Con un ritmo de vida cada vez más elevado, el tiempo se ha
transformado en un bien escaso. Existen diferentes propuestas, técnicas y métodos para una mejor
organización personal.
La vida de Berto Pena cambió en un viaje de trabajo, en
el aeropuerto de Seattle (EE UU). Allí compró el libro de David Allen Getting
Things Done, título traducido al español como Organízate con eficacia. Lo leyó en el vuelo de regreso y, según él
mismo relata, le despertó. “Me di cuenta de que nadie me había enseñado a trabajar, a
preparar una reunión, a distinguir los imprevistos de las urgencias, a proteger
mi atención, a manejar el correo electrónico para que no me dominase”, recuerda.
Pena era directivo en una empresa, con un buen sueldo,
pero era incapaz de manejar su vida, reconoce. “No tenía
tiempo para leer o hacer ejercicio, el trabajo había invadido mi tiempo de ocio”, recuerda. Ahora no. Aquella lectura en el
vuelo de vuelta desde Estados Unidos fue tan reveladora que empezó a buscar
información sobre la productividad personal y escribir sobre el tema. “Ahora me dedico a ello”, detalla. “Y ya no digo que trabajo
como un burro pero no veo resultados”, añade.
Solo con ver la información de contacto en la página web
de Pena (Thinkwasabi) uno sabe que a este asturiano no le gusta perder su
tiempo. Dice: “Muy
importante. Antes de escribir tu mensaje te ruego leas atentamente estas
pequeñas recomendaciones: asegúrate de elegir bien el "Asunto" en el
formulario antes de enviar el correo; sé conciso, por favor, intenta sintetizar
tu correo en pocas líneas, y sé directo; si es una consulta técnica, intenta
darme los datos básicos para que pueda encontrar la solución; ten paciencia, el
email no es una de mis prioridades y tardaré varios días en responder”.
La sensación que tenía Pena, esa de no disponer de tiempo
suficiente, es un mal común. Muchos la habrán experimentado. “Pero tiene cura”,
afirma el experto en productividad personal. “El problema es
que trabajamos mucho, pero muy mal”, dice. En este sentido Amado Martínez, presidente de Growman Group, que imparte cursos
sobre gestión eficaz del tiempo, subraya que organizar bien la jornada laboral “no significa trabajar más duro, sino utilizar el tiempo inteligentemente”.
La clave está en aprender a priorizar. “Analizar cuál es tu misión. Fijar tus metas”, especifica Martínez.
Ana María González, directora de formación del grupo
David Allen Company, precursora de uno de los métodos de gestión del tiempo más
extendido en el mundo, el Getting Things
Done (conseguir hacer las cosas, en español), detalla que “cuando priorizamos lo que hacemos es pensar en los riesgos, qué
pasa si no hago algo, y los beneficios de hacerlo”. Al final se trata de decidir qué hacemos y
que no. “Hay momentos en los que la mejor decisión puede ser no hacer
algo”, detalla.
No es fácil.
No hay, coinciden los especialistas, un
esquema fijo de gestión del tiempo, ni herramientas o técnicas infalibles,
tampoco una fórmula mágica. En este sentido, Martínez recuerda que es muy
personal porque cada uno tendrá unas prioridades y hábitos distintos. Lo que
funciona para unos, no necesariamente es útil para otros.
Berto Pena aconseja buscar información en blogs, en
libros o revistas. “De
la lectura puede surgir algo que te de pistas sobre tu problema y cómo
resolverlo”, afirma. Un revulsivo. “Pero no hay que
intentar revoluciones, hay que empezar
por pequeñas acciones. Por ejemplo, proponerse no abrir el correo
electrónico en el trabajo hasta que no se hayan realizado las tareas
importantes”, añade.
El método que propone el libro de David Allen que inspiró
a Pena y acabó transformando su vida –“ahora tengo tiempo para ir al gimnasio y no he perdido mi
trabajo”, bromea--, se basa en que las personas
dediquen tiempo a pensar, organizar y planificar. Se resume en cinco pasos:
- recopilar o anotar lo que queremos o tenemos que hacer,
- decir qué haremos y que no,
- organizar lo que sí ejecutaremos (cómo y cuándo lo haremos),
- revisar periódicamente las herramientas en las que hagamos los pasos anteriores (libretas, calendario del correo electrónico, agenda, teléfono)
- y, finalmente (y lo más importante), hacer.
