Convivir
con perros y gatos ayuda a disminuir el estrés, la tensión arterial y la
frecuencia cardiaca. No sólo eso, los estudios constatan que esa compañía
mejora los niveles de las hormonas asociadas al bienestar y ayuda a que aumente
nuestra autoestima
El 46% de los
hogares conviven personas con animales de compañía
El 63% de las
personas que tienen un animal en casa le confiesa cosas que no explica a nadie
más
El 76% besa a su
mascota como mínimo una vez al día
El 85% abraza
habitualmente a su perro o gato
Prácticamente
la mitad de los hogares sabe qué implica tener un animal de compañía. No sólo
en cuanto a los cuidados y condiciones que requiere, sino al vínculo especial
que se establece entre el animal y las personas que conviven con él. Un vínculo
que los expertos no dudan en calificar como peculiar y beneficioso y que puede
variar según se trate de un niño, un adolescente, de una persona madura o una
de edad más avanzada.
Según María Luisa Ferrerós, neuropsicóloga,
directora de la unidad de psicología clínica y parenting de Clínica Diagonal,
en esta peculiar relación se pueden desarrollar sentimientos de empatía y
respeto. Se impulsa el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad.
Y muchos más beneficios, y no en pocas personas. Según la Fundación Affinity (organización dedicada a promover el respeto y
la sana convivencia con animales de compañía), en el 46% de los hogares
conviven personas con animales de compañía, la mayoría con perros y gatos, “y esta cifra va
en aumento, lo que pone de relieve que muchas personas tienen fuertes lazos
afectivos con las mascotas con las que comparten su vida”. ¿Qué tipo de
vínculo se produce y por qué sucede?
“Es difícil hablar de un mecanismo particular que se desencadena
en los vínculos entre animales y personas. Sencillamente se produce una
peculiar conexión, especial y profunda, y eso nos descoloca”,
confiesa María Carmen Castro,
psicóloga, experta en asistencia de terapia con animales en la Asociación
Hydra. Tanto es así, que según un estudio presentado el pasado mes de julio por
el Observatorio de la Fundación Affinity
en colaboración con la Universitat
Autònoma de Barcelona sobre el vínculo entre personas y animales de
compañía, el 63% de las personas que tienen un animal en su casa le confiesa
cosas que no explica a nadie más. María Carmen Castro explica que en
el caso de los perros, es fácil que esto suceda porque “te
acepta tal cual, lo tienes ahí siempre, es incondicional, no te regaña…”.
Las personas no se sienten juzgadas por los animales y parece que ciertos
complejos se desvanecen ante ellos y, además, las muestras de afecto se hacen
más evidentes.
Muestras
del vínculo
No sólo son
depositarios de secretos, los dueños de perros también muestran afecto y los besan.
Jaume Fatjó, director de la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud, y
presidente del Colegio Europeo de
Bienestar Animal y Medicina del Comportamiento, comenta que según el
estudio mencionado coordinado por él, un 76% de los encuestados asegura que besa a su animal
como mínimo una vez al día y un 85% lo abraza habitualmente. También han
constatado que nueve de cada diez propietarios están convencidos de que si
todos le abandonaran, su perro seguiría a su lado. Para las personas mayores es
un motivo para levantarse cada día para cubrir sus necesidades. Y en el caso de
los más pequeños, por extraño que suene, ocho de cada diez niños prefieren
jugar con su gato o su perro antes que con los videojuegos, explica Jaume Fatjó.
Las muestras
del vínculo no sólo varían según las edades. También afectan al sexo, o si las
parejas tienen hijos o no, según refleja otro estudio también realizado por la
citada fundación conjuntamente con el Instituto
de Neuropsiquiatría y Adicciones del Parc de Salut Mar. “Las mujeres
muestran puntuaciones más elevadas que los hombres en los aspectos afectivos de
la relación. Hombres y mujeres se comportan de forma similar a la hora de jugar
o de dar a su perro una golosina. Sin embargo, las mujeres se muestran más
afectuosas y le compran regalos con más frecuencia que los hombres. Y en
referencia a la estructura general de la familia, las personas sin hijos se muestran particularmente cercanas a su perro
en el plano emocional. Sin embargo, consideran que tener una mascota afecta
más a su calidad de vida que las personas con hijos, en la medida en que ello
limita la realización de determinadas actividades. Aun así, su grado de
satisfacción por convivir con un animal de compañía es muy elevado”.
El papel de
perros y gatos va mucho más allá del de simple animal de compañía, según Fatjó.
