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dijous, 20 de febrer del 2014

Los reproches y las quejas son muy poco atractivos. Patricia Ramírez.

Quejarse es un deporte nacional, casi tan popular como el fútbol, eso sí, menos emocionante. Pero la queja, la crítica o el reproche son poco atractivos, y las personas que los practican, también.
Quejarse es una conducta pasiva, a veces incluso cobarde. La gente se recrea en la crítica y en la queja, es una manera de sacar la basura de dentro afuera... ¿pero qué haces con la basura encima de la mesa, o dejándosela a tus amigos o compañeros de trabajo? Nada. La mayoría de las veces la queja no se acompaña de soluciones, solo la utilizas para despojarte de lo que te hace sentir mal. Las quejas sobran incluso cuando llevas la razón. Tener argumentos no es motivo para despotricar. Piensa en cómo sueles expresar tus reproches y críticas, ¿con una sonrisa? No, con cara de pocos amigos, levantando la voz, haciendo gestos agresivos, incluso ironizando, ridiculizando y humillando. Buscas resarcirte de algo que te parece injusto. Después de una charla quejica, nadie se siente bien, aunque creas que te has vaciado. Lo que te deja bien es buscar soluciones a lo que te preocupa, o en su defecto, si no las tienes, pasar página y cerrar carpetas. Hay una parte de la vida, que aunque sea injusta y además no te merezcas, te tocará vivir. Mantener una conducta victimista basada en las lamentaciones, solo hará que pierdas tiempo y energía, contaminarás a tus amigos, y te dejará fuera de juego. Porque ahí no encontrarás la solución a tus males. Acepta lo que no depende de ti, y piensa en términos de soluciones con lo que tú puedes manejar.
Para vaciar la mochila de piedras existen otras alternativas, más positivas, más habilidosas o menos aburridas para el que te escucha:
1.       Si solo deseas desahogarte, hazlo con madurez. Expresa lo que te molesta, de forma tranquila, controlando el tono, el volumen y los comentarios agresivos. Di cómo te hace sentir, no solo lo que produce la molestia. Puedes incluso involucrar a la persona que te escucha y pedirle consejo. Es más agradable escuchar algo negativo de ti si luego vas a tener en cuenta su opinión. En lugar de ser un pañuelo para tus lágrimas, se sentirá importante y parte del proceso en tu bienestar.
Y estate abierto a una opinión o consejo que igual no es el que tú desearías. Que estés mal no significa que la gente tenga que darte la razón. Puede que haya otra perspectiva u otro enfoque que te ayude a ver las cosas de una manera menos dramática. Quédate con la idea, juega con ella, transfórmala y utilízala con tu estilo.

2.       Si deseas tener algo, o que te presten ayuda, no te quejes, PIDE. Te llevará antes a la meta y así eliminas la parte manipuladora de la queja. Nadie va a adivinar lo que necesitas, las personas no tenemos todavía esa capacidad. Ni siquiera la persona que te ama puede adivinar tus necesidades si tú no se las expresas.
Te pongo un ejemplo, llega el día de los enamorados, y tú no verbalizas que estás deseando celebrarlo, ir al cine, tener una cena romántica o escribir una nota de amor. Te lo callas e interpretas que tu pareja debería sentir lo mismo porque está tan enamorado como tú. Llega el día de los enamorados, y a él o ella no se le han ocurrido tus planes, y entonces, te enfadas, te quejas y reprochas. ¿Qué ha pasado? Que no has pedido lo que deseabas. Olvídate de la idea absurda de que pedir hace que el momento pierda romanticismo. Lo que es poco romántico y fastidioso es tener que discutir por no haber sido adivinos. Fíjate lo sencillo que hubiera sido adelantar unos días antes algo así como "estoy deseando que llegue San Valentín para tener un momento especial contigo, ¿qué te apetecería hacer?" Hubieras evitado una pelea tonta. Y como esta situación, ocurren todos los días otras en la pareja, en el trabajo y en todos los ambientes sociales.

3.       Si estás deseando liberar adrenalina, tensión o emociones que te tienen al borde del colapso, practica alguna técnica de relajación, meditación, yoga y si puedes, haz ejercicio de forma regular. Hay veces que descuelgas el teléfono y sin siquiera preguntar si es el momento oportuno, empiezas a soltar por la boca todo lo que se te cruza por la mente. Estás tan indignado, que no tienes en cuenta la situación de quien te escucha, ni si está reunido o en la consulta de un médico. Tú estás indignado y gritas, hablas y dices "¿te lo puedes creer? ¡Es increíble!" Para desahogarte no necesitas un saco de boxeo en forma de persona.

4.       Practica la paciencia frente a la incontinencia verbal. Que estés enfadado no significa que tengas que verbalizarlo todo. Sé prudente, comedido, dosifica, espera el momento oportuno. Muchas veces las quejas van seguidas de impaciencia y momentos y lugares inapropiados para expresarlas. Tranquilo, date un tiempo y si después de esperar sigues indignado, utiliza alguno de los puntos anteriores.

Recuerda: nos gustan las personas que nos recargan las pilas, nos dan buenas noticias, nos sonríen, dan ánimos, insuflan motivación y hacen que el tiempo que pasas a su lado sea un ratito de bienestar. Por supuesto que el apoyo social y los amigos son fundamentales para ayudarte y darte ánimos en los malos momentos. Pero no los monopolices. Que de verdad que hay personas que su discurso solo gira en torno a lo que no funciona.


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