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diumenge, 10 de novembre del 2013

Facebook y la filosofía. Karelia Vázquez. El País.

Maestros acuden a Platón o Aristóteles para pensar el universo de amistades creadas en la red.
Cada vez simpatizo más con la idea de que a estas alturas la gente que no tiene una cuenta en Facebook tiene algo que ocultar. Si alguna vez la versión de nosotros mismos en esas redes sociales, definida por conductas aparentemente triviales como mantener durante años la misma foto de perfil o cambiarla compulsivamente cada semana, no tuvo ningún significado, se ha decretado finalmente el fin de la inocencia. Todo tiene un sentido y una razón de ser. Y si no somos capaces de descifrarlo, ahí tenemos a los filósofos entregados en cuerpo y alma a la causa.
¿Y por qué tendrían los filósofos que ocuparse de Facebook, cuando lo suyo siempre han sido los asuntos trascendentales, como aquello de encontrar el sentido de la vida, o hacia dónde vamos y de dónde venimos? Según D. E. Wittkower, profesor de Filosofía y Estudios interdisciplinarios en la Coastal Carolina University “cualquier cosa con el nivel de participación global de Facebook merece algo de atención. Para algunos expertos, Facebook es un ángel y para otros, un demonio; algunos lo consideran una emergente aldea global, y otros, un generador de soledad y aislamiento; unos creen que es una oportunidad para hacer crecer las relaciones sociales, mientras otros lo ven como un modo de alimentar la vanidad y el narcisismo”.
Para este profesor, que confiesa tener dos gatos entre sus amigos de Facebook y una relación conflictiva con FarmVille, la variedad de opinión de sus colegas sobre la red social no se explica por sus diferentes ideas al respecto, sino porque hay “muchos tipos de Facebooks”. Y ya se sabe que todo lo que implique una elección vital tiende a convertirse en objeto de estudio de la filosofía. Y sí, asumamos de una vez que escoger la foto de perfil es una toda una elección vital.
El profesor Wittkower que antes había editado el libro El Ipod y la filosofía, ha conseguido reunir la opinión de sus colegas, potentes filósofos de universidades del mundo entero, en el libro Facebook y la Filosofía (Open Court, 2010). Veamos las disquisiciones de estos estudiosos de Aristóteles y Platón, usuarios ellos mismos de Facebook, sobre nuestros modernos comportamientos sociales
Tenemos el Facebook que nos merecemos
Mejor no lo hubiera dicho Jean Paul Sartre si le hubiera tocado vivir estos tiempos. Al menos, esa es la opinión de D. E. Wittkower. “Facebook es gente, gente que conoces muy bien, y gente que no conoces de nada, alguien que fue tu mejor amigo en quinto grado y luego se mudó a 900 kilómetros, gente que acabas de conocer, gente con quien trabajas o gente a quien solo has conocido en Internet. Esto explica que algunos odien Facebook y otros lo amen. La gente no es siempre divertida. Cuando miramos a los amigos como una fuente de diversión y les pedimos: ‘Estoy aburrido, hazme reir, haz algo divertido’, nos estamos asegurando la frustración. Otra cosa sería decir: “Estoy interesado en saber lo que te está pasando por la cabeza en este momento, ¿me lo cuentas? ¿te cuento lo mío?”. Facebook va de compartir.

El virus de la privacidad
¿Pasamos de la privacidad los que nos entregamos a Facebook? Esta es una gran discusión que divide a los filósofos entre los escépticos (piensan que los usuarios de Facebook hemos decretado junto con Marck Zuckerberg el fin de la privacidad), y los creyentes que sostienen que si los adolescentes pasan noches enteras desetiquetándose de las fotos comprometedoras que han colgado sus amigos, algo les importará la privacidad. James Grimmelmann, profesor asociado de la Escuela de Leyes de Nueva York se manifiesta acerca de si Facebook es un sitio público o privado. Aunque mantengas tu muro cerrado a cal y canto, 350 amigos son demasiados para que Facebook pueda ser considerado un sitio privado. “Digamos que tu ordenador es un espacio privado pero Facebook no lo es”. En su opinión, los muy conocidos casos de despidos y divorcios provocados gracias a indiscreciones de la red social vienen de la incapacidad de controlar nuestra interacción con semejante multitud. “Una de las reglas cardinales de la vida social que ponemos en práctica casi sin pensar es la de Conoce a tu público. Gracias a ella hemos aprendido a no repetir determinados chistes delante de los padres, los jefes o alguien que suponga algún tipo de autoridad. Sin embargo, aunque los usuarios de Facebook dedican tiempo a calibrar las consecuencias de sus comentarios, parece imposible memorizar a cada uno de los contactos que podrían tener acceso a sus pensamientos”. Según este experto la propia razón de ser de Facebook y el tipo de foto que escoges para tu perfil nos hace olvidar que nos movemos por un campo minado. “No olvides, dice Grimmelmann, que la mayor razón por la que estamos en Facebook es porque nuestros amigos también están allí, y una cara sonriente en la foto de perfil ayuda a convencerles de que hablan con alguien cercano, y no con otras 350 personas”.