Otras técnicas hacen una propuesta más simple, como la Pomodoro Technique (la técnica del
tomate), que consiste en fijar un tiempo, preferiblemente corto, de una media
hora, en un reloj de cocina para realizar una tarea y no dejar de hacerla hasta
que el ‘tomate’ nos avise que hemos terminado. Hacer un descanso -realizar
ejercicios físicos, consultar las redes sociales o llamar por teléfono a los
amigos- y volver a retomar la actividad. Se trata, en definitiva, de obligarse a realizar una
actividad durante un tiempo que hayamos decidido, un contrato con uno mismo (y el pomodoro).
Los métodos, por distintos que sean, son una herramienta
para que las personas corrijan unos malos hábitos que son comunes. El
presidente de Growman tiene identificados tres enemigos para una buena
organización personal en el trabajo: la desconcentración, el estrés y la desgana. Este trío de males que alargan la jornada
laboral en detrimento del tiempo de ocio y descanso, puede combatirse con “entrenamiento”, según Martínez. Y pone un ejemplo: “hay que aprender a decir no cuando alguien nos requiere para
hacer algo que nos desvía de nuestra tarea, de nuestra prioridad”. Pero la negación no siempre es fácil. “Hay que conseguir hacerlo sin sentirse mal”, advierte. “Al principio te da pena hacerlo, porque parece que lo que
cuenta es hacer más, y no hacer menos pero mejor. Pero al final te das cuenta
de que te vas quedando con lo prioritario”, añade Berto Pena.
Decir "no" es clave para luchar contra los
conocidos como 'ladrones
de tiempo', esas interrupciones, urgencias,
distracciones y personas (también el jefe) que te desvían de la actividad que
habías planeado hacer. “Yo he sido jefe muchos años y no era consciente del daño que
hacía a los empleados con mis interrupciones”, recuerda Pena. Para vencer el vértigo de negar la
atención al superior, el compañero o ese proveedor que no deja de escribir al
correo, González cree que es muy importante tener “un inventario de lo que quieres hacer. Así es más fácil decir
no a todo aquello que nos distraiga de lo que queremos”.
En este sentido, para Pena hay tres grandes agujeros
negros que se tragan el tiempo de los trabajadores en las empresas: el correo electrónico,
las reuniones y las ya mencionadas interrupciones. “El email está elevado a categoría de trabajo, incluso se ha
convertido en una tarea vaciarlo y se busca en él lo que hay que hacer en el
día”, indica. Un error, en su opinión. “Tienes que empezar el día con tus prioridades”, subraya. En cuanto a las reuniones cree que
en demasiadas ocasiones son una pérdida de tiempo. “Antes, porque se fijan sin plazo suficiente para prepararlas; durante,
porque no tienen ningún objetivo; y después, porque no se fijan tareas que haya
que realizar”, detalla.
Otro error que cometen aquellos que sufren el mal de “trabajo mucho pero no tengo resultados”, es confundir imprevistos con urgencias. No
todo lo que llega sin haberlo previsto es urgente, quizá pueda y deba esperar
para no cortar el hilo de nuestra actividad. “A veces en las empresas se trabaja como si los empelados fueran
bomberos apaga fuegos”,
critica González. “Muchas
veces esto ocurre por falta de organización”, puntualiza.
El resultado del esfuerzo mayúsculo que supone cambiar
hábitos, tomar las riendas de la propia agenda, dejar de ser bomberos y decir
que no, es según los especialistas, una mayor calidad de vida. “Recuperas tu vida”, asegura Pena por experiencia propia. “Si trabajas distraído,
te vas más tarde a casa porque la jornada se alarga”, abunda. Pero no solo eso. Berto Pena cree que los malos
hábitos no solo ocurren en el trabajo. También el ocio tiene sus propios “ladrones” que el escritor relaciona directamente con la
tecnología. “Vivimos
distraídos. También en casa. Cenamos con el móvil al lado de la servilleta y
estamos pendientes de si nos llega un mensaje. Y ya no hablamos con la pareja
porque estamos tuiteando”,
dibuja la situación.
Pese a la importancia de la planificación para que nada
ni nadie nos robe el tiempo, de ocio o de trabajo, el autor de Gestiona Mejor tu Vida (editorial Libros
Libres) no es “muy amigo de la excesiva planificación” fuera de la oficina. “Solo hay que planificar las obligaciones como pagar facturas,
las citas del médico o las revisiones del coche. También hay que dejar espacio
a la improvisación”,
zanja.
Falta de tiempo, de problema individual a
colectivo
El día tiene 24 horas, antes y ahora, pero en la actualidad el
tiempo es un bien escaso.
