse a dormir escuche
música relajante.
Sienta su respiración y dese la
oportunidad de relajarse.
Sí le agobian pensamientos
sobre el día siguiente, anote en una agenda lo que deberá tener en cuenta, y
déjelo en el papel, no tiene sentido seguir dándole vueltas una vez está en la
cama. Si su mente ha ido acelerada hasta el último minuto, cuando se relaje le
vendrán ideas que no le permitirán dormir. Por eso dedique media hora a ir
lentamente cerrando el día, atenuando luces, desconectando aparatos
electrónicos, televisores y radios, creando silencio. Medite y conecte con su
paz interior.
Dese ese regalo. Dormirá y vivirá mejor.
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