Ni contigo ni sin ti tiene mi vida remedio... Si
fueses a hablar con una amiga o la psicóloga y le contaras la siguiente
historia, ¿qué te dirían?
- Tú: "Mira, no puedo perderlo de vista ni un
minuto, pero por otro lado, me encantaría poder vivir sin él. Cada vez que me
llama, salgo disparada a ver qué es... soy incapaz de desatenderle, todo el
rato pendiente. Mi vida depende completamente de él, mis amigos, mi trabajo, mi
agenda...si lo perdiera no sabría cómo seguir viviendo. Y además, me tiene
sometida, soy una esclava, me supone una inmediatez para todo".
- Psicóloga o
amiga: Tienes un "trastorno
dependiente". ¡Deja por favor a ese novio y aprende a vivir sola!
"Hija, nunca te había visto tan enganchada a un tío".
- Tú: ¡Pero qué dices...si me refería a mi teléfono móvil!
Aunque parece
cómico, en realidad no lo es. El teléfono nos acompaña incluso al cuarto de
baño. Y es como un hijo, cuando no da señales lo sacamos del bolsillo o del
bolso porque pensamos que se ha puesto enfermo, se ha apagado o ha perdido la
batería.
Todo tiene su
lado positivo y negativo y si hemos llegado a este nivel de dependencia es
porque realmente el teléfono nos facilita mucho la vida. Pero por otro lado
hemos cambiado una serie de "buenos" hábitos que teníamos, y
que si miras atrás, sería genial poder recuperarlos.
Si empezaras a
entrenarte en lo que te planteo a continuación, ¿podrías disfrutar más de los
pequeños detalles, de tu descanso, sumergirte en el presente? Yo creo que sí.
1. No permitamos
que el teléfono te deje como un maleducado. Hemos sentado entre todos una
serie de precedentes en cuanto al "mal uso" del móvil, y que ahora
aceptamos, que deberíamos erradicar. Por ejemplo, que alguien te esté hablando,
te suene le wahtsapp y atiendas el mensaje. Salvo que sea de extrema urgencia,
como que tu hijo esté enfermo, ¡no lo mires! Ten claro que el que tenga algo de
vital importancia que resolver contigo, te localizará.
2. Aprende a
desconectar del trabajo. En tu teléfono está tu agenda de reuniones, la
agenda personal, el correo electrónico, los mensajes de Linkedin y otras
aplicaciones relacionadas con el trabajo. ¿Por qué tenemos un horario laboral?
Porque cuerpo y cerebro necesitan estar en equilibrio. El equilibrio busca que
despejes la mente de obligaciones y durante unas horas la dirijas al disfrute.
Y esto debes hacerlo no sólo porque es positivo y saludable para ti, sino
porque la desconexión permite que la próxima vez que te vuelvas a conectar
tengas la mente limpia y despejada...y así se piensa, analiza y toma decisiones
mejor.
Así que cuando
llegues a casa, salgas a tomar una cerveza con amigos o entres al gimnasio...deja el
teléfono fuera de tu alcance, dónde no lo puedas oír. Incluso te aconsejo que
le quites el volumen.
3. Reeduca a tu
círculo personal, familiar y al del trabajo. Cuando
alguien te reproche que no le has cogido el teléfono de forma inmediata, o te
haga algún comentario del tipo "te he llamado, ¿te pasa algo conmigo?, como no me
lo cogías"...dile sencillamente y en tono de humor "tú
no me has hecho nada, es que me estoy desintoxicando del móvil".
Diles que vas a limitar el uso del teléfono porque necesitas tener más
equilibrio y no depender tanto de él. Cuando te hayan llamado un par de veces y
comprueben que no estás de forma inmediata, se acostumbrarán a tu nueva gestión
del tiempo.
Eso
sí...devuelve las llamadas perdidas, cuando sea el momento de volver a coger el
teléfono.
4. Esfuérzate por
escribir de forma correcta, aunque suponga un mensaje más largo. Es horrible
tener que descifrar lo que escriben algunos, y a muchas personas les incomoda
tener que leer todo con k y acortado. Lo que me empezó siendo una moda
adolescente con palabras como "t kiero", "bss", se ha
convertido en uso común. La verdad es que choca que te llegue el mensaje de un
alto cargo de una empresa escrito en este dialecto.
