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dilluns, 3 de febrer del 2014

Cariño ¡ya no hacemos el amor!. Patricia Ramírez.

Tener sexo mejora la autoestima, cohesiona la pareja, aumenta los niveles de bienestar, mantiene el deseo, favorece el sueño profundo y reparador, libera dopamina y endorfinas, regula el estrés y tiene muchas más ventajas. Entonces, ¿por qué las parejas tienden a dejarse y disminuir su interés por la actividad sexual a medida que se afianza la pareja? Los motivos pueden ser de todo tipo, desde no tener tiempo a falta de ganas, y cada pareja tiene el suyo. Lo cierto es que la convivencia en muchas parejas reduce la frecuencia de la actividad sexual.
Hacer el amor es uno de los grandes placeres de la vida. Cuando te enamoras, el interés por el sexo va implícito. Las parejas están deseando verse, besarse y tener un momento a solas para disfrutar de las caricias y de la intensidad con la que se manifiestan cada una de las emociones. Hacer el amor al principio de una relación se acompaña de todo un despliegue de plumas llenas de colorido: la higiene más exhaustiva, esos dientes brillantes, la colonia no falta a ninguna cita, la ropa interior sexy y cuidada. Incluso se propicia un ambiente sensual con una cena previa romántica, música, charlar de forma tranquila y sobre temas que unen. Se habla de proyectos, de lo que ambos desean, se exaltan los atributos físicos del otro, se elogia todo lo que llama la atención y toda la energía está puesta en complacer y agradar a la persona.
Las hormonas también hacen de las suyas y potencian el deseo y frenesí entre la pareja. Así que entre la ayuda de la biología, el tiempo que os dedicáis, el cuidado del entorno y de la comunicación, y el envoltorio con el que os presentáis, facilitáis mucho las ganas de hacer el amor.
La mayoría de las parejas, al inicio de la relación, además, dicen disfrutar mucho de las relaciones. Vamos, que son placenteras para ambos. Entonces, ¿por qué llega el día en el que echas más horas en el sofá que en deshacer la cama? Las parejas discuten por ver quién hace la cama por la mañana cuando esa energía debería dirigirse a deshacerla por la noche.

Veamos varios consejos para reconducir la falta de actividad y poder disfrutar de un acto que es saludable, placentero y que une a la pareja.
Identifica el motivo de la falta de sexo. No es un punto para reprochar nada a nadie. Se trata de hablar tranquilamente en un ambiente que lo propicie. No hables de este tema ni hagas la pregunta deprisa y corriendo mientras hacéis la compra, ni cuando tengáis que contestar al teléfono. Hacedlo en un momento en el que os podáis dedicar atención plena. La pregunta para los dos es ¿por qué crees que hacemos menos el amor? Poned por escrito todos los motivos que se os ocurran, sin echar nada en cara, pero siendo sinceros y sin hacer juicios de valor. Si alguno de los dos pone que no disfruta, no interpretéis que el otro no sabe cómo hacer disfrutar a la pareja. No saquéis conclusiones que os puedan minar la confianza ni haceros sentir mal. Se trata solo de buscar las causas para luego poner soluciones. Algunos ejemplos serían: porque no le dedicáis tiempo, porque os dormís viendo la tele en lugar de iros antes a la cama, porque no os acariciáis cuando veis la tele y se os pasa estar pendientes de estos detalles el uno del otro, porque estáis muy cansados entre semana, porque uno de los dos ha dejado de disfrutar como lo hacía antes y se aburre o porque no le atrae hacerlo siempre en el mismo sitio y de la misma manera.
Busca soluciones. Una vez tengáis identificados los motivos, se trata de darle soluciones. Poned detrás de cada motivo, qué se os ocurre para revertirlo. A la falta de tiempo, se le puede buscar un momento en la semana en el que estéis a solas. Y no tengáis miedo de planificar. Olvida la idea de que planificar es poco romántico. Lo que es poco romántico es carecer de sexo. Proponed entre los dos todo lo que se os ocurra para mejorar. Apagar la tele, cenar sin teléfonos y con un ambiente más romántico, tener una sesión de masajes en lugar de ver la televisión, comprar material erótico que dé vidilla a vuestra relación, ver películas románticas, o eróticas (las porno suelen gustar menos a las mujeres) que os pongan a tono, lo que sea con tal de tener más sexo y de mejor calidad. Sois pareja, tenéis confianza, sinceraos para que cada uno sepa en qué puede ayudar, potenciar la relación o mejorar la parte que le toque.

Hablar de las fantasías sexuales puede ser muy excitante si la pareja tiene complicidad. Si no te atreves a verbalizar lo que deseas, cabe la alternativa de escribirlo. Las notas, los mensajes o un correo puede dar pistas a tu pareja de cuáles son las experiencias que te gustaría vivir. No escribas nada que sepas que tu pareja va a rechazar, como puede ser alguna actividad que cruce su escala de valores o que sepas que de antemano, por tu experiencia, ya rechaza.
Cumple con lo pactado en el punto anterior. Manos a la masa. Si habéis quedado en un masaje, aunque al inicio os dé pereza porque lo fácil es acomodarse en el sofá, hacedlo. Incluso en el sexo se posterga. Probad a ver, y si después de la experiencia decidís que se está mejor en el sofá que teniendo sexo, pues nada, seguís en el sofá. Pero para meterte en una dinámica nueva necesitas romper la pereza y los hábitos anteriores.
Cuida el momento ¡es importante! La música, el ambiente, la media luz, estar recién duchados, dedicarse tiempo, complacer al otro, no estar centrados en llegar al orgasmo ni en ser atletas olímpicos del sexo. Se trata de pasar un buen rato, dejarse y hacerse querer, acariciar, besar, tocar y una cosa lleva a la otra.
Y quitad el sonido al móvil, una llamada inesperada le ha bajado la erección a más de uno y la concentración en el placer a otras. Estáis en lo que estáis.


Recuerda, sois pareja, no sois hermanos. El buen sexo satisface y os une. No ningunees una de las mayores fuentes de placer.


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