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dissabte, 6 d’abril del 2013

Cómo ha cambiado el teléfono móvil nuestras vidas. Patricia Ramírez


Ni contigo ni sin ti tiene mi vida remedio... Si fueses a hablar con una amiga o la psicóloga y le contaras la siguiente historia, ¿qué te dirían?

- Tú: "Mira, no puedo perderlo de vista ni un minuto, pero por otro lado, me encantaría poder vivir sin él. Cada vez que me llama, salgo disparada a ver qué es... soy incapaz de desatenderle, todo el rato pendiente. Mi vida depende completamente de él, mis amigos, mi trabajo, mi agenda...si lo perdiera no sabría cómo seguir viviendo. Y además, me tiene sometida, soy una esclava, me supone una inmediatez para todo".
- Psicóloga o amiga: Tienes un "trastorno dependiente". ¡Deja por favor a ese novio y aprende a vivir sola! "Hija, nunca te había visto tan enganchada a un tío".
- Tú: ¡Pero qué dices...si me refería a mi teléfono móvil!
Aunque parece cómico, en realidad no lo es. El teléfono nos acompaña incluso al cuarto de baño. Y es como un hijo, cuando no da señales lo sacamos del bolsillo o del bolso porque pensamos que se ha puesto enfermo, se ha apagado o ha perdido la batería.
Todo tiene su lado positivo y negativo y si hemos llegado a este nivel de dependencia es porque realmente el teléfono nos facilita mucho la vida. Pero por otro lado hemos cambiado una serie de "buenos" hábitos que teníamos, y que si miras atrás, sería genial poder recuperarlos.
Si empezaras a entrenarte en lo que te planteo a continuación, ¿podrías disfrutar más de los pequeños detalles, de tu descanso, sumergirte en el presente? Yo creo que sí.

1. No permitamos que el teléfono te deje como un maleducado. Hemos sentado entre todos una serie de precedentes en cuanto al "mal uso" del móvil, y que ahora aceptamos, que deberíamos erradicar. Por ejemplo, que alguien te esté hablando, te suene le wahtsapp y atiendas el mensaje. Salvo que sea de extrema urgencia, como que tu hijo esté enfermo, ¡no lo mires! Ten claro que el que tenga algo de vital importancia que resolver contigo, te localizará.

2. Aprende a desconectar del trabajo. En tu teléfono está tu agenda de reuniones, la agenda personal, el correo electrónico, los mensajes de Linkedin y otras aplicaciones relacionadas con el trabajo. ¿Por qué tenemos un horario laboral? Porque cuerpo y cerebro necesitan estar en equilibrio. El equilibrio busca que despejes la mente de obligaciones y durante unas horas la dirijas al disfrute. Y esto debes hacerlo no sólo porque es positivo y saludable para ti, sino porque la desconexión permite que la próxima vez que te vuelvas a conectar tengas la mente limpia y despejada...y así se piensa, analiza y toma decisiones mejor.
Así que cuando llegues a casa, salgas a tomar una cerveza con amigos o entres al gimnasio...deja el teléfono fuera de tu alcance, dónde no lo puedas oír. Incluso te aconsejo que le quites el volumen.

3. Reeduca a tu círculo personal, familiar y al del trabajo. Cuando alguien te reproche que no le has cogido el teléfono de forma inmediata, o te haga algún comentario del tipo "te he llamado, ¿te pasa algo conmigo?, como no me lo cogías"...dile sencillamente y en tono de humor "tú no me has hecho nada, es que me estoy desintoxicando del móvil". Diles que vas a limitar el uso del teléfono porque necesitas tener más equilibrio y no depender tanto de él. Cuando te hayan llamado un par de veces y comprueben que no estás de forma inmediata, se acostumbrarán a tu nueva gestión del tiempo.
Eso sí...devuelve las llamadas perdidas, cuando sea el momento de volver a coger el teléfono.

