Para que la flor de la ira se abra, necesitas alimentar la plena conciencia
en ti durante cierto tiempo. Es como cuando cocinas patatas: -las introduces en
la olla, la tapas y enciendes el fogón.
Pero por muy potente que sea la llama, si apagas el fuego al cabo de cinco
minutos, las patatas no se habrán cocido. Para que se cocinen bien, el fuego ha
de estar encendido al menos durante quince o veinte minutos. Y después,
levantas la tapa y hueles el maravilloso aroma de las patatas cocidas.
La ira que hay en ti es como las patatas, ha de
cocinarse. Al principio está
cruda y, como bien sabes, las patatas crudas no se pueden comer. Es difícil
poder disfrutar de tu ira, pero si sabes cómo cuidar de ella y cocinarla, la energía negativa de la ira se convertirá en la energía positiva de la
comprensión y la compasión.
Tú puedes hacerla. No es algo que sólo un Gran Ser pueda realizar, sino que
tú también puedes conseguirlo.
Puedes transformar la basura de tu ira en la flor de la compasión. Muchos
de nosotros podemos hacerla en tan sólo quince minutos. El secreto radica en
seguir practicando el respirar de manera consciente, el andar de manera
consciente, y generar la energía de ser consciente para abrazar tu ira.
Abrázala con mucha ternura. La ira no es tu enemiga,
sino tu bebé. Es como el estómago o los pulmones.
Cada vez que tienes algún problema en los pulmones o en el estómago, no
piensas en desprenderte de ellos. Lo mismo ocurre con la ira. La aceptas porque sabes que debes cuidar de ella, transformarla en energía
positiva.
Thich Nhat Hanh
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