A veces, cuando hay mucha niebla, los marinos que van en botes pequeños no
pueden ver la boya indicadora de ruta. Entonces, para encontrarla, empiezan a
describir rápidamente círculos pequeños con sus botes para producir un oleaje
que haga moverse a la boya. Después, deben detenerse y escuchar con atención.
Si no oyen nada, han de repetir los movimientos... Y así hasta que detectan el
sonido de la campana de la boya. Es, pues, levantando olas como encuentran su
rumbo.
A menudo, lo que necesitamos para hallar sentido a nuestra vida es enfrentar
algunos riesgos y provocar algún movimiento en nuestro entorno. Si
hacemos lo mismo que siempre hemos hecho, probablemente seguiremos obteniendo
lo mismo que siempre hemos obtenido. Se trata de movernos y explorar. Se trata también de
estar atentos a las señales. Una embarcación que permanece en el
puerto no sufrirá ningún peligro pero tampoco llegará a ninguna parte. Y es
precisamente navegar lo que justifica su existencia.
La Vida viene a cuento. Relatos de Ecologia Emocional
Jaume Soler i Mª Mercè Conangla.
Integral.
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