4. Esfuérzate por escribir de forma correcta, aunque suponga un mensaje más largo. Es horrible tener que descifrar lo que escriben algunos, y a muchas personas les incomoda tener que leer todo con k y acortado. Lo que me empezó siendo una moda adolescente con palabras como "t kiero", "bss", se ha convertido en uso común. La verdad es que choca que te llegue el mensaje de un alto cargo de una empresa escrito en este dialecto.

5. Trata de mantener relaciones sociales de todo tipo, no solo a través de las redes sociales. Las de ahora, sin tono, sin volumen, sin contacto ocular, sin que alguien te coja la mano...son distintas, incluso pueden llegar a "mal o bien interpretarse". Es más fácil ser cercano, empático y comprensivo cuando vemos la expresión de la cara de nuestros amigos, el tono afectuoso en el que nos están hablando, cuando tenemos la oportunidad inmediata de responder e intercambiar no solo comunicación verbal sino todos los demás elementos que acompañan al habla.
Es cierto que el móvil y las redes sociales han modificado para bien nuestras relaciones personales, porque personas muy tímidas son capaces de expresar cosas que en el cara a cara les costaría más. Pero tenemos que hacer un esfuerzo por salir, arreglarnos, quedar y mantener el tipo de relación personal más tradicional.
Y por favor, no comuniques decisiones importantes positivas ni negativas por teléfono. Ni se te ocurra romper con tu pareja por mensaje, porque además de ser de mal gusto, es una actitud cobarde. En esta vida tenemos que dar la cara y el teléfono actúa en muchas situaciones de escudo.

6. Disfrutar de ESTO, AQUÍ Y AHORA. Muchas parejas están comiendo, y en lugar de dedicarse el tiempo por completo a ellos, lo compaginan con su móvil. Se dedican a mensajear, contestar y atender el wahtsapp mientras comparten mesa. Cuando compaginas varias tareas, terminas por no atender de forma completa ninguna de ellas. El que inventó el cerebro multitarea, se equivocó. Es una forma más de esclavizarnos. Disfruta del momento, de la cena con tus hijos, de la conversación con una amiga, dirige todos los sentidos hacia el presente. En el presente es en el único lugar en el que podrás disfrutar de lo que está pasando, porque luego no es recuperable. Si quieres tener una mochila de vivencias y emociones, vive en el presente. Sólo podrás disfrutar del momento si le dedicas atención plena y si te fijas en los detalles de alrededor. En el momento que te dedicas a atender a otros estímulos que nada tienen que ver con la clase, con la conversación, con el estudio o con el paseo, estás presente pero no del todo.
Deja el móvil fuera de la habitación dónde estás comiendo y si estás comiendo en la calle, déjalo en el bolso o en tu bolsillo. Y quítale el volumen a cualquiera de las funciones.

7. Ralentiza el tiempo, deja que todo fluya. No te dejes llevar por la inmediatez de los mensajes ni del correo. El que te entre un correo no es sinónimo de "tengo que contestar ya". Aprende a esperar y que a los demás valoren tu tiempo. Cuando contestas de forma inmediata parece que no tengas otra obligación ni más funciones que la de contestar el correo. Establece un horario para atender el correo electrónico durante el día. Cada vez que entra un mail, suena el móvil y lo respondes, estás rompiendo el proceso atencional que tenías en la tarea anterior, y esto al final, enlentece tu productividad y concentración.
Proponte revisar tu bandeja de entrada cada dos horas o bien cuando finalices la tarea que tienes entre manos. Quítale el sonido a la entrada de los mensajes, así no te despistarás pensando si lo que ha entrado es importante o no lo es.

Si seguimos estos sencillos consejos, hay personas que al principió sufrirán ansiedad, se sentirán incómodos, incluso culpables pensando que no están atendiendo de forma inmediata algo que, en realidad, no lo requiere. Pero esta sensación de malestar forma parte del "síndrome de abstinencia". Cuando te acostumbres a dominar tú al teléfono en lugar de que él te domine a ti, te sentirás más feliz y libre.
No se trata de que te conviertas en una persona irresponsable y poco cumplidora, sino de dosificar y bien utilizar una herramienta personal y de trabajo que está para facilitarnos la vida, no para esclavizarnos.

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