Por eso debemos ser capaces de renunciar a compañías que nos
hacen palidecer
Si nos atenemos a la
etimología, inteligencia significa
“saber escoger”. Es decir, aquella persona capaz de elegir la mejor opción
para resolver un problema es, etimológicamente hablando, inteligente. Pero hay
más. Porque en nuestro wikimundo, tan conectado y colaborativo, esta cualidad
no es tan individual como nos dice su origen, aunque sigue siendo crucial saber
escoger. En este caso, elegir el entorno, las compañías y el ambiente en el que
podamos desarrollar y contribuir con nuestras habilidades. Pero también ser
capaces de enriquecernos de las inteligencias y capacidades de quienes nos
rodean.
La inteligencia es casi
inútil para aquel que no tiene más que eso. Alexis Carrel.
Sin embargo, en la mayoría de
las ocasiones no conectamos de una forma voluntaria y consciente. Simplemente
pasa… o no. Cuando sucede, decimos que hay feeling o química. Cuando no, nos desesperamos
porque no entendemos qué nos ocurre, por qué parecemos tan tontos y poco útiles
cuando estamos con esa persona, ese grupo de conocidos o en ese equipo de
trabajo.
Si queremos ser capaces de conectar nuestra inteligencia con la
de los demás, necesitamos vibrar en la misma frecuencia.
Sincronizarnos. Esto, aparentemente nada complicado, es lo que frustra la gran
mayoría de relaciones humanas, dejándonos aislados, enfadados y tristes. Sin
embargo, la teoría es sencilla.
Tú
primero.
Da igual que sea entre personas o civilizaciones extraterrestres, para
establecer contacto es esencial que alguien lance la primera señal. Sé tú. No
esperes y sé activo. Muéstrate abierto, participativo y colaborativo desde el
primer momento y seguro que alguien te devolverá la señal.
Escucha
activa.
Ahora que hemos lanzado la señal, debemos interesarnos sinceramente por cómo
son las personas con las que queremos conectar. Qué les gusta, qué les
disgusta, cómo es su vida o si prefieren los perros o los gatos. Saber escuchar,
simplemente.
Interés
genuino.
Para que la escucha activa funcione es imprescindible que mostremos un interés
genuino. No vale hacerlo ver. Si cada persona es un mundo, debemos aprovechar
la oportunidad de ser cosmonautas, visitantes de universos cercanos. Seguro que,
como pasa en todos los viajes, nos enriqueceremos con la experiencia.
Empatía. Ahora que nos
conocemos y nos interesamos por los demás, nos resultará mucho más sencillo
sentir empatía, ponernos en su lugar. Ya estamos preparados para enriquecernos
mutuamente y trabajar para un objetivo común desde la comprensión y la
generosidad.
Así pues, saber establecer vínculos con quienes están a nuestro
alrededor es la garantía de poder unirnos y trabajar, o disfrutar
en equipo aportando nuestra parte y enriqueciéndonos de las aportaciones de los
demás. Pero hay más. Porque todo esto también es el primer paso para usar las
redes sociales con un objetivo que encaje con nuestras vocaciones, intereses y
sueños. Veamos cómo.
Estamos inmersos en la era de
las redes sociales, que conectan a personas con personas. Objetivos con
objetivos. Inteligencias con inteligencias que pueden crear la Wikipedia,
encender una revolución o protestar porque Ben Affleck sea el nuevo Batman.
Depende de cada uno. Pero hoy nuestras oportunidades para beneficiarnos de la
inteligencia colectiva son infinitas. Para ello debemos usar lo que podemos
denominar como VIA, tres principios
básicos para dejar en paz a Ben Affleck y dedicarnos a conectar con otras
personas que nos inspiren y nos ayuden a crecer y realizarnos.
Hay que unirse no para
estar juntos, sino para hacer algo juntos. Juan Donoso Cortés.
Vocación
genuina.
