Sobonfu Somé,
maestra espiritual africana.
Nací en Burkina Faso, y todos
los niños de mi comunidad son mis hijos. Paso la
mitad del año en Sacramento (EE.UU.). Elaboro rituales de duelo por el
mundo y he publicado varios libros sobre mi cultura, la etnia de los dágara. Creo en Dios y en el don que cada uno trae al mundo.
Un ritual de los dágara
consiste en escuchar el vientre de la madre para saber qué don trae ese niño.
¿Cuál era el suyo?
Reavivar los rituales en mi
cultura y difundirlos. Pero salir de mi comunidad para compartir nuestra
sabiduría fue como morir. Me casaron con un constructor de puentes culturales
que vivía en EE.UU. y que había crecido con los jesuitas.
¿Vivió con un extraño?
Doce años. Él era muy
contenido y yo no tenía sentimiento de culpa, era muy libre. Nos divorciamos;
fue el primer caso en mi cultura, un trauma para toda la comunidad.
¿No sería mejor que cada cual
eligiera a su pareja?
Para eso debes saber quién eres y qué quieres en la vida. Para nosotros el fundamento de una relación no es el enamoramiento, sino
el respeto al espíritu de cada uno y al espíritu de la relación, ya que cuando
dos personas se juntan aparece un nuevo don con un espíritu propio que guía la
relación.
¿Y qué es el espíritu?
La luz que nos guía, la
fuerza vital que existe en todo, lo que hace que cada mañana nos sintamos
ilusionados al despertar.
¿Cuáles son esas tradiciones
de su pueblo que debe transmitir?
La primera es la comunidad,
algo vital para el bienestar de cada persona. Pese a que todavía arrastro las
consecuencias de la desnutrición, mi infancia fue maravillosa: vivía rodeada de
cientos de niños con los que jugar, con los que correr desnuda, libremente. Lo
compartimos todo, y eso da mucha alegría.
Incluidas las madres.
Sí, tienes cientos de madres,
de padres y de hermanos. Entre los dágara no existen problemas privados, todos
se resuelven en el seno de la comunidad, incluidos los de pareja.
Curioso.
Un problema personal o de
pareja pone de manifiesto que el tejido de la comunidad no funciona. Cuando
profundizas en el problema de esa relación te das cuenta de que lo que les pasa
a ellos es también cosa tuya, así que trabajarlo comunitariamente sana también
los sentimientos de todos.
Muy sabio.
Ante un problema, un
individuo no tiene la distancia necesaria para comprender su origen y hallar la
solución. Para resolverlo hacemos un círculo de cenizas donde se sitúa la
pareja. Lo primero es escuchar, y si alguien percibe que está juzgando o
tomando partido, entra en el círculo. Poniendo luz en la sombra se llega a la sanación. En mi
tradición el conflicto es bueno, permite darte cuenta de que la relación sigue
viva.
¿No es agobiante que los
otros estén tan metidos en tu vida?
Los secretos, el resentimiento y el malestar es lo que
acaba matando las relaciones, por eso en cuanto alguien percibe que estás mal
te pregunta qué te pasa.
¿Y si le contestas que nada?
Una a una, cada persona de la
comunidad vendrá a preguntártelo. Las crisis se resuelven abrazándolas. Toda
pareja necesita una comunidad saludable en la que apoyarse, porque si no su
mundo se va encogiendo. Y tenemos la costumbre de que cuando una pareja se
casa, todas las demás lo hacen de nuevo renovando su compromiso de amor.
¡Qué bonito!
Los rituales son para
nosotros comida para el alma, limpian las relaciones y movilizan tu capacidad
de apertura ante lo que va a suceder, evitando así que interfieras en el
proceso. Hay que reconocer que no tenemos ningún poder sobre el devenir.
¿Cómo organizan sus casas?
Está la gran habitación,
donde duermen las mujeres, y la de los hombres. Por la noche, rodeada de tus
hermanas y madres, hablas de las cosas que han pasado durante el día, y eso
ayuda y reconforta mucho.
¿Relaciones fuera de la
pareja?
Si los dos están de acuerdo…
No tememos relacionarnos, hablar, y hacemos muchas bromas para mantener la
alegría.
¿Cómo descubrir tu don?
Por medio de los rituales. Y en la vida
vas conociendo a las personas adecuadas que te ayudarán a recordarlo,
es como si cada una de ellas tuviera una pieza del puzle que eres. Ponga atención
a lo que le resulta más difícil, contra lo que debe luchar. Cuando
te liberas de esa lucha, encuentras el regalo.
¿Cómo entienden la muerte?
Para nosotros la vida es
muerte y la muerte es vida: un ciclo continuo. En los entierros cada individuo
de la comunidad escenifica la historia que personalmente conoce del difunto, y
así lo que hizo queda más vivo.
¿Qué hay que comprender?
Cada uno debe apreciar lo que es como persona, eso ayuda
a soltar lo que te oprime. Al amanecer, mi abuela siempre nos pedía
que buscáramos tres cosas positivas sobre nosotras mismas y al acostarnos, tres
cosas que agradecer de lo ocurrido ese día: se trata de un recordatorio constante
de quién eres.
¿Cómo ayudar a los niños a
descubrir su don?
Basta con no traspasarles nuestras heridas para que el
don llegue intacto a la madurez y pueda entonces mostrarse.
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