Un grupo de leñadores estaba cortando arboles en un bosque, diariamente, sin parar. Cada jornada ellos se levantaban antes y se acostaban mas tarde y, sin embargo, cada vez cortaban menos arboles.
Asumieron que su falta de eficacia se debía a que sin duda a medida que avanzaban en el interior del bosque los arboles por alguna razón desconocida adquirían una mayor dureza.
Solo uno entre ellos cortaba mas arboles que nadie, a pesar de que ni era el que se acostaba más tarde ni el que se levantaba más temprano. Además, para mayor sorpresa de todos, todos los días desaparecía durante media hora.
Entre sus compañeros circulaban todo tipo de teorías, desde que tenía suerte porque le tocaban los arboles más blandos, hasta que era mas fuerte de lo que parecía. Al final uno de ellos, en lugar de seguir haciendo juicios, decidió hacerle una pregunta para averiguar en que invertía el tiempo en el que se ausentaba.
La respuesta de tan evidente que era, había sido obviada:
- Durante ese tiempo me dedico a afilar mi hacha.
Pararnos para recuperar fuerzas no es un gasto de tiempo, sino una extraordinaria inversión. Cuando nuestro cerebro entra en un periodo de recuperación, las ondas rápidas que se registran por medio del electroencefalograma se vuelven más lentas y ese ritmo lento llamado alfa está asociado a la recuperación tanto mental como fisica.
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