Nueve de cada diez personas encuestadas subrayan que su perro siempre está ahí cuando
necesitan consuelo, afecto, seguridad o motivación. Y en los más
pequeños, los lazos afectivos con el animal de compañía son los que mejor les
hacen superar la sensación de miedo o tristeza, pues el niño recurre de forma
habitual a su mascota para abrazarla y encontrar alivio en estas situaciones. “Este
comportamiento se repite cuando al niño se le presenta un problema, ya que
busca a su perro o gato como fuente de consuelo en la misma medida que a sus
padres”. María Luisa Ferrerós
explica que los animales de compañía “pueden llegar a convertirse en imprescindibles para
superar las diferentes etapas vitales, sea en la infancia, adolescencia, la
madurez o la ancianidad”.
Niños
y adolescentes
“En la primera infancia empiezan a cobrar auténtica relevancia
cuando el niño empieza a ser autónomo y su mascota se convierte en su mejor
amigo, ese amigo silencioso que casi siempre esta dispuesto a jugar con él. Se establece una relación de complicidad y
protección muy beneficiosa para aumentar la autoestima en los niños de esta
etapa”,
explica Ferrerós. Y cuando llegan a la adolescencia, “ayudan
a superar la timidez e inseguridad propia de la etapa que atraviesan. En
los momentos de soledad, depresión o rebeldía se convierten en compañeros
inevitables y el motivo para levantarse cada mañana cuando la realidad se hace
insoportable”.
Yolanda
Valbuena,
de la Fundación Altarriba, detalla en
qué beneficia en estas edades la interacción con animales de compañía: “Por una parte
estimula el desarrollo psicomotor y del lenguaje, en los niños y adolescentes.
Y mejora la comunicación no verbal, aumenta la autoestima y la capacidad de
relacionarse con los demás”. Esta profesional comenta que la mera
presencia de animales “altera positivamente las actitudes de los niños sobre sí
mismos y respecto a los demás, ayuda a desarrollar diversas áreas incluyendo el
amor y los afectos, estimula la responsabilidad y aprenden sobre el ciclo de
vida”. Desde esta fundación se mantiene que hay suficientes estudios
científicos que demuestran que los niños que han crecido en compañía de
animales tienen menos
miedo, desarrollan sentimientos positivos y de empatía con todos
los seres vivos. También se ha corroborado que existe una menor percepción del dolor en
niños sometidos a cirugía mayor después de participar en programas con animales
de compañía.
Adultos
En el caso de
los adultos, la Fundación Altarriba recuerda que los animales de compañía incrementan la
actividad física de sus dueños, protegen a las personas de los estados de
soledad; optimizan la capacidad de atención y la percepción.
También mejoran la comunicación verbal y aumentan las expresiones
faciales positivas. Además es un estímulo para el sentido de la
vista, oído, tacto y olfato. De una manera u otra satisfacen la necesidad humana de tocar y
ser tocado (por ejemplo, acariciar a un gato disminuye la presión
arterial). En el caso de las parejas jóvenes con animales de compañía, entrenan
sus responsabilidades familiares y la necesidad de una educación y cuidados
constantes a los miembros más pequeños de la familia.
Mayores
En cuanto a
las personas de mayor edad, Yolanda Valbuena explica que son múltiples los
beneficios ya que no sólo representan una compañía, una
responsabilidad que les hace sentirse útiles y les sube la
autoestima; sino que les obliga a realizar ejercicio físico y les incentiva la mente.
“El animal los
necesita. Tiene que comer, en el caso de un perro hay que sacarlo a pasear, y
todo ello provoca que las personas mayores estén más alerta, les hace estar más
activos”. Les estimula la memoria, la atención y la concentración. Y en
situaciones de duelo en personas de edad avanzada, quienes tienen animales de
compañía realizan menos visitas al médico, experimentan de manera significativa
menos síntomas físicos y psicológicos, y menos medicación en mujeres viudas
recientes.
Los casos más
llamativos se producen en centros gerontológicos, como el de AMMA Horta en Barcelona, cuya directora,
Maite Aragón, ha incorporado perros
para motivar a las personas mayores. “La mirada intensa de un perro es un gran estimulante a
nivel cerebral. Sirve tanto en las fases iniciales de una demencia como en
desórdenes psiquiátricos como la depresión y la psicosis”. María
Carmen Castro también constata beneficios en el caso de personas con alzheimer.
Impacto
en la salud
Los expertos
constatan también una incidencia directa con la salud. María Luisa Ferrerós asegura que los animales de compañía ayudan a disminuir el
estrés, la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Se han
constatado una mejora de los niveles dopamina y endorfinas (asociadas con el
bienestar) y la disminución de los niveles de cortisol (asociado a situaciones
de estrés) después de una sesión de 30 minutos de interacción con un perro. Y
reducción de los niveles de cortisol en los profesionales sanitarios después de
cinco minutos de interactuar con un perro. En el caso de enfermedades graves o
después de una intervención, generalmente la recuperación es más rápida.
