Cada vez simpatizo más con la
idea de que a estas alturas la gente que no tiene una cuenta en Facebook tiene algo
que ocultar. Si alguna vez la versión de nosotros mismos en esas redes
sociales, definida por conductas aparentemente triviales como mantener durante
años la misma foto de perfil o cambiarla compulsivamente cada semana, no tuvo
ningún significado, se ha decretado finalmente el fin de la inocencia. Todo
tiene un sentido y una razón de ser. Y si no somos capaces de descifrarlo, ahí
tenemos a los filósofos entregados en cuerpo y alma a la causa.
¿Y por qué tendrían los
filósofos que ocuparse de Facebook, cuando lo suyo siempre han sido los asuntos
trascendentales, como aquello de encontrar el sentido de la vida, o hacia dónde
vamos y de dónde venimos? Según D. E.
Wittkower, profesor de Filosofía y Estudios interdisciplinarios en la
Coastal Carolina University “cualquier cosa con el nivel de participación global de
Facebook merece algo de atención. Para algunos expertos, Facebook es un ángel y
para otros, un demonio; algunos lo
consideran una emergente aldea global, y otros, un generador de soledad y
aislamiento; unos creen que es una oportunidad para hacer crecer las relaciones
sociales, mientras otros lo ven como un modo de alimentar la vanidad y el
narcisismo”.
Para este profesor, que
confiesa tener dos gatos entre sus amigos de Facebook y una relación conflictiva
con FarmVille, la variedad de opinión de sus colegas sobre la red social no se
explica por sus diferentes ideas al respecto, sino porque hay “muchos tipos de Facebooks”. Y ya se sabe
que todo lo que implique una elección vital tiende a convertirse en objeto de
estudio de la filosofía. Y sí, asumamos de una vez que escoger la foto de
perfil es una toda una elección vital.
El profesor Wittkower que antes había editado el
libro El Ipod y la filosofía, ha
conseguido reunir la opinión de sus colegas, potentes filósofos de
universidades del mundo entero, en el libro Facebook
y la Filosofía (Open Court, 2010). Veamos las disquisiciones de estos
estudiosos de Aristóteles y Platón, usuarios ellos mismos de Facebook, sobre
nuestros modernos comportamientos sociales
Tenemos
el Facebook que nos merecemos
Mejor no lo hubiera dicho Jean Paul Sartre si le hubiera tocado
vivir estos tiempos. Al menos, esa es la opinión de D. E. Wittkower. “Facebook es
gente, gente que conoces muy bien, y gente que no conoces de nada, alguien que
fue tu mejor amigo en quinto grado y luego se mudó a 900 kilómetros, gente que
acabas de conocer, gente con quien trabajas o gente a quien solo has conocido
en Internet. Esto explica que algunos odien Facebook y otros lo amen. La gente
no es siempre divertida. Cuando miramos
a los amigos como una fuente de diversión y les pedimos: ‘Estoy aburrido, hazme
reir, haz algo divertido’, nos estamos asegurando la frustración. Otra cosa
sería decir: “Estoy interesado en saber lo que te está pasando por la cabeza en
este momento, ¿me lo cuentas? ¿te cuento lo mío?”. Facebook va de compartir.
El
virus de la privacidad

La
vida es un juego
Otros grandes críticos de la
red social señalan que alimenta el narcisismo y la creación de personajes e
identidades paralelas. Pero un grupo de filósofos, representados en
este libro por Anthony Beavers y Tamara
Wandel, profesores de Filosofía y Comunicación respectivamente, de la
Universidad de Evansville, aplauden esta prestación de Facebook. “La posibilidad
de exagerar, gritar y jugar a quien realmente no somos ayuda a mantener el
espíritu de juego que nunca debimos haber perdido. Si aceptamos que nunca
dejamos de aprender, por qué negarnos a experimentar otros roles y nuevos
personajes. Relajémonos y recordemos la
muy conocida frase de Platón: ‘La vida debe ser vivida como un juego’”.
Friending/Unfriending

¿Con
cuántas horas Facebook es una pérdida de tiempo?
Perder el tiempo parece ser parte de la experiencia de estar en
Facebook.
Así lo aceptan buena parte de estos pensadores. Pero también se cuestionan si
compartir tiempo con un amigo real o virtual no puede ser también considerado
una pérdida de tiempo. “Facebook permite hablar, compartir fotos y reírse con
amigos con quienes, probablemente, habría pocas posibilidades de relacionarse.
Pasar cada día una o dos horas en Facebook es para mí un tiempo bien
aprovechado”, asegura Craig Condella. Sin embargo, él mismo se
pregunta por qué mientras más veteranos y experimentados son los usuarios de
Facebook, mayor es su sensación, y así lo reconocen, de estar perdiendo grandes
cantidades de tiempo en la red social. Condella encuentra la respuesta en
Aristóteles. “Facebook
ignora sus enseñanzas sobre los diferentes tipos de amigos. Si revisamos
nuestras relaciones del pasado tendríamos que admitir que muchos amigos tienen
fecha de caducidad y son circunstanciales. De
forma natural, mucha gente va
saliendo de nuestra vida y el círculo se va
estrechando, de manera que podemos dedicarnos en cuerpo y alma a un reducido
grupo de amigos”. Y así había sido la naturaleza de las cosas
hasta hoy. “La
principal alteración que ha causado Facebook al universo de la amistad es que
permite reconectar artificialmente con gente que ya estaba fuera de tu vida,
con la que no habías hablado en los últimos diez años y con la que,
probablemente, ya no tengas mucho que decirte. Podrías ignorar su petición de
amistad pero, ¿quién quiere herir los sentimientos de un antiguo compañero de
colegio? Parece mucho más sensato tener unos breves intercambios de cortesía, y
luego, bloquearle el acceso a tu muro. Ojos que no ven, corazón que no siente”.
La teoría de Condella es que entre la gente que vamos encontrando en la vida y los ex
amigos con los que Facebook nos obliga a reconectar estamos saturados y, aunque
les dediquemos mucho tiempo, nos dispersamos y no conseguimos cultivar amigos verdaderos.
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