Un perrito es atropellado
por un coche. Dos amigos pasan caminando y presencian el accidente. Uno de los
dos se acerca a levantar al animal para llevarlo a un veterinario.
—Perro desagradecido, lo quiero ayudar y me
muerde…
El amigo contesta:
—No te enojes. No te muerde por falta de
gratitud, te muerde porque está herido.
Muchas veces no entendemos los comportamientos de
los demás o los nuestros propios.
Reaccionan o reaccionamos aparentemente, de manera
descortés o incluso violenta.
Quizá, en lugar de emitir un juicio negativo sobre
ellos o sobre nosotros mismos (¿cómo ha sido capaz de…, cómo he sido capaz de…,
es un …, soy un…), podríamos intentar ir un poco más allá y ver mejor.
Quizá, simplemente, hay algo, dolor, sufrimiento,
miedo, tristeza, heridas, etc. que son el origen de ese comportamiento, y que lo que se
necesita, no es el juicio y el olvido, sino la empatía y la compasión…
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