Yolanda Valbuena añade que la reducción de la presión arterial es equivalente a
la conseguida por una dieta baja en sal o reduciendo el alcohol. También se han
demostrado beneficios cardiovasculares: “Aumenta la supervivencia tras un infarto de miocardio en
los pacientes que tenían animales de compañía, disminuyen los factores de
riesgo para enfermedades cardiovasculares, particularmente la presión arterial
sistólica, el colesterol plasmático y los triglicéridos. Además se ha
constatado una reducción de la frecuencia cardiaca de la persona que acaricia a
un perro o contempla los peces en un acuario. Y una mayor reducción de la
respuesta de estrés cardiovascular en la presencia de un perro en comparación
con la presencia de amigos o parejas”.
María
Carmen Castro
recuerda que cada animal es un mundo. Y aunque todos estos beneficios son
generalizables, también depende del carácter de cada animal. En su caso trabajan
con animales abandonados. “Son especialmente receptivos a las muestras de cariño de
las personas que los acogen”. También comenta que en el caso de los
perros no todos sirven para proporcionar los beneficios de los que se ha estado
hablando en este reportaje. Depende del carácter del perro y de la empatía que
se pueda establecer con la persona o familia que lo acoge. “Se dan casos de perros labradores (una de
las razas más queridas y demandadas por su buen carácter) que no sirven. Y
perros considerados agresivos como los rottweilers han proporcionado grandes
alegrías a sus dueños e hijos. Cada
perro es un mundo. Y con cada uno se establece una conexión especial”.
Si tras leer
este reportaje, usted o su familia se animan a incorporar un animal en su vivienda,
Yolanda Vallbuena aconseja que se lo
piensen dos veces porque no se trata de un capricho. “Es
un ser vivo que tiene sus necesidades. Es una responsabilidad. Tienen que
tener clarísimo qué supone tener un animal de compañía. Es el gran problema de
los abandonos. Se encaprichan y después no están dispuestos a sacarlos a pasear
tres veces al día (en el caso de los perros), haga frío o calor, llueva o
truene. También puede convertirse en un incordio para salir de vacaciones”.
Y si después de reflexionarlo siguen adelante con la decisión, Yolanda
Vallbuena pide que los adopten en lugar de comprarlos. “Tendrán un
animal agradecido de por vida”.
Vínculos
según las edades
Niños pequeños. Se establece una relación de
complicidad y protección muy beneficiosa que redunda en una mayor seguridad y
autoestima. Es su mejor amigo.
Época adolescente. Ayudan a superar la timidez e
inseguridad propia de la etapa por la que atraviesan. Son un apoyo en los momentos
de soledad, depresión o rebeldía.
Edad adulta. Mejora la comunicación verbal y
aumentan las expresiones faciales positivas. En parejas jóvenes sin hijos es un
entreno para sus responsabilidades familiares futuras.
Personas mayores. No sólo les hace compañía, sino
que se sienten más útiles porque tienen que responsabilizarse de sus
necesidades. Les obliga a salir de casa y les estimula la mente.
Acompañantes en terapias
Sobre los beneficios que aportan los animales se
documenta desde hace decenas de años, según apunta María Luisa Ferrerós. Esta experta explica que en el siglo XVII el
caballo era un compañero más en las terapias de tratamiento y rehabilitación de discapacitados. Y en instituciones mentales de Europa
incorporaban al gato porque tranquilizaba a los pacientes internados. En 1669, John Locke ya defendía que la relación
con los animales tenía una función socializadora. A partir de este momento
empezaron a promulgarse las primeras teorías sobre la influencia positiva de
los animales de compañía. En 1792, en Inglaterra, en el Retreat de York, fundado por la Society
of Friends, se utilizaron animales en terapia. Desde su fundación, William Tuke comprobó que los animales
eran un buen apoyo en pacientes con dificultades emocionales. En el siglo XIX, también hay referencias médicas sobre la bondad de
montar a caballo para tratar la gota, los trastornos neurológicos y la baja
autoestima.
Y Sigmund
Freud, el padre del psicoanálisis, realizaba algunas consultas acompañado
por su perro porque le facilitaba la comunicación con el paciente. Actualmente los
programas de terapia
asistida con animales (TAA) gozan de una gran impulso y difusión. La TAA es una intervención
directa y con objetivos prediseñados para situaciones de dependencia funcional,
alteraciones psiquiátricas o trastornos de conductas, donde participa un animal
que reúne criterios específicos como parte del tratamiento. Se realiza en gran
variedad de entornos, de manera individual o en grupo. La TAA sirve para apoyar
y no reemplazar las terapias convencionales, subraya María Luisa Ferrerós.
Además de las TAA también existen las actividades
asistidas con animales (AAA), que se pueden llevar a cabo también por voluntarios y presentan un
carácter más espontáneo y menos regulado. Son aquellas actividades en las que
interviene algún animal para proporcionar a los usuarios beneficios
motivacionales, educativos y recreativos, con el fin de aumentar la calidad de
vida.
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