Ilustración de Sonia Pulido. |
Pasar el día haciendo
`cosas' consume más energía de la que se dispone, lo que genera agotamiento y
negatividad. El equilibrio pasa por incluir en la rutina el descanso físico y
la relajación mental.
"Podemos
conectar con nuestro aquí y ahora, y centrar la atención en nuestra respiración
durante 15 minutos"
El señor X sigue una rutina
desde hace años. De lunes a viernes se levanta cada mañana a la misma hora v desayuna
con su pareja casi siempre lo mismo. Se viste, y con algo de prisa lleva a su
hijo en coche al colegio. Suele tardar unos 40 minutos hasta llegar al lugar
donde trabaja. Y más de la mitad los pasa en medio de un atasco. A pesar de los
bocinazos, hay algo en el silencio que no acaba de agradarle. Enciende la radio
espontáneamente y enseguida vuelve a sentirse acompañado.
X no está muy contento con su trabajo
ni con su salario. Le gusta lo que hace, pero no cómo ni con quién. Hay siempre
tanto por hacer, que no le queda más remedio que ir estrenado. En su empresa,
producir es el camino y la meta. Lo único que importa son los resultados. Y la
velocidad a la que se mueve todo provoca que se sienta tratado como una
máquina. Metafórica y literalmente.
X lleva años reprimiendo sus
necesidades y sentimientos. Resignado, ya no le busca sentido a lo que hace.
Trabaja por pura inercia, de forma mecánica. Aunque en el fondo es una persona
inquieta y creativa, se limita a hacer exactamente lo que le dicen. Y
todas las noches, al regresar a casa, está tan cansado que no tiene ganas para
casi nada. Cena con su familia, intenta escuchar con interés y atención las anécdotas
del día, pero le cuesta estar totalmente presente. Al terminar, se acomoda en
el sofá delante de la tele.
Cuando X se acuesta lo hace con temor a ser víctima del insomnio.
Aunque su cuerpo está completamente quieto, su mente no se detiene. No puede
dejar de pensar, le bombardean recuerdos desagradables y problemas todavía no
resueltos. Se siente impotente, esclavizado por su propia mente. Y se frustra
porque no tiene ni idea de cómo desconectarla. Últimamente le pasa cada noche.
Siente como si le faltara algo. X se despierta el sábado por la mañana como si
no le pasara nada. Para distraerse, exprime al máximo su tiempo de ocio. Su
agenda está desbordada de planes. Va al cine, al gimnasio, al fútbol... Lee,
cocina, practica deporte, queda con los amigos, pasea por el centro
comercial...
X lleva así muchos años. Aunque no suela reflexionar acerca de su
estilo de sida, cree que cuanto más haga y más tenga, mejor estará y más feliz
será. La
paradoja es que cuanto más hace y más tiene, menos es y más insatisfecho se
siente. De ahí que en ocasiones se sienta vacío y desanimado, como
si estuviera apagado. En el fondo intuye que algo no marcha bien en su
interior. Sin embargo, normalmente mira hacia otro lado, echando la culpa a sus
circunstancias. Y cada lunes, cuando suena el despertador, vuelta a empezar.
BUSCAMOS ALIVIO, NO CURACIÓN
"La realidad demuestra que
ninguna situación cambia hasta que deviene insoportable". (José Antonio Afarina)
¿Le resulta familiar esta historia? Seamos sinceros: X podría ser
cualquier de nosotros. Entre los datos más alarmantes publicados últimamente, destaca
el sondeo realizado el año pasado sobre 10.500 personas por la firma de
búsqueda de empleo Monster.es. Concluía que ocho de cada 10 profesionales no se
sienten satisfechos en su trabajo. Y dado el número de horas que absorbe la
frenética actividad laboral, difícilmente podrán sentirse satisfechos con su
vida.
Llegados a este punto, respiremos hondo e intentemos ver nuestras
circunstancias con algo más de perspectiva. Sean las que sean, son como son. Y no
podemos hacer nada para cambiarlas. Pero sí podemos cambiarnos a nosotros mismos,
centrándonos en todo aquello que está a nuestro alcance. ¿Cuánto
tiempo pasamos al día solos, sin hacer nada? Sin gente, sin música, sin tele,
sin ruido... ¿Cuánto tiempo dedicamos a relajarnos, tratando de calmar nuestros
pensamientos? ¿Cuánto tiempo invertimos en saber cómo nos sentimos y de qué forma
podemos aprender a estar mejor?
La respuesta a estas preguntas
está en nuestro interior. Nadie puede contestarlas por nosotros. ¿Por qué no
dejamos lo que estamos haciendo para simplemente no hacer nada, tan sólo ser y
estar? Seguramente porque no podemos, es decir, porque no queremos.
Nuestro afán obsesivo por hacer es en realidad una huida. Buscamos el alivio,
pero no la curación.
Por eso sentimos la necesidad
de entretenernos. Pero ¿entretenernos de qué? Quizás del dolor acumulado
durante toda la semana, y parte de la vida.
Paradójicamente, con los años hemos confirmado que el placer no
se sacia, sino que nos perfora por dentro. Y nos deja una angustiosa
sensación, como si fuéramos un gigantesco agujero sin fondo. La mala noticia es
que es posible que las circunstancias a las que culpamos de nuestro malestar no
cambien y nunca sean como anhelamos. La buena es que la actitud que tomamos frente a ellas
es lo que determina finalmente lo que sentimos y experimentamos.
Elegir entre víctima o
protagonista. Ése es el quid de la cuestión. Dado que no podemos controlar lo que nos va
sucediendo en la vida, sí podemos cambiar nuestra interpretación, modificando
el papel que tomamos frente a nuestras circunstancias. Aunque el
instinto nos lleva a reaccionar mecánica e inconscientemente, siempre podemos
dar una respuesta mucho más sana más constructiva.