5. Trata de
mantener relaciones sociales de todo tipo, no solo a través de las redes
sociales.
Las de ahora, sin tono, sin volumen, sin contacto ocular, sin que alguien te
coja la mano...son distintas, incluso pueden llegar a "mal o bien interpretarse".
Es más fácil ser cercano, empático y comprensivo cuando vemos la expresión de
la cara de nuestros amigos, el tono afectuoso en el que nos están hablando,
cuando tenemos la oportunidad inmediata de responder e intercambiar no solo
comunicación verbal sino todos los demás elementos que acompañan al habla.
Es cierto que
el móvil y las redes sociales han modificado para bien nuestras relaciones
personales, porque personas muy tímidas son capaces de expresar cosas que en el
cara a cara les costaría más. Pero tenemos que hacer un esfuerzo por salir,
arreglarnos, quedar y mantener el tipo de relación personal más tradicional.
Y por favor, no comuniques
decisiones importantes positivas ni negativas por teléfono. Ni se te
ocurra romper con tu pareja por mensaje, porque además de ser de mal gusto, es
una actitud cobarde. En esta vida tenemos que dar la cara y el teléfono actúa
en muchas situaciones de escudo.
6. Disfrutar de
ESTO, AQUÍ Y AHORA.
Muchas parejas están comiendo, y en lugar de dedicarse el tiempo por completo a
ellos, lo compaginan con su móvil. Se dedican a mensajear, contestar y atender
el wahtsapp mientras comparten mesa. Cuando compaginas varias tareas, terminas por no
atender de forma completa ninguna de ellas. El que inventó el
cerebro multitarea, se equivocó. Es una forma más de esclavizarnos. Disfruta
del momento, de la cena con tus hijos, de la conversación con una amiga, dirige
todos los sentidos hacia el presente. En el presente es en el único lugar en el que podrás
disfrutar de lo que está pasando, porque luego no es recuperable. Si
quieres tener una mochila de vivencias y emociones, vive en el presente. Sólo
podrás disfrutar del momento si le dedicas atención plena y si te fijas en los
detalles de alrededor. En el momento que te dedicas a atender a otros estímulos
que nada tienen que ver con la clase, con la conversación, con el estudio o con
el paseo, estás presente pero no del todo.
Deja el móvil
fuera de la habitación dónde estás comiendo y si estás comiendo en la calle,
déjalo en el bolso o en tu bolsillo. Y quítale el volumen a cualquiera de las
funciones.
7. Ralentiza el tiempo, deja que todo fluya. No te dejes
llevar por la inmediatez de los mensajes ni del correo. El que te entre un
correo no es sinónimo de "tengo que contestar ya". Aprende a esperar
y que a los demás valoren tu tiempo. Cuando contestas de forma inmediata parece
que no tengas otra obligación ni más funciones que la de contestar el correo.
Establece un horario para atender el correo electrónico durante el día. Cada
vez que entra un mail, suena el móvil y lo respondes, estás rompiendo el
proceso atencional que tenías en la tarea anterior, y esto al final, enlentece
tu productividad y concentración.
Proponte
revisar tu bandeja de entrada cada dos horas o bien cuando finalices la tarea
que tienes entre manos. Quítale el sonido a la entrada de los mensajes, así no
te despistarás pensando si lo que ha entrado es importante o no lo es.
Si seguimos
estos sencillos consejos, hay personas que al principió sufrirán ansiedad, se
sentirán incómodos, incluso culpables pensando que no están atendiendo de forma
inmediata algo que, en realidad, no lo requiere. Pero esta sensación de
malestar forma parte del "síndrome de abstinencia". Cuando te acostumbres
a dominar tú al teléfono en lugar de que él te domine a ti, te sentirás más
feliz y libre.
No se trata de que te conviertas en
una persona irresponsable y poco cumplidora, sino de dosificar y bien utilizar
una herramienta personal y de trabajo que está para facilitarnos la vida, no
para esclavizarnos.
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