Identifiquemos nuestra vocación, aquello que siempre hemos querido hacer y que
por las razones que sea no hemos podido o no hemos encontrado la manera. Ya no
hay excusa. ¡Podemos! ¿Escribir? ¿Ser fotógrafo? ¿Hacer punto de cruz? Da igual
el qué. Es
desde nuestra verdadera vocación desde donde podremos conectar con otras
personas con nuestro mismo interés. Encontrarlo y detectarlo es el
primer y fundamental paso hacia cualquier tipo de conexión.
Información
inspiradora.
Démonos de alta en páginas afines. Sigamos las cuentas de aquellas personas que
comparten los mismos intereses. Buceemos por la Red y acumulemos material
inspirador, personas
interesantes e interesadas en lo mismo que nosotros.
Actitud
participativa.
Ahora es el momento de tener nuestro propio sitio en la Red, que será la
plataforma desde la que nos relacionaremos. Nuestra página, blog o espacio en
la red social que nos interese y nos inspire. Participemos. Comentemos.
Intercambiemos opiniones y resultados y veremos cómo aquello que ha empezado en el espacio
virtual acabará por hacerse realidad y tal vez, como ha pasado a muchas
personas, transformando nuestro día a día.
Pero a veces simplemente no
funciona. Por más que nos esforzamos, no somos capaces de fluir dentro de un
grupo de amigos, de un ambiente laboral o incluso en una pareja. Nos sentimos
torpes, incómodos y hasta empezamos a dudar de nuestras propias capacidades y
recursos. Seguro que a todos nos resulta familiar esa sensación.
¿Qué hacer entonces? Simplemente ser
valientes y saber decir no. Renunciar a algo que nos empequeñece
paradójicamente nos hace grandes y hace que podamos avanzar. Porque en estos
casos, saber
detectar que un ambiente nos perjudica es esencial para seguir buscando aquel
espacio que nos permita sacar lo mejor de nosotros mismos. No
podemos olvidar que la vida es un deporte de equipo y que los jugadores que no
encajan en un sitio puede que sean estrellas en otro. Eso es precisamente lo que
debemos hacer. Buscar
nuestro equipo, ese que nos permita participar, colaborar y sentirnos útiles.
No se trata de estar por estar, sino de participar de manera útil al grupo y de forma que este
también nos sea útil a nosotros. Ese es un intercambio inspirador en
el que todos ganan, el individuo, pero también el conjunto.
Facebook nació para dar
a la gente el poder de compartir y hacer del mundo un lugar más abierto y
conectado. Mark
Zuckerberg
Sin embargo, nunca debemos
renunciar sin haberlo intentado, sin habernos mostrado abiertos, participativos
y colaborativos. Sin haber activado nuestra escucha activa y demostrar un
interés genuino. Porque si hemos hecho estos pasos y aun así no se ha producido
la conexión, podremos estar seguros de que tomamos una decisión meditada,
realizada desde la voluntad de conectar aunque no siempre funcione.
Además, si sabemos detectar los
problemas que tenemos con inteligencia y con tranquilidad, es muy probable que no los volvamos a
repetir en un futuro y convirtamos la renuncia de hoy en la base del éxito del
mañana.
PARA
CONECTARNOS
Libros
‘La gran conexión’. Arnie Warren. (Empresa Activa)
Divide a las personas en cuatro
grandes grupos de comportamiento. Si queremos establecer la gran afinidad,
debemos conocer cómo reaccionan por lo general aquellos con los que queremos
conectar, incluso nosotros mismos.
‘Cien mejor que uno’. James Surowiecki. (Ediciones Urano)
Reflexiona acerca de por qué
muchos son más inteligentes que unos pocos y cómo la sabiduría colectiva da
forma a los negocios, la economía, las sociedades y las naciones.
Canción
‘All
together now’. The
Beatles
Incluso
a años luz de distancia
Gracias a la inteligencia
colectiva nació SETI, un proyecto en el que millones de personas ceden parte de
la memoria de su ordenador para procesar la información recibida del
radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico. La humanidad uniéndose en una gran
red en busca de inteligencia extraterrestre. Así que da igual cuál sea nuestro sueño, meta y
objetivo, todo empieza con la voluntad de conexión con los demás, aunque estén
a años luz de distancia.
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