La vida es un juego
Otros grandes críticos de la red social señalan que alimenta el narcisismo y la creación de personajes e identidades paralelas. Pero un grupo de filósofos, representados en este libro por Anthony Beavers y Tamara Wandel, profesores de Filosofía y Comunicación respectivamente, de la Universidad de Evansville, aplauden esta prestación de Facebook. “La posibilidad de exagerar, gritar y jugar a quien realmente no somos ayuda a mantener el espíritu de juego que nunca debimos haber perdido. Si aceptamos que nunca dejamos de aprender, por qué negarnos a experimentar otros roles y nuevos personajes. Relajémonos y recordemos la muy conocida frase de Platón: ‘La vida debe ser vivida como un juego’”.

Friending/Unfriending
Cada vez que una palabra es aceptada en el diccionario, el sitio donde se originó parece adquirir valor y autenticidad. Muchos académicos empezaron a tomarse Facebook en serio cuando el Diccionario de la Lengua Inglesa aceptó el vocablo friending para definir la acción de hacer amigos en el cortijo de Mark Zuckerberg. A la vez, la decisión de no emplear la palabra amistad (friendship) para definir lo que pasa en Facebook marcó una diferencia entre los amigos y los enemigos que hacemos dentro y fuera de la red social. “Algo diferente pasa en Facebook, de otra manera no habría sido necesario aceptar un nuevo término”, afirma Craig Condella, profesor de Filosofía de la Universidad de Salve Regina en Newport. Para él la diferencia consiste en que los amigos que hacemos en la red social son fruto casi siempre de “un proceso instantáneo que presupone la existencia de una relación anterior” sea de la naturaleza que sea. “Friending” es una de las primera claves establecidas para separar lo que pasa en el mundo virtual de los sucesos del mundo real. En Español, diríamos “somos amigos en Facebook”, y todo el mundo entendería de qué estamos hablando, y de qué no.

¿Con cuántas horas Facebook es una pérdida de tiempo?
Perder el tiempo parece ser parte de la experiencia de estar en Facebook. Así lo aceptan buena parte de estos pensadores. Pero también se cuestionan si compartir tiempo con un amigo real o virtual no puede ser también considerado una pérdida de tiempo. “Facebook permite hablar, compartir fotos y reírse con amigos con quienes, probablemente, habría pocas posibilidades de relacionarse. Pasar cada día una o dos horas en Facebook es para mí un tiempo bien aprovechado”, asegura Craig Condella. Sin embargo, él mismo se pregunta por qué mientras más veteranos y experimentados son los usuarios de Facebook, mayor es su sensación, y así lo reconocen, de estar perdiendo grandes cantidades de tiempo en la red social. Condella encuentra la respuesta en Aristóteles. “Facebook ignora sus enseñanzas sobre los diferentes tipos de amigos. Si revisamos nuestras relaciones del pasado tendríamos que admitir que muchos amigos tienen fecha de caducidad y son circunstanciales. De forma natural, mucha gente va
saliendo de nuestra vida y el círculo se va estrechando, de manera que podemos dedicarnos en cuerpo y alma a un reducido grupo de amigos”. Y así había sido la naturaleza de las cosas hasta hoy. “La principal alteración que ha causado Facebook al universo de la amistad es que permite reconectar artificialmente con gente que ya estaba fuera de tu vida, con la que no habías hablado en los últimos diez años y con la que, probablemente, ya no tengas mucho que decirte. Podrías ignorar su petición de amistad pero, ¿quién quiere herir los sentimientos de un antiguo compañero de colegio? Parece mucho más sensato tener unos breves intercambios de cortesía, y luego, bloquearle el acceso a tu muro. Ojos que no ven, corazón que no siente”. La teoría de Condella es que entre la gente que vamos encontrando en la vida y los ex amigos con los que Facebook nos obliga a reconectar estamos saturados y, aunque les dediquemos mucho tiempo, nos dispersamos y no conseguimos cultivar amigos verdaderos.

Por su parte, D.E. Wittkower, cerebro y corazón de este tratado filosófico, también se pregunta si Facebook es una colosal pérdida de tiempo. Y aquí va su respuesta: “¿Es la gente una pérdida de tiempo?, ¿Lo es la amistad? Para ser justos, a veces sí y a veces no. Alguna gente no vale la pena y otra es importante y valiosa, pero nadie puede saberlo antes de arriesgar e invertir un poco de su tiempo en esa relación. Lo mismo pasa con Facebook. A veces se pierde el tiempo y otras no, pero para saberlo y decidir salir, hay que haber estado dentro”.

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