La dependencia se vuelve
patológica cuando se rebasan unos límites.
El amor cuando es sano nace de la
madurez, sin embargo la dependencia lo hace de la inmadurez. Por tanto, aunque
la dependencia hacia una persona pueda parecer amor, realmente no es lo es.
Porque los pensamientos y emociones que se esconden detrás de una persona que
se valora poco y teme mucho a la soledad corresponden a una dependencia
afectiva.
Con esta idea, el psicólogo clínico y
sexólogo Arun Mansukhani,
subdirector del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, explica a ELMUNDO
qué se esconde detrás de lo que llamamos dependencia emocional. "Cuando hay miedo a quedarse solo, no se puede
hablar de amor sino de dependencia", afirma este experto
que ya abordó este concepto en el 'III Congreso Mundial de Sexología Médica'
celebrado el pasado mes de noviembre en Málaga.
El doctor Francisco Cabello, y director del citado centro, ve la dependencia
emocional como de una droga, como una adicción, "como
un amor desequilibrado donde se ama demasiado al otro y demasiado poco a uno
mismo".
Por su parte, la psicóloga Olga Castanyer, especializada en
Asertividad y Autoestima y autora de varios libros sobre esta temática como Yo no valgo menos (Desclée) o Sin ti no soy nada (ESPASA), define la
dependencia afectiva, como prefiere llamarla, como el conjunto de pensamientos, emociones y
conductas que hacen que su autoestima dependa del exterior, en vez de confiar
en uno mismo.
Perfil
de las personas dependientes
Inseguridad. Esa
es la clave de las personas dependientes. Según explica Castanyer, las personas
que son dependientes afectivas, lo son porque "se
dicen que valen menos que los demás, están excesivamente preocupados por la
imagen que dan, sienten que son evaluados constantemente y que tienen que dar
la talla y, a la vez, temen muchísimo la soledad y el abandono".
También, suelen criticarse duramente y echarse a sí mismas la culpa cuando no
obtienen el afecto o el reconocimiento que buscan en los demás. Por ello,
matiza la experta, "su conducta suele ser de sumisión,
aunque a veces detrás de una conducta agresiva también hay una dependencia
afectiva".
Según esta especialista, existen en la
vida tres grados de relación afectiva: adaptabilidad,
la cual cada persona tiene claros sus criterios y opiniones, pero es capaz de
ceder ante un grupo si así se decide. Influenciabilidad,
cuando una persona se siente algo insegura y pendiente del exterior, se deja
influenciar fácilmente por los demás. Y por último, la dependencia, que significa ceder el control de nuestro bienestar a
los demás. Y precisamente, apunta la experta, la diferencia está en esto, "en si tenemos la sensación de control sobre
nosotros, si sentimos la libertad de decidir cuándo ceder y cuándo no, o si nos
vemos obligados por nuestros temores a hacer lo que las otras personas esperan de
nosotros, aún a nuestra costa".
Más
allá de los límites
"La dependencia es
normal en seres humanos y sana, dentro de unos límites", comenta
Mansukhani. Cuando se rebasan esos límites, dice, es cuando consideramos que
una persona tiene un patrón vinculatorio patológico, nunca una patología como
tal.
Se caracteriza, en primer lugar, por
tener de forma
repetida relaciones personales conflictivas adoptando siempre
posturas de sumisión,
dominancia o evitación. Por ejemplo, aquellas parejas que no hacen
nada la una sin la otra, las que están todo el día peleando o aquellas en las
que algún miembro tiene celos patológicos. En segundo lugar, por renunciar a
tener pareja después de varias relaciones complicadas, y por último,
por sentir
que las necesidades no están siendo satisfechas en las relaciones.
De este modo, según sostiene, hay
parejas dependientes porque algunas personas tienen una tendencia a vincularse
de forma patológica cuando intiman. También, hay personas que, aunque de
entrada no generarían una relación patológica, no reconocen las primeras señales de la
dependencia patológica, carecen de habilidades para resolver conflictos,
o no saben
romper ni protegerse de una relación cuando ya es obvio que está
deteriorada.
Así, hay factores que repetidamente
están detrás de este tipo de rasgos. Son cinco: "Haber padecido traumas en la infancia
o patrones de apego disfuncionales como padres excesivamente sobre protectores,
dependientes, evitativos o desinteresados. En segundo lugar, haber sufrido
pérdidas emocionalmente significativas con anterioridad. Tercero, haber tenido
un progenitor con trastornos psicológicos. Cuarto, haber sufrido y/o
presenciado maltrato durante la infancia, y por último, haber tenido una
relación de pareja previa de dependencia o de maltrato en cualquiera de sus
formas", enumera Mansukhani.
A pesar de que no da un porcentaje
exacto porque no hay datos científicos sobre el tema, este especialista
considera que un porcentaje elevado de las parejas que ve tienen un patrón
vinculatorio patológico. "No una patología", reitera. Se
habla de patrón porque vemos que la dependencia y esos rasgos se dan de manera
repetitiva. Es decir, si una persona suele ser sumisa en las relaciones, si no
ha recibido algún tipo de intervención, lo será también en las siguientes. "Hay niveles de dependencia y vinculación patológica
que son aceptadas como normales y toleradas socialmente",
insiste.
Claves
para superarlo
¿Qué hacer para intentar superar una
dependencia? Según asegura Castanyer: "Hay que aprender a superar el miedo a perder a la
otra persona, es decir, Yo soy yo y tú
eres tú y tener claro que nadie va a poder cubrir nuestras necesidades
afectivas, sólo nosotros podemos hacerlo.
Pero para aprender a ser yo, explica
la experta, hay que aprender a cuidarnos y reconfortarnos. A respetarnos y afirmar nuestros derechos de forma asertiva. A
hablarnos de forma respetuosa y confiada, a tener claros cuáles son nuestros
valores y confiar en ellos, a aprender a tomar decisiones basadas en criterios
propios. Por último, hay que confiar y guiarnos por nosotros mismos. Porque uno
no nace dependiente, sino que nos han enseñado a serlo. Por eso, al estar
hablando de un aprendizaje, concluye que "se puede
re-aprender a ser independientes y a confiar en nosotros mismos".
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