¿Sabías que el momento de mayor
actividad en las redes es el miércoles a las 9:30 de la mañana, que compartimos
más contenido positivo que negativo y que las emociones que más actividad
generan en la red son aquellas que más activación física producen en nuestros
organismos? ¿Sabías que compartimos contenido en línea para relacionarnos?
Todos estos hallazgos vienen a
conformar lo que se ha venido a llamar The
Science of Sharing, la ciencia que estudia nuestros comportamientos en las
redes: aquello que compartimos o que nos lleva a participar activamente en el
mundo online. ¿Qué
podemos aprender de esta nueva ciencia?
Compartimos
más las historias positivas que negativas.
El doctor Jonah Berger, profesor de la Wharton School y autor del libro Contagious: Why Things Catch On, ha
examinado miles de piezas de contenido en línea midiendo si fueron más o menos
compartidas y qué tipo de emociones evocaban. Su primer hallazgo fue que por lo
general, se
comparten más elementos positivos que negativos. De ahí que nos
sintamos movidos a echar un vistazo a aquello que se publica… ¡Porque tiene
contenido positivo!
Compartimos
más la información que nos activa.
El profesor Berger continuó
investigando el mecanismo emocional que subyace a las publicaciones en la red y
descubrió que había contenido negativo que también era altamente compartido, se
trataba del contenido que más activación generaba. Berger detectó que además de
la valencia de la emoción (positiva o negativa), aquella información que
generaba mayor activación tenía más probabilidades de ser compartida. Tomando
como ejemplo las emociones negativas, aquellas que inspiran furia o ansiedad
(emociones activadoras) tienen más posibilidades de ser compartidas que aquellas
que, como la tristeza, tienden a desactivarnos. Esto explicaría por
qué compartimos en la red más noticias relacionadas con desastres climáticos o
disputas políticas (que tienen a generar furia o ansiedad), que con pérdidas de
personas queridas.
Para comprobar esta idea, el
doctor Berger llevó a cabo un estudio en el que dividió a los participantes en
dos grupos. Los integrantes del primer grupo se mantuvieron sentados durante un
minuto, mientras que los integrantes del segundo grupo corrieron durante
sesenta segundos antes ponerles frente al contenido. Los resultados mostraron
que el simple hecho de correr previamente a la presentación de un contenido,
aumentaba las probabilidades de compartirlo. ¿El motivo? El arousal o nivel de
activación. Cuando realizamos ejercicio, nos montamos en un avión con
turbulencias o vemos una película de miedo, las emociones que sentimos nos
activan, aumenta la presión sanguínea y el ritmo cardíaco y tanto nuestra mente
como nuestros sentidos se mantienen alerta. Esta activación física nos animaría
a compartir más contenido en la red… Tiene sentido ¿no es así?
Compartimos
más por la mañana temprano, coincidiendo con un aumento de los mensajes
positivos.
Un estudio realizado en la Cornell University y que estudió 509
millones de tweets realizados por la mañana, demostró que había un número
significativamente mayor de tweets positivos, lo que sugiere la existencia de
una correlación entre el hecho de compartir y la felicidad. Habrá que seguir
investigando por esta línea…
Al
final… compartir es una manera de relacionarse.
Un estudio realizado
recientemente por New York Times y
Customer Insight Group en el que participaron 2.500 personas cuya actividad
en la red era media o alta concluye que compartimos para:
- Acercar contenido de valor y entretenimiento a los demás.
- Definirnos ante otras personas.
- Aumentar y fortalecer nuestras relaciones.
- Autodesarrollarnos.
- Posicionarnos sobre determinadas causas.
Este estudio sostiene que el
hecho de compartir no es nuevo, que siempre lo hemos hecho, lo que ha cambiado
ha sido el patrón: ahora compartimos más contenidos, que proceden de más
fuentes, a más personas, más a menudo y más rápido.
La otra cara de la moneda es la
saturación que produce tanta información difundiéndose a través de tantas
redes. No damos abasto con Facebook, Twitter, Google+,
YouTube, Linkedin, Xing… Cierta
sensación de impotencia y cansancio nos puede inundar antes de encender el
ordenador o el Smartphone, si es que
somos capaces de apagarlo por las noches. Poner sentido común a nuestra actividad en las redes hoy
es crucial.
Fórmula:
Compartir
es la naturaleza del ser humano, tanto contenidos en redes como una buena
comida con personas queridas, pero hagámoslo con sentido.
Recetas:
- Divulga solo esos contenidos que te parecen vitales para tu red de contactos personales.
- Antes de enviar algo reflexiona qué emociones les va a provocar y si es lo que quieres.
- Pregúntales si el contenido que les envías les gusta recibirlos; asume sus sentires.
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