Lejos de ser un problema particular, cada vez son más quienes sufren el estrés,
la preocupación o la sensación de que su día tiene menos horas de las que
necesita.
Más allá de las acciones que cada uno tome para mejorar
su propia organización y con ello su calidad de vida y salud, la Administración
también juega rol importante en este sentido. Así lo creen en el Ayuntamiento de Barcelona, que cuenta
con una concejalía
de Usos del Tiempo para articular
las medidas encaminadas a facilitar a los ciudadanos la organización de su
tiempo y que este sea de mayor calidad. Pero, ¿cómo influye la política?
“Por ejemplo, una persona joven puede cruzar una calle en menos
tiempo que una persona mayor. Esto hay que tenerlo en cuenta cuando se
programan los semáforos”,
explica Monsterrat Calvo, directora
del programa Tiempo y Calidad de Vida que
desde hace tres años desarrolla el Ayuntamiento.
El transporte y la movilidad urbana son claves. En
ciudades cada vez más disgregadas, los habitantes tienen una cita diaria con
los desplazamientos y los atascos. Y en esto, la política también tiene un
papel crucial. “Que
haya una red amplia de transporte público es fundamental para el uso del
tiempo. También que demos información sobre el paso y las combinaciones”, señala Calvo.
El acercamiento de la Administración al ciudadano (y no
al revés) también ahorra tiempo. “El acceso electrónico a información y trámites evita traslados.
Pero además se trabaja por que la ciudadanía tenga los servicios públicos
cerca. Esto se consigue planificando la distribución del equipamiento. Por
ejemplo, en Barcelona todo el mundo tiene un biblioteca o un polideportivo
público a diez minutos de su casa”,
asegura la directora del programa Tiempo y Calidad de Vida. Eso no solo evita
largos trayectos, sino que además dota a las personas de una oferta de ocio
para su tiempo libre: la lectura y el ejercicio.
Más aun, hay quienes no pueden disfrutar de esas
infraestructuras porque sufren sobrecarga de responsabilidades difícilmente
eludibles. Es el caso de los cuidadores de personas dependientes. Forma parte
de las políticas sobre usos del tiempo dar un respiro a esas familias. “Organizamos talleres
para personas con discapacidad para que sus cuidadores tengan tiempo para sí
mismos”, detalla Calvo.
El equilibrio entre vida laboral y personal es, según la
directora, una asignatura pendiente. Los trabajadores pueden tomar decisiones,
como hemos visto, para que la balanza no se venza solo de un lado, el del empleo.
Con todo, las empresas son responsables de la mayor o menor conciliación. Lo
que hacen desde el Ayuntamiento de Barcelona para impulsar las buenas prácticas
en este sentido es premiar, desde hace dos años, a las compañías que han hecho
acciones de conciliación entre sus trabajadores. “Las entidades
locales empezamos a considerar el tiempo como un derecho de la ciudadanía”, concluye Calvo.
El método 'Getting Things Done', de David
Allen
Ana María González, directora de formación de la David
Allen Company, precursora de uno de los métodos de gestión de actividades más
extendidos en el mundo, Getting Things
Done, título del libro que al español se ha traducido como Organízate con eficacia, resume los
cinco pasos “que te dan la confianza de que en todo momento haces lo
correcto”.
1. Asegurarnos que nuestro mundo interno, nuestras ideas, y el
externo, las tareas y actividades, han sido “capturados” de una manera fiable. Esto es anotarlo, exteriorizarlo utilizando
distintas herramientas como mandarse a uno mismo un correo electrónico,
apuntarlo en una agenda o un cuaderno de notas, o llamarse a uno mismo y
dejarse un aviso en el teléfono. Lo que a cada uno le asegure de que lo volverá
a consultar, ver y procesar.. “Si te quedas con las cosas en la mente hay muchas posibilidades
de que las olvides. O si utilizas una herramienta que no es útil para ti,
seguramente no lo vuelvas a ver después de anotarlo”, detalla. “La mente es para tener
ideas no para mantenerlas”.
2. Dedicar tiempo a clarificar, pensar y decidir qué hacer y qué no hacer con de eso que se ha capturado.
La recomendación es hacerlo a diario.
3. Una vez tomadas las decisiones, organizar. Distribuir en el día, la semana o el mes
esas tareas que hemos decidido hacer.
4. Revisar. Es
importante chequear todos los días la herramienta que utilicemos para los pasos
anteriores.
5. Hacer.
Priorizar momento a momento qué hacer y qué no hacer.
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