Puede que al principio nos
cueste creerlo. De ahí que debamos comprobarlo a través de nuestra propia
experiencia. Eso si, cuanto más cansados estemos física y mentalmente, más
subjetiva será nuestra forma de ver las cosas. El exceso de actividad, el estrés
y la hipervelocidad terminan por agotar nuestras reservas de energía vital,
sumergiéndonos en la inconsciencia. Y si no las recargamos, en ese estado se
activa nuestro mecanismo de supervivencia emocional, el egocentrismo, que
pretende que la realidad se adapte a nuestros deseos y expectativas egoístas. Es entonces
cuando sufrimos. Y no hay nada que consuma más energía que la negatividad, lo
que termina por encerrarnos en un peligroso círculo vicioso.
GENERAR
ENERGIA VITAL
"Sin energía no
puede haber conciencia. Sin conciencia no puede haber comprensión. Y sin
comprensión no puede haber felicidad". (Gerardo Schmedling)
La conciencia es el espacio que
vamos creando entre lo que nos sucede y nuestra consiguiente reacción o
respuesta. Cuanta menos energía, menos conciencia y más reactividad. En cambio,
cuanta más energía produzcamos y acumulemos, mayor será nuestro nivel de
conciencia y menor será nuestra impulsividad. De ahí que debamos identificar qué nos
quita energía y qué nos la da. Por ejemplo, todos aquellos
pensamientos que nos dejan un mal sabor de boca, nos la quitan. En cambio, nos
la dan los que nos llenan de amor el corazón. Funcionamos según la ley de la
causa y el efecto, donde el mejor indicador es nuestro estado de ánimo.
Para poder apaciguar y positivar los pensamientos, primero hemos
de serenar nuestra mente. Y para lograrlo necesitamos cambiar ciertos
hábitos inconscientes, que tanto nos debilitan, por otros más conscientes que
nos permitan recuperar la energía. El reto es aprender a descansar, a
contemplar y a relajarnos. Muchos demonizan la inactividad, tachándola de
"pérdida de tiempo". Otros reconocen ser incapaces de no hacer nada. Pero si de
verdad queremos estar bien, no nos queda más remedio que incluir en nuestra
rutina espacio y tiempo para enfrentamos a nuestro dolor. Sólo así podemos
curarlo y sanarnos, recuperando la paz interior perdida.
Sin ir más lejos, hoy mismo
podemos dedicar un ratito a estar a solas, en silencio, respirando el aire puro
de la naturaleza. Podemos ir al parque que tengamos más cerca de casa,
sentarnos en un banco, contemplar alrededor con una mirada limpia, tratando de
no etiquetarla con nuestros prejuicios. Podemos conectar con el momento
presente, nuestro aquí y ahora, el único instante que existe en realidad. Y
para que la mente no nos distraiga, podemos centrar la atención en nuestra
respiración, inhalando y exhalando profundamente. Dedicar 15 minutos puede ser
un buen comienzo.
Como todo en la vida, no hacer
nada es un arte que se aprende entrenando. Y como cualquier entrenamiento,
tiene sus propias fases. Debido a nuestro escepticismo, primero lo
ridiculizamos; luego, nos oponemos frontalmente; más tarde nos damos cuenta de
que efectivamente es necesario ponerlo en práctica. Entonces es cuando
empezamos a tomar conciencia de las consecuencias de no hacerlo. Por último, lo
aceptamos como verdad y lo integramos como una virtud.
La relajación es tan importante
como la actividad. Lograr el equilibrio depende de la manera en la que
gestionemos nuestra vida. Siempre tenemos libertad para elegir. En un primer
momento nuestra actitud. Y más tarde nuestra conducta. Lo que en
realidad buscamos es sentirnos en paz y, ser felices. Pero la propia inercia de
la búsqueda nos pierde en un laberinto sin salida.
Nosotros somos lo que andamos buscando. Sólo hemos de
detenernos, respirar y conectar de nuevo con nuestro corazón, donde se
encuentra toda la energía que necesitamos. Llevar una vida psíquica sana y
sostenible es posible. El mejor momento para empezar a construirla es ahora.
LOS
BENEFICIOS INSTANTÁNEOS DEL MASAJE
Una de las formas más fáciles,
cómodas y rápidas de comprobar cómo nuestro estado de ánimo condiciona nuestra
manera de percibir la realidad es dándonos un masaje. Antes de ponernos en
manos de un profesional, tal vez nos sintamos cansados, irritados e incluso de
mal humor. Si ponemos nuestra atención en la parte de nuestro cuerpo masajeada
y nos relajamos en silencio, saldremos de la sesión con mucha más energía.
Entonces podremos sentir el impacto que tiene nuestra conciencia sobre nuestra
experiencia.
PARA
APRENDER A SER Y ESTAR
1. LIBRO
-
El poder del ahora;
de Eckhart Tolle (Debolsillo). Un `best seller' que introduce de forma sencilla
el autoconocimiento y el desarrollo personal.
-
Planeta tierra;
de la cadena británica BBC. Esta serie documental, formada por 16 capítulos,
muestra el mundo como hasta ahora nadie lo había enseñado.
3. MÚSICA
Cualquier disco del grupo
islandés Sigur Rós. Su música invita al descanso y la relajación.
Como siempre tan acertado, la vida es sencilla si sabes verla secilla, si te dejas llevar por la corriente de esta sociedad en la que vivimos tus problemas se multiplican exponencialmente...Gracias por tu sabiduría.
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