La vida de vez en cuando nos frena, de
imprevisto y sin avisar. Hasta hace un tiempo, me asustaba ante esos cámbios
súbitos de rumbo. Hoy reconozco que incluso el cambio en nuestra vida tiene su
profundo sentido y es incluso necesario… aunque demasiadas veces nos haga sentir temor!
Cuando vivimos con una velocidad de
crucero constante, no siempre estamos avanzando y ascendiendo a nuestra propia
cúspide, el mayor desarrollo personal o, lo que es lo mismo, nuestra siempre
probable felicidad! Y, aunque la felicidad siempre es el camino y no la meta,
demasiadas veces nos adaptamos a ese camino trillado, repetitivo y rutinario
que hemos diseñado para nuestra vida ordinaria, reservando los sueños solo para ser soñados
sin convertirlos en realidad!
Y esos frenazos inesperados (o llámale
crisis) son
las señales de la vida para que despertemos a la realidad, aunque
poco tenga que ver con esa otra realidad solo humana que cualquiera de nosotros
hemos fabricado a través de los años para buscar la comodidad y la seguridad,
aunque éstas solo sean la mayoría de las veces una ilusión y, por tanto, algo
irreal.
Estos parones repentinos en nuestra vida nos invitan a
reflexionar,
a mirar atrás y ver lo aprendido para, con ello, volver a empezar a andar, de
nuevo paso a paso. Cuando uno mira hacia atrás, puede llegar a ver una
imperceptible senda de experiencias y acontecimientos que, sutilmente, nos
lleva a donde debemos ir, aunque también es verdad que se construye día a día
con cada una de las decisiones -aparentemente intranscendentes- que tomamos.
También es verdad que es difícil comprender por donde y cómo nos lleva esta
particular senda, aunque estemos seguros que está formada de nuevos -y a veces
imprevistos- peldaños o instantes de mayor felicidad…
Nadie puede predecir ni programar su
camino, no es algo planificado ni medible, pues la mente humana es limitada y
la vida por sí misma sabe más de nosotros mismos. Solo podemos tener el firme propósito de
vivir mejor y más plenamente cada día que pasa e intuir que eso es
precisamente la felicidad, sin más. Por eso, ante esos súbitos frenazos de la
vida, uno tiene la singular oportunidad de mirar hacia atrás, sentir el momento
actual y ver si no se está desviando de su propósito interior. Así, muchas veces
descubres que, aunque te habías acomodado e incluso habías aprendido a vivir
ese camino con cierta dignidad, te das cuenta del paisaje que hay alrededor tuyo y
descubres que no era lo que tú mismo habías soñado para ti…
Porque, no lo olvides nunca, los sueños
están para hacerse día a día más realidad! Y ese camino o senda hecho por ti
mismo, decisión a decisión, debe llevarte a esta vida soñada, que sin duda
mereces. Si no es así, tal vez has equivocado tu camino hacia ti mismo y hacia
tu felicidad. Frenazo…y volver a empezar, no hay más. Puertas que se abren, otras que debes
cerrar… aunque la suma de todas ellas deben traerte cada día más